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martes, 28 de abril de 2015

Historia de un sueño

“Historia de un sueño” es una canción incluida en el tercer álbum del grupo pop español “La Oreja de Van Gogh” titulado “Lo que te conté mientras te hacías la dormida”. Salió a la venta el año 2003.

En dicha canción se narra la historia de una madre fallecida, que visita a su hija en un sueño. El autor de la música y de la letra es Xabi San Martín, teclista y compositor del grupo. La vocalista es Amaia Montero que abandonó el grupo en 2007 para iniciar su carrera en solitario.

Los sueños resultan vitales para la regeneración del organismo, así como para la selección de lo que merece la pena guardar en la memoria.

Juan José Benítez, en sus “Caballos de Troya” y especialmente en sus libros “Estoy bien” y “Pactos y señales”, señala que los sueños, en ocasiones, son mucho más que sueños. Constituyen un canal entre los hombres y otras dimensiones desconocidas... A través de los sueños se pasa información, se comunican cosas y aparecen las personas muertas.

En el capítulo 27 de “Pactos y señales”, JJ Benítez “sugiere” que Xabi San Martín estuvo “especialmente inspirado” al componer esta canción. Hace tiempo que Benítez piensa que las ideas y pensamientos no son nuestros, sino que los “recibimos”.

 “Historia de un sueño”. La Oreja de Van Gogh.
«Perdona que entre sin llamar. No es esta la hora y menos el lugar. Tenía que contarte que en el cielo no se está tan mal.

Mañana ni te acordarás. “Tan solo fue un sueño”, te repetirás. Y en forma de respuesta pasará una estrella fugaz.

Y cuando me marche estará mi vida en la Tierra en paz. Yo solo quería despedirme, darte un beso y verte una vez más.

Promete que serás feliz. ¡Te ponías tan guapa al reír!... Y así, solo así, quiero recordarte. Así, como antes. Así, adelante. Así, vida mía, mejor será así.

Ahora debes descansar. Deja que te arrope como años atrás. ¿Te acuerdas cuando entonces te cantaba antes de ir a acostar?

Tan solo me dejan venir dentro de tus sueños para verte a ti… Y es que aquella triste noche no te di ni un adiós al partir.

Y cuando me marche estará mi vida en la Tierra en paz. Yo solo quería despedirme, darte un beso y verte una vez más.

Promete que serás feliz. ¡Te ponías tan guapa al reír!... Y así, solo así, quiero recordarte. Así, como antes. Así, adelante; Así, vida mía.

Ahora te toca a ti, solo a ti, seguir nuestro viaje.

Se está haciendo tarde, tendré que marcharme. En unos segundos vas a despertar.

... Y así, solo así, quiero recordarte. Así, como antes. Así, adelante. Así, vida mía, mejor será así».

Tal vez, estés “muy lejos”.

Tal vez, este mundo ya sea para ti un vago recuerdo.

Tal vez, ya te hayas liberado de tu pasado en la Tierra y de los lazos familiares, pero has atravesado el umbral de mis sueños para establecer conmigo una relación basada en una nueva energía sin ataduras.

Tal vez, tengas importantes tareas en tu camino sagrado, pero, cuando te tomes un respiro, si te es posible, entra en mis sueños. Yo, aquí, ¿abajo?, sigo echándote de menos.

jueves, 23 de abril de 2015

Cuento del fin de los cuentos

23 de abril, Día del Libro


Cuento para niños y no tan niños

Fuente: “Cuentos de intriga de la hormiga Miga” de Emili Teixidor.

«Un día en la tierra se acabaron los cuentos.

La gente, triste y aburrida, empezó a pedir cuentos a los transeúntes en las esquinas como antes mendigaban pan y queso para no morir de hambre. Ahora pedían por caridad si alguien tenía algún cuento guardado en un rincón de su casa para no morir de tedio.

Pero nadie había pensado en guardar los cuentos por si llegaban tiempos de escasez o subían de precio o se acababan como ocurría a veces con el pan, el queso, el aceite o las manzanas.

—No hay buena cosecha de cuentos esta temporada —comentaban algunos—, tendremos que esperar el año próximo.

Pero llegó el año siguiente y los cuentos no aparecían.

Los reyes y presidentes empezaron a preocuparse y decretaron que toda la población se regara la cabeza con una regadera pequeñita, como una botella de perfume, para que crecieran los cuentos. Se acababan de dar cuenta de que los cuentos nacían en la cabeza y si no cultivaban el cerebro se iban a quedar sin cuentos y sin historias para siempre jamás.

