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miércoles, 20 de agosto de 2025

Las cosas son como son

“No pretendas que los sucesos sucedan como quieres, quiere los sucesos como suceden y vivirás sereno”.
Epicteto



Fuente: “Somos fuerza” de Patricia Ramírez.

En muchas ocasiones nos negamos a asumir que algo es como no deseamos que sea, pero en esta vida hay situaciones que no dependen de nosotros y no hay nada que, de momento, podamos cambiar. No hay más. Es así y ya está.

La aceptación, que no es sinónimo de dejadez ni de resignación, consiste en dejar de luchar y dejar de desesperarse por aquello que ahora no puede cambiarse. Significa dejar de quejarse, de criticar, de menospreciar, de intoxicar el momento presente para poder conseguir que nuestras vidas vuelvan a funcionar. Si no lo hacemos, seguiremos en el limbo, sin capacidad de actuación ni decisión.

Entre las cosas que debemos aceptar, para esta entrada he seleccionado las tres siguientes: la parte injusta de la vida, el hecho de que no podemos controlarlo todo y que no somos perfectos.

֍ La vida tiene una parte injusta que, tarde o temprano, nos va a tocar. Nadie se libra de ello. La adversidad forma parte de la vida y hay que aprender a vivir con ella si queremos seguir avanzando y no quedarnos “pillados” en el “¿y por qué a mí?”. Ser una buena persona no es sinónimo de tener una vida justa. No hay una relación directa entre lo que damos en la vida y lo que la vida nos devuelve. El destino, la suerte —buena y mala—, la intervención de terceras personas, etc., también desempeñan papeles protagonistas en nuestra vida.

Pensamos que las explicaciones nos dejan tranquilos, pero no todo tiene una explicación. Hurgar en la llaga crea más dolor y no nos deja pasar página. Dialogar con nuestros pensamientos limitantes, críticos y negativos hace que los mantengamos vivos. Empezamos recordando y terminamos sintiéndonos mal. Dejemos de pensar cómo deberían haber sido las cosas. Son como son. Dejemos de buscar el motivo de por qué ocurrió y por qué a nosotros.

Desplacemos el foco a lo que va bien, a lo que funciona. Seamos agradecidos con la vida y con lo que nos rodea. Ilusionémonos con proyectos y personas con las que compartamos valores y nos llenen de energía. Hay muchas cosas que nos perdemos en la vida por no prestarles atención.

֍ Controlar significa tener bajo nuestra supervisión aquello que puede suponer un peligro. También implica anticiparnos a dificultades o problemas. El control forma parte de nuestra seguridad y supervivencia, pero muchas veces no tenemos en cuenta que lo que queremos controlar no depende de nosotros.

La sensación de perder el control genera ansiedad y frustración. Aunque queramos controlar la situación, la vida no siempre nos permite jugar la partida a nuestra manera. No se puede controlar qué va a ocurrir en el futuro, pero sí podemos aprender a vivir con ello.

֍ Otra forma de querer controlar es querer que todo esté perfecto. Valores como la exigencia y la superación nos hacen mejorar como personas y como profesionales, pero a estos valores les pasa como a las manzanas. Una manzana al día es saludable, pero dos kilos, no.

La batalla del perfeccionismo no se gana nunca porque, aunque te hayas superado, siempre hay algo que se puede mejorar. Hay batallas que solo se ganan cuando se abandonan.

Hemos de aceptar que no somos perfectos y nunca lo seremos. Intentar superarse constantemente nos asfixia, nos condena, nos estresa... ¿Es necesario? ¿Nos hace más felices? ¿Nos hace mejores personas?

Cuando bajamos el nivel de exigencia vivimos mejor, incluso con más salud. Ganamos serenidad, tiempo y calidad de vida. No tener que estar a la altura de nada y no compararse con nadie da mucha tranquilidad. Prueba a dejar de exigirte tanto y a disfrutar más de lo que ahora eres y tienes.


martes, 12 de agosto de 2025

La importancia de la empatía


Fuente: “Tú eres tu lugar seguro” de María Esclapez

La empatía es la capacidad de ponerse en el lugar de otra persona y entender lo que puede estar sintiendo en determinada situación. Esto no tienen nada que ver con leer el pensamiento, sino que tiene más relación con intuir por lo que puede estar pasando una persona, ya sea bueno o malo.

La empatía se puede aplicar en cualquier relación, pero creo que tiene más lógica que la pongamos en marcha con personas a las que queremos. A continuación, se señalan algunas claves para empezar a trabajarla.

