“Aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia”. Marcel Proust
No es que tu esfuerzo y palabras no valgan, es que estás hablándole a oídos que no quieren escuchar y a corazones que no se sienten responsables de nada.
Tienes que entender que no puedes ayudar a quien no quiere que le ayuden. Cada cual tiene su camino. No es bueno el exceso de paciencia con quien no quiere cambiar.
Cuando dejamos de aferrarnos al pasado, creamos espacio para nuevas oportunidades y crecimiento. Entiende que la vida es una serie de capítulos. Cada uno con sus propias lecciones. Al aceptar el cambio, honras tu camino y te abres a infinitas posibilidades.
Confía en que todo sucede por una razón, aunque no sea evidente de inmediato. Enfócate en el autocuidado y en nutrir tu bienestar durante las transiciones. De esta manera construyes una vida que es resiliente y llena de propósito.
Recuerda: cada desafío es una oportunidad disfrazada. Abraza lo desconocido con valentía y confianza. Dar la bienvenida al cambio con gracia, lleva a una vida de mayor plenitud y alegría”.
Cada persona tiene una asombrosa capacidad de transformación. Para eso no hay que ir al norte ni al sur. Dentro de ti mismo es donde anida el gran cambio. Decide lo que quieres ser y haz lo necesario para hacerlo posible, porque, aunque nada cambie, si tú cambias, todo cambia».