La sequía de cuentos llevó a que la gente se fuera quedando sin palabras. Primero desaparecieron las palabras bonitas y antiguas. Después las frases bonitas y bien hechas. Y más tarde empezaron a desaparecer los pensamientos buenos y bien construidos.

Como no tenían suficientes palabras para pensar bien, tampoco sabían inventar nada y así el mundo un día se paró en seco. No solamente habían ido muriendo las palabras y los pensamientos, sino que tampoco aparecían nuevas medicinas, ni más aviones, ni más electricidad. Nada nuevo de nada.

En los primeros tiempos la población iba tirando con las mismas palabras que repetían constantemente: pan, vino, comer, beber, bailar, jugar, amar y morir. Pero como las palabras eran tan pocas, ocurrió que con un simple gesto ya entendían si querían decir hambre o frío o sueño, y así murieron todas las palabras.

Sin palabras murió también el juego, las conversaciones y la compasión. Y enseguida desaparecieron las sonrisas, las razones y las lágrimas. Lo peor fue que al final murió el amor, porque si los amigos no se comunican, no saben nada uno del otro, no saben cómo son ni qué desean. El amor enferma.

De esta manera desaparecieron también los mundos lejanos, las personas desconocidas, los pensamientos ocultos, los sueños de ojos cerrados y de ojos abiertos, los personajes fantásticos, las historias imaginadas...

E incluso el futuro que no podían ver ni inventar. Los niños no sabían que tiempo atrás habían existido Blancanieves, Pulgarcito, la Cenicienta, Don Quijote y Sancho Panza, los Gigantes y los enanos, los dinosaurios, los dragones, las brujas y las hadas...

¿Habían existido alguna vez?

Cuando los reyes y presidentes se dieron cuenta de que sin historias y sin fantasías, los pueblos no podían crecer bien, la tierra ya estaba a punto de perderse por el universo y convertirse en uno de esos astros de los cuales no sabemos nada de nada. Decían:

—No nos hemos ocupado suficientemente de las palabras, hemos dejado que murieran los cuentos, y ahora no tenemos historias ni Historia. Nadie sabrá nunca quiénes somos ni por qué hemos existido.

Por suerte a última hora se acordaron de una cosa que podía salvarlos de la extinción total.

Quedaban los libros.

Se habían preservado algunas bibliotecas con palabras guardadas que nos habían dejado los antepasados. Y todas las historias que habían encendido su imaginación.

Decidieron que toda la gente llevara un papel y un lápiz en el bolsillo y que cada día anotara una palabra nueva que sacaban de los libros y anunciaban por todo el mundo en cada una de sus lenguas. Y que se la aprendieran de memoria. Una palabra nueva cada día.

Así con tiempo y esfuerzo resucitaron las palabras, y la gente volvió a entenderse o a preguntarse por qué no se entendía y a imaginar soluciones, y a inventar objetos, máquinas, cosas que no habían existido nunca, y sobre todo volvió a reír y a llorar escuchando historias de miedo, de risa, de tristeza, de aventuras, de amor...

Y gracias a los cuentos, la gente pudo vivir más vidas que la suya, y vivir su vida con mucha más fuerza».


domingo, 19 de abril de 2015

La grandeza de la humildad

Fuente: “Los ochenta peldaños del éxito” de Anxo Pérez.

Hay personas que, a medida que su éxito ha ido aumentando, se han vuelto arrogantes, tienen aires de grandeza y se creen superiores a los demás. Probablemente habrá cientos de cosas que las hagan mejores que los demás, pero no hay siquiera una que las haga superiores.

La arrogancia hace que una persona solo busque brillar y sea incapaz de valorar a los demás y de ver sus propios defectos. Alguien arrogante tendrá siempre problemas de ego y dificultades para adaptarse.

Una persona humilde busca crecer y es una esponja dispuesta a aprender y a crear un buen ambiente entre las personas que le rodean.

Cuando te ensalcen, piensa siempre en dos cosas: lo que ya has hecho, y lo que te falta por hacer. Lo primero para no dejar de ser agradecido. Lo segundo para no dejar de ser humilde.

Las personas más grandes son las que menos buscan parecerlo.


martes, 14 de abril de 2015

Dirigir la propia vida

Fuente: “Aprendiz de sabio” de Bernabé Tierno.