1. Escucha atentamente, sin interrumpir ni juzgar.

2. Mientras escuchas, intenta imaginar qué sentirías tú en una situación similar a la que la persona te está describiendo.

3. No te obceques en tu opinión, procura comprender otros puntos de vista. Para ti es muy importante el tuyo, pero para la persona que te está trasladando su visión de las cosas también es muy importante su percepción.

4. Recuerda que hay tantas realidades de un mismo hecho como personas.

5. Expresa que entiendes lo que la otra persona te está trasladando. Esto es imprescindible para la comunicación, pues no es lo mismo entender y no decirlo que entender y transmitir ese entendimiento. Parece un detalle sin importancia, pero recuerda que la otra persona no puede adivinar lo que estás pensando. Puedes demostrar tu comprensión así:

- “Es normal que te hayas enfadado si lo viste de esta manera”.

- “Esto por lo que estás pasando parece muy estresante”.

- “Tuvo que ser muy duro para ti”.

- “Debes de sentirte muy triste”.

- “Comprendo tu punto de vista”.

- “Yo en tu lugar también estaría enfadada”.

- “Es terrible, tienes razón”.

- “Siento que tuvieras que pasar por esto”.

- Dar un abrazo.

- Intercambiar miradas comprensivas.

La empatía nos permitirá reconocer y abrazar la vulnerabilidad de quien tenemos delante y mostrarla al otro nos brindará la oportunidad de generar un clima de calma y serenidad, perfecto para avanzar en cualquier relación. Es la herramienta ideal para sentir que jugamos en un mismo equipo.

Cuando formamos parte del conflicto, es difícil el entendimiento y salir de nuestro dolor para comprender el de otra persona, pero es estos casos cuando más tenemos que usar la empatía.

Cuando alguien nos entiende, el dolor que sentimos pierde intensidad y eso hace que podamos ver las cosas con mayor claridad.


miércoles, 6 de agosto de 2025

Las organizaciones espirituales (II)


Este cuento está incluido en “La oración de la rana” de Anthony de Mello.

Cómo crecen las organizaciones espirituales

«En un determinado lugar de una accidentada costa, donde eran frecuentes los naufragios, había una pequeña y destartalada estación de salvamento que constaba de una simple cabaña y un humilde barco. Pero las pocas personas que la atendían lo hacían con verdadera dedicación, vigilando constantemente el mar e internándose en él intrépidamente, sin preocuparse de su propia seguridad, si tenían la más ligera sospecha de que en alguna parte había un naufragio. De ese modo salvaron muchas vidas y se hizo famosa la estación.

Y a medida que crecía dicha fama, creció también el deseo, por parte de los habitantes de las cercanías, de que se les asociara a ellos con tan excelente labor. Para lo cual se mostraron generosos a la hora de ofrecer su tiempo y su dinero, de manera que se amplió la plantilla de socorristas, se compraron nuevos barcos y se adiestró a nuevas tripulaciones. También la cabaña fue sustituida por un confortable edificio capaz de satisfacer adecuadamente las necesidades de los que habían sido salvados del mar y, naturalmente, como los naufragios no se producen todos los días, se convirtió en un popular lugar de encuentro, en una especie de club local. Con el paso del tiempo, la vida social se hizo tan intensa que se perdió casi todo el interés por el salvamento, aunque, eso sí, todo el mundo ostentaba orgullosamente las insignias con el lema de la estación. Pero, de hecho, cuando alguien era rescatado del mar, siempre podía detectarse el fastidio, porque los náufragos solían estar sucios y enfermos y ensuciaban la moqueta y los muebles.

Las actividades sociales del club pronto se hicieron tan numerosas, y las actividades de salvamento tan escasas que en una reunión del club se produjo un enfrentamiento con algunos miembros que insistían en recuperar la finalidad y la actividad originarias. Se procedió a una votación, y aquellos alborotadores, que demostraron ser minoría, fueron invitados a abandonar el club y crear otro por su cuenta.

Y esto fue justamente lo que hicieron: crear otra estación en la misma costa, un poco más allá, en la que demostraron tal desinterés de sí mismos y tal valentía que se hicieron famosos por su heroísmo. Con lo cual creció el número de sus miembros, se reconstruyó la cabaña... y acabó apagándose su idealismo. Si, por casualidad, visita usted hoy aquella zona, se encontrará con una serie de clubs selectos a lo largo de la costa, cada uno de los cuales se siente orgulloso, y con razón, de sus orígenes y de su tradición. Todavía siguen produciéndose naufragios en la zona, pero a nadie parecen preocuparle demasiado».