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sábado, 30 de julio de 2022

Algo más que recuerdos


 “Follow the dream” (“Sigue el sueño”). Richard Harvey.

Fuente: “Cuentos afilados en noches extrañas y otras puñaladas” de Bebi Fernández. (Adaptación de “Reflexión III”).

¿Crees que se van?

Cuando una tragedia irremediable, como la muerte de un ser querido, amenaza con sumir tu vida en una desolación infinita, la memoria entra en modo supervivencia y resta importancia a aquello que duele tanto.

Así es como se aprende a vivir sin las personas: desplazando el recuerdo a un lugar con menos prioridad en la zona encargada de almacenarlos.

Con sinceridad, ya no duele tanto, ya no pienso tanto en ello…

A continuar sin los cuerpos lo llamo “superación”, pero la mayoría lo llama “olvido”. A mí no me gusta llamarlo “olvido”. Uno se olvida de comprar aguacates en el supermercado, pero no olvida la partida de alguien a quien amó de verdad. Eso no se olvida, sino que se supera.

En efecto, se supera la pérdida y se aprende a vivir sin los cuerpos. Sin las almas, ya es otra cosa.

Los recuerdos, aunque desplazados, siguen ahí y, a veces, siento que son algo más que eso. Siento que las almas son perpetuas y que, incluso, se materializan en los que permanecen en vida.

A veces, parece que puedo oírlos. En serio, puedo oírlos. Si en medio de la ajetreada jornada diaria me paro a escuchar un instante el silencio, puedo oírlos reír, o llamarme por mi nombre, o despedirse antes de salir por la puerta. Lo sé porque hablo con alguien que se fue. Todos los días.

Se han ido, pero no se han ido y puedo verlos en esa nube o en aquella estrella o en esta noche oscura de verano.

Siguen aquí, dentro de mí. O allí arriba, si miro bien.

Yo sé que me explico.

Yo sé que me entiendes.


lunes, 25 de julio de 2022

Si no funciona, cámbialo


Fuente: “Soluciones prácticas” de Bernardo Stamateas.

Si lo que estamos haciendo no funciona, es hora de ponernos en marcha y hacer que las cosas comiencen a funcionar. Es tiempo de dejar de hacer lo que no sirve, lo que no nos da buenos resultados y, sin embargo, sumergidos en una especie de letargo, repetimos una y otra vez sin darnos cuenta.

Cada persona construye “su mundo” y termina teniendo siempre las mismas peleas, las mismas mañas, la misma comida, la misma relación sexual… como si eso fuera todo lo que existe y no hubiera nada más.

Todos tenemos paradigmas y no está mal tenerlos. Los necesitamos porque nos dan seguridad, tranquilidad y orden. Las rutinas tienen ese valor, pero cuando el paradigma a través del cual concebimos el mundo se vuelve muy cerrado, nos encarcelamos en nosotros mismos. Ese paradigma, esa idea, ese modelo mental que nosotros tenemos de lo que se puede y no se puede hacer, de cómo es y no es algo, se hace rígido y terminamos diciendo: “Es así y punto”.

Cuando decimos: “yo soy así”, en realidad se trata de un paradigma. Es el mundo que creamos con lo que sabemos, lo que no sabemos, lo que nos gusta, lo que no nos gusta, con nuestras rutinas y nuestros hábitos. Pensamos que no hay nada más, entonces nos volvemos rígidos y rutinarios. Vamos siempre por el mismo camino, decimos siempre lo mismo… Cuando nos volvemos inflexibles y estructurados, nos acomodamos y construimos una zona de confort.

Para que una situación se modifique es necesario salir de la inactividad y de la situación o situaciones que nos llevaron a ser pasivos. Todo lo que hasta hoy no funcionó tenemos que transformarlo en aprendizaje y en crecimiento. Cuando aprendemos de lo malo que vivimos, estamos listos para hacer cosas nuevas.

Necesitamos convertirnos en personas activas a las que las cosas les salen bien. Por eso, es que necesitamos motivarnos, tener sueños nuevos de cómo queremos que las cosas comiencen a suceder, mirar hacia delante y soltar la imaginación.