El compromiso de dirigir tu propia vida, protegerte y hacerte cargo de ti mismo es el más crucial de todos. De todas las responsabilidades que puedas asumir a lo largo de tu existencia, ninguna es tan determinante como la de cuidarte, protegerte, cultivarte, dirigir y orientar tu vida, darte ánimos, reconfortarte… En definitiva, hacerte cargo de ti mismo con todas las consecuencias.

Hay cinco objetivos, como los cinco dedos de la mano, que desde niños deberíamos ir aprendiendo y ejercitando para asumir el compromiso de dirigir nuestras propias vidas:

  1. No hacerse daño a sí mismo.
  2. Evitar que otros te hagan daño.
  3. No hacer daño a los demás.
  4. Hacerse el mejor bien posible a sí mismo.
  5. Hacer el bien que se pueda a los demás.

Para tenerlos presentes, tal vez podría ayudarnos pintar en un folio la silueta de nuestra propia mano abierta y escribir, dentro del espacio en blanco de cada dedo, estos cinco objetivos. El dibujo lo colocamos donde podamos verlo para reflexionar, de vez en cuando, sobre alguno de los cinco objetivos. Por ejemplo:

¿De qué forma me estoy haciendo daño a mí mismo? Puede ser con mi conducta, puede ser no alimentándome como es debido o creándome problemas con mis compañeros, etc. ¿Qué puedo hacer para remediarlo?

¿Quién me hace daño? ¿En qué cosas? ¿Por qué pretende esta o aquella persona hacerme daño? ¿Cómo puedo impedir que esta persona o esta situación me siga perjudicando? ¿Quién me puede ayudar a lograrlo?

Lo importante es ir depositando en la mente y en el corazón, el compromiso de dirigir la propia vida, de protegerse, de no hacer daño a los demás y de hacerles el bien que se pueda…


domingo, 12 de abril de 2015

Una perspectiva superior

Fuente: “Lecciones de vida” de Elisabeth Kübler-Ross y David Kessler.

«Creemos que el despertador nos levanta cada mañana, pero es Dios quien decide despertarnos. Tenemos la idea de que debemos determinar el momento adecuado para despertar, fijamos la alarma y nos aseguramos un par de veces de que funciona. Olvidamos que hay una perspectiva superior. Dios decide si despertaremos a un nuevo día de vida. Ésa es la perspectiva superior que se nos escapa, lo que no tenemos en cuenta. Está bien que pongas el despertador, pero recuerda que hay en juego muchas más cosas de las que crees».


miércoles, 8 de abril de 2015

Generar confianza

“La fuerza es confianza por naturaleza. No existe un signo más patente de debilidad que desconfiar instintivamente de todo y de todos”.
Arturo Graf



Fuente: “Quiero un cambio” de Bernardo Stamateas

La confianza es un poder fundamental para cualquier relación. Todas las relaciones, de cualquier tipo, se basan en ella. La confianza es el pegamento humano, es aquello que nos conecta con el otro. Si hay confianza, las relaciones interpersonales serán sanas y duraderas.

Cuando una persona se vuelve desconfiada, todo le resulta sospechoso, piensa que siempre hay un mensaje oculto y que en todo ser humano hay una motivación para lastimarle.

La confianza tarda años en construirse y minutos en derribarse. Una mentira, un engaño, una traición… lleva a destruir una confianza que se construyó durante años. Cuando una persona es herida en su confianza, queda muy lastimada, pues la traición duele profundamente.

Para establecer vínculos sanos con los otros, sea cual fuere el ámbito en que nos movamos, nuestras palabras deben ser claras y dar a conocer cuáles son nuestras expectativas, es decir, lo que esperamos de los demás.

Hay tres características indispensables para que una persona sea generadora de confianza: carácter, capacidad y química.

Carácter

El carácter tiene que ver con ser como uno es en todos los ámbitos. Cuando una persona se muestra tal como es, no tiene dobles intenciones, pone las cartas sobre la mesa y habla con claridad, esa persona inspira confianza.

Este concepto está relacionado con ser íntegro. Ser íntegro quiere decir moverse por la verdad y la verdad siempre produce confianza. Necesitamos volver a recuperar el valor de la palabra y, más allá de que nos podamos equivocar sin intención, o decir algo equivocado sin intención, la integridad consiste en sostener siempre la verdad.

Capacidad

Para generar confianza se necesita también tener capacidad. Si se produce, por ejemplo, un problema eléctrico en nuestra casa, de nada nos sirve un técnico que sea una excelente persona pero que nos queme toda la instalación porque no conoce el oficio.

La gente que se supera, que mejora, que avanza, que estudia, que se capacita, que desarrolla sus competencias, que crece día a días, genera confianza.

Química

Puedes ser una persona íntegra, una persona formada, puedes tener carácter, pero si no tienes química con los demás, es decir, una actitud positiva, todas tus relaciones terminarán quebrándose. Está bien decir la verdad; sin embargo, tenemos que tener tacto para dar a conocer la información que queremos que el otro capte.

El tema no es lo que tenemos, sino cómo usaremos el potencial que tenemos. Una persona está mucho más limitada por su falta de capacidad para transmitir una idea, un concepto, una opinión o un proyecto, que por no tener una inteligencia elevada.

No basta con el carácter, hace falta la capacidad; y no basta la capacidad, hace falta llevarse bien, saber decir las cosas, tener una buena actitud, saber cuándo hablar y cuándo callar.


domingo, 5 de abril de 2015

El germen divino

Con esta entrada se inicia “Reflexiones”, una nueva etiqueta o apartado en este blog.

Detalle de la imagen del Señor Resucitado de Jaén (Montaje fotográfico).

“Pensamientos cotidianos” de Omraam Mikhaël Aïvanhov. Pensamiento para el 5 de abril.

«Los alquimistas dicen que, para fabricar oro, al menos hay que tener primero un átomo de oro, como una semilla, porque en la naturaleza nada puede reproducirse sin una semilla. El proceso alquímico es pues parecido a la germinación o a la multiplicación de un grano. Un grano de trigo empieza dando una espiga, y después, un día, ¡todo un campo! De la misma manera, un grano de oro puede, para aquel que conoce el secreto, “multiplicarse” hasta el infinito.

Nosotros también poseemos este grano de oro: el germen divino que nos ha dado el Creador. Ahora que nos lo ha dado, nada ni nadie tiene el poder de quitárnoslo o de hacérnoslo perder. Pero a nosotros nos corresponde tomar conciencia de la existencia de este germen y despertarlo, vivificarlo para que pueda desarrollarse hasta convertirse en un árbol... un templo... la nueva Jerusalén... el Cristo Niño... ¡Hay tantas imágenes y símbolos que han servido para traducir esta realidad espiritual!

Todos los seres humanos poseen esta semilla, y el día en que sepan dónde y cómo buscarla para trabajar con ella, las palabras “vida” y “resurrección” tendrán verdaderamente un sentido para ellos».

Hoy 5 de abril de 2015 es Domingo de Resurrección. ¿Casualidad?


miércoles, 1 de abril de 2015

Hipermetropía emocional

La hipermetropía es un defecto de la visión consistente en percibir confusamente los objetos próximos por formarse la imagen más allá de la retina. Una persona con hipermetropía tiene problemas de visión a distancias cortas, pudiendo ver con mayor claridad a distancias lejanas.


Fuente: “365 ideas para cambiar tu vida” de Francesc Miralles.

«A menudo adoptamos un enfoque tan general ante los problemas del mundo que olvidamos que nuestra aportación depende de lo que hacemos momento a momento.

Muchas personas que se lamentan del aumento de la pobreza serían incapaces de echar un cable a un compañero en apuros económicos, por poner solo un ejemplo.

El torrente de información que nos embriaga cotidianamente produce a menudo “hipermetropía emocional”. Es decir, nos damos cuenta de los males del mundo a gran escala, pero cerramos los ojos a lo que sucede a nuestro lado, que es donde tenemos un poder de intervención directo.

Al final, los grandes cambios se producen como suma de miles, millones de pequeños gestos que acaban transformando una sociedad. Sin lo pequeño no se llega a lo grande. Hay que empezar por ahí.

Tal vez porque es más cómodo lamentarnos que hacer algo concreto, por modestas que sean nuestras fuerzas, el hábito de mirar desde lejos nos lleva a pensar que no hay nada que podamos hacer para mejorar el mundo, y a nosotros con él.

Olvidamos que día a día tenemos la oportunidad de hacer más fácil la vida a los demás, y que el amor y la amabilidad son contagiosos —la última revolución pendiente—, pero se venden en envases individuales.

A esto mismo hace referencia el célebre versículo de san Juan, que plantea la pregunta: Si no amas a tu hermano, a quien ves, ¿cómo puedes amar a Dios, a quien no ves?».