El aburrimiento, entendido como desgana, abatimiento, apatía, tedio, cansancio…, en muchos casos es un factor que nos lleva a hacer que las cosas no funcionen. Cuando una persona está aburrida, en cualquier ámbito, está más distraída y comete más errores y es más propensa a caer en adicciones.

Sin embargo, siempre podemos hacer algo para que las cosas comiencen a funcionar como esperamos. Y es siendo curiosos: ¿Y si pruebo con esto nuevo? ¿Y si intento hacerlo de otra manera? ¿Y si funciona?

—Con mi pareja las cosas ya no funcionan…

¿Estás seguro?, ¿intentaste hablar?, ¿has hecho algún cambio?

—Con mis hijos no hay diálogo…

¿Has probado invitarlos a tomar un café o a un paseo para estar un tiempo juntos y conversar?, ¿has intentado ir a buscarlos al colegio o a la facultad para hablar?, ¿los has sorprendido consiguiendo aquello que buscaban?

—En mi trabajo la relación con mis compañeros no da para más…

¿Has tratado de sorprenderles un día llevando algo para compartir: un café, unas pastas…?, ¿has probado a quedar para tomar algo y conversar del tema?

Cuando notes que algo en tu vida no está funcionando, no sigas haciendo lo mismo. ¡Cámbialo, modifícalo, mejóralo! Y si algo funciona, no cometas el error de cambiarlo o arreglarlo. No te acomodes hasta el punto de dejar de hacerlo. Sigue haciendo lo que te funciona.

Si funciona, sigue haciéndolo; si no funciona, haz algo diferente.

Los seguidores del blog son conocedores de lo que me interesa y agrada, por supuesto desde mi particular gusto, un buen anuncio publicitario. De hecho, dedico a ello una etiqueta a la que denomino “Pausa publicitaria”. Este año, la marca catalana de cerveza “Estrella Damm”, en su campaña de verano con el eslogan “Mediterráneamente”, ha realizado el videoclip titulado “Aquí, ahora y así” que, creo, puede ilustrar y “refrescar” esta estrada. Para mí, la clave está en el “detalle” del final del vídeo. A ver qué os parece.




lunes, 18 de julio de 2022

La solidaridad del clan

Una historia de solidaridad social (de hace más de medio millón de años).

El Sitio arqueológico de Atapuerca, Burgos, declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en el año 2020, es un conjunto de yacimientos arqueológicos y paleontológicos en los que se han encontrado restos de cinco especies de homínidos, entre ellos los restos de una especie desconocida, el Homo antecessor, el homínido más antiguo de Europa (800.000 años).

En una de las cuevas de Atapuerca, en la llamada Sima de los Huesos, se han encontrado los restos de al menos veintiocho individuos, de diferentes edades y ambos sexos, de una población de Homo heildebergensis, antecesores de los neandertales, de hace alrededor de medio millón de años.

Entre los años 2001 y 2002, aparecieron los huesos y se reconstruyó el denominado cráneo número 14 que era asimétrico y presentaba deformidades. Tras muchos estudios, se llegó a la conclusión de que el homínido al que perteneció, vivió unos diez años (un tercio de lo que viviría cualquier persona sana) y sufría craneosinostosis (los huesos del cráneo se cierran prematuramente, antes de que el cerebro se forme completamente. A medida que el cerebro del bebé crece, es posible que no tenga suficiente espacio para alcanzar su tamaño normal y el cráneo se va deformando cada vez más. La acumulación de presión en el cráneo, puede causar daño cerebral).

En la actualidad, la craneosinostosis es una enfermedad rara y cuando se presenta en un niño, se le opera en sus primeros meses de vida para evitar tanto la deformación estética como las posibles alteraciones en el encéfalo.

Hace aproximadamente medio millón de años, un individuo así, con una elevada presión intracraneal, que, tal vez, tuviera problemas psicomotrices y dificultades para caminar, no se valdría por sí mismo en un grupo de cazadores recolectores ni habría sobrevivido diez años sin la ayuda de los otros individuos del grupo. Fue, sin duda, el compromiso y la generosidad de su clan lo que le proporcionó esa vida.

El primer apodo del cráneo 14 en el laboratorio fue Benjamín que en hebreo significa “el niño más querido”, pero ahora, por la gracilidad de las estructuras óseas, se cree que fue niña.

Benjamina nos desvela que los preneandertales de Atapuerca ya cuidaban de los discapacitados hace 530.000 años.

Sin embargo, la craneosinostosis, dependiendo del tipo, no siempre es incapacitante ni genera dependencia y quienes la padecen pueden vivir con normalidad, eso sí, con un cráneo peculiar y un problema estético...

Esta historia llena de ternura, tal vez, es fruto de la imaginación y del deseo de encontrar los primeros rasgos humanos en nuestro pasado animal. ¿Hay algo más humano que elegir cuidar a alguien? Ayudar nos hace plenamente humanos.


lunes, 11 de julio de 2022

Lo que importa es el mensaje


Fuente: “Despertar. La clave para volvernos más humanos” de Julio Andrés Pagano.

El Universo, la Existencia, Dios, como quieras llamarlo, fiel a su naturaleza creativa, se disfraza de millones de maneras para acercarnos lo que nos quiere decir y aquello que necesitamos saber.

Constantemente nos llegan mensajes, con diversas formas y apariencias, para que evolucionemos, para ayudarnos a cambiar nuestra vida.

Todo enseña y todo comunica. Así, por ejemplo, el pájaro, con su vuelo, nos enseña la libertad; la nube, con sus transformaciones, nos enseña a fluir; la flor, expandiendo su aroma, nos enseña a ser generosos…

Sin embargo, todos los mensajes que recibimos, así como vienen, se van, pues, a causa de la rutina, de nuestros miedos, condicionamientos o conveniencias, nuestra mirada se ha vuelto pobre y mezquina.

Pensamos que somos libres, sin embargo, estamos cautivos por nuestras estructuras mentales. Permanecemos inmovilizados por las cadenas de las creencias y, así, no hay posibilidades de remontar vuelo. Vivimos con el corazón cerrado respirando sufrimiento y desesperanza.

El mensajero puede ser Jesús, Buda, Krishna, Mahavira, Lao Tse, Chuang Tzu, un vagabundo, un perro, un pájaro, una mariposa, una flor... Qué importa quién transmite el mensaje. Lo que vale es lo que se nos quiere decir.

Los mensajeros, que cumplen su función, constituyen un medio. Lo verdaderamente importante es el mensaje que puede ayudarnos a elevarnos, impulsar cambios que nos conviertan en personas más positivas, sensibles y equilibradas.

Si piensas que solo los que cumplen los preceptos de una religión están cerca de Dios, te habrá horrorizado lo que acabas de leer, pero todo, absolutamente todo, forma parte del Creador.

¿Por qué elegir quedarnos estancados, rumiando penas? Si lo que vemos fuera no nos gusta, cambiemos lo que está dentro y mágicamente nuestra vida será otra. Recuperemos el vínculo con nuestro niño interior. Descubramos quiénes somos.

Debemos estar más atentos, más despiertos y ser cada día más conscientes. Tenemos que abrir los ojos y ampliar la mirada. Solo entonces conectaremos con la esencia de los mensajes que se nos transmiten.

Demos paso al mensajero. Escucha. Lo que importa es el mensaje.


lunes, 4 de julio de 2022

El problema de las palabras (II)


Fuente: “Un minuto para el absurdo” de Anthony de Mello.

—Cuando hablas de la Realidad —dijo el Maestro—, intentas expresar con palabras lo Inexpresable, de manera que lo más seguro es que tus palabras no se entiendan. Del mismo modo, las personas que leen esa expresión de la Realidad que llamamos “Escrituras” se vuelven estúpidas y crueles, porque no siguen la lógica de las Escrituras, sino lo que ellas piensan que dicen las Escrituras.

Y lo ilustraba con una parábola:

«El herrero del pueblo contrató a un aprendiz dispuesto a trabajar duro por poco dinero, y se puso a instruirlo:

—Cuando yo saque la pieza del fuego, la pondré sobre el yunque; y cuando te haga una señal con la cabeza, golpéala con el martillo.

El aprendiz hizo exactamente lo que creía que le habían dicho, y al día siguiente se había convertido en el nuevo herrero del pueblo».