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sábado, 29 de marzo de 2014

Dónde encontrarse con Dios

Fuente: “La voz del bosque. Parábolas y plegarias” de Vidal Ayala Sacristán.

El ermitaño, en oración, oyó claramente la voz de Dios. Le invitaba a acudir a un encuentro especial con Él. La cita era para el atardecer del día siguiente, en la cima de una montaña lejana. Temprano se puso de camino; necesitaba toda la jornada para llegar al monte y escalarlo. Ante todo, quería llegar puntual a la importante entrevista.

Atravesando un valle, se encontró a varios campesinos ocupados en intentar controlar y apagar un incendio declarado en el bosque cercano, que amenazaba las cosechas y hasta las propias casas de los habitantes. Reclamaron su ayuda porque todos los brazos eran pocos. Sintió la angustia de la situación y el no poder detenerse a ayudarles. No debía llegar tarde a la cita y, menos aún, faltar a ella. Así que con una oración para que el Señor les socorriera, apresuró el paso, ya que había que dar un rodeo a causa del fuego.

Tras ardua ascensión, llegó a la cima de la montaña, jadeante por la fatiga y la emoción. El sol comenzaba su ocaso; llegaba puntual, por lo que dio gracias al cielo en su corazón. Anhelante esperó, mirando en todas las direcciones. El Señor no aparecía por ninguna parte. Por fin descubrió, visible sobre una roca, algo escrito. Leyó: “Dispénsame, estoy ocupado ayudando a los que sofocan el incendio”.

Entonces comprendió dónde debía encontrarse con Dios.


lunes, 24 de marzo de 2014

Invertir en sí mismo/a

Fuente: “El cociente agallas” de Mario Alonso Puig.

«La mejor inversión que cualquiera de nosotros podemos hacer es fomentar nuestra salud, mantener nuestro equilibrio y ser más conscientes de la grandeza con la que nacimos. En el fondo, se trata a aprender a cuidar de nosotros mismos para así cuidar de otros.

Invertir en uno mismo y apostar por uno no es un gesto de egoísmo, sino de inteligencia. Nadie puede dar de lo que no tiene. La única manera de crear entornos ilusionantes y confiados es que nosotros seamos fuente de ello, viviendo ilusionados y llenos de confianza.

No importa si estamos en un desierto; basta un poco de lluvia para que ese desierto empiece a florecer. Cada uno de nosotros podemos ser esa lluvia tan necesaria.

El mundo necesita personas que irradien vitalidad, serenidad, alegría y confianza. Si la depresión es contagiosa, también el entusiasmo lo es.

Cada uno ha de elegir cómo quiere vivir los distintos momentos que marcan su existencia. Ya no nos convencen las palabras, solo nos inspira el ejemplo.

La verdadera riqueza es la riqueza interior. Aunque todos poseamos una mina de diamantes, no todos están dispuestos a picar para extraer de la tierra aquello que es tan valioso. Por eso, la pregunta clave no es si puedes ser más feliz, sino si estás dispuesto a serlo».


miércoles, 19 de marzo de 2014

Tú eliges

Este cuento está incluido en el libro “La oración de la rana” de Anthony de Mello.

Una dependienta le vendió unos pantalones de un amarillo rabioso a un muchacho que parecía encantado con su compra.

Al día siguiente volvió el muchacho diciendo que quería cambiar los pantalones. El motivo: “No le gustan a mi novia”.

Una semana más tarde regresó de nuevo, todo sonriente, a comprar otra vez los dichosos pantalones. “¿Ha cambiado su novia de opinión?”, le preguntó la dependienta.

“¡No!”, respondió el joven. “He cambiado yo de novia”.


viernes, 14 de marzo de 2014

El “valor” de la belleza


  “O mio babbino caro”. Giacomo Puccini. Violín: Joshua Bell.

El viernes 12 de enero de 2007, a una hora punta del día, a las 7:51, un joven bajó del metro de Washington, en la estación L'Enfant Plaza, vistiendo pantalones vaqueros, camiseta y una gorra de béisbol. Se paró cerca de la entrada, sacó un violín de su funda, la colocó abierta en el suelo con un par de dólares y el cambio que llevaba en sus bolsillos y comenzó a tocar con entusiasmo para la multitud que pasaba por allí camino del trabajo. Interpretó durante 43 minutos fragmentos de obras maestras de Bach, Schubert, Ponce, Massenet y Kreisler.

Nadie sabía que el violinista era Joshua Bell, uno de los mejores intérpretes de música clásica en el mundo, tocando con un Stradivarius de 1713 estimado en más de 3,5 millones de dólares. Fue prácticamente ignorado por las 1097 personas que pasaron. Solo 6 personas se detuvieron un momento. El que puso mayor atención fue un niño de 3 años que se paró a mirar al violinista, pero su madre le forzó a seguir adelante y siguió caminando volviendo la cabeza. Alrededor de 20 personas le dieron dinero, pero siguieron caminando a su ritmo normal. Tan solo lo reconoció una mujer que lo había visto en un concierto en la Biblioteca del Congreso.

Recaudó 32 dólares y no recibió ni un aplauso. Algunos días antes, Bell había tocado en el Symphony Hall de Boston, donde la entrada costó un promedio de cien dólares.

Esta actuación, formó parte de un experimento social llevado a cabo por el diario “The Washington Post” para iniciar un debate sobre el tema “valor, contexto y arte”. El planteamiento era el siguiente: En un entorno común, a una hora inapropiada, ¿percibimos la belleza?, ¿nos detenemos a apreciarla? ¿Reconocemos el talento en un contexto inesperado?

Se han sacado muchas conclusiones de esta historia, algunas llenas de poesía como la siguiente: “Si no nos detenemos a escuchar a uno de los mejores músicos del mundo tocando la mejor música jamás escrita, ¿Cuántas otras cosas nos estamos perdiendo?”.

Mi conclusión es algo más prosaica: si estas personas hubiesen sabido quién era el violinista del metro, se hubieran detenido y aplaudido. Damos valor a las cosas cuando están en un contexto y, lamentablemente, valoramos solamente aquello que tiene precio. Por tanto, el valor lo dictan los mercados, los medios de comunicación y, en definitiva, las instituciones con poder económico que los controlan. Ellos manipulan nuestros sentimientos y nuestra apreciación de belleza.



domingo, 9 de marzo de 2014

“Estoy bien”. Juan José Benítez

“Es el nacimiento lo que constituye el sueño y el olvido, pues el alma, al nacer en un cuerpo, pasa de un estado de gran conciencia a otro mucho menos consciente y olvida las verdades que sabía en su estado anterior... Por tanto, la muerte es despertar y recuerdo”
Platón



Fuente: EFE lainformacion.com 04-03-2014.

El pasado día 4 de marzo, se puso a la venta el libro del escritor Juan José Benítez “Estoy bien”. Con este nuevo libro quiere llevar un poco de esperanza a la gente que tiene miedo a la muerte. Para ello, ha decidido sacar a la luz unas investigaciones que lleva haciendo desde hace 45 años y en las que ha estudiado un millar de casos de apariciones de gente ya fallecida. Son experiencias vividas por hombres y mujeres de diferentes clases sociales, edades, creencias religiosas y distintos niveles culturales. “Estoy bien” reúne una selección de 160 casos que demuestran que más allá de la muerte, hay una vida física, no muy lejana, que no nos imaginamos y a la que no hay que tenerle ningún miedo. J.J. Benítez ya relató en el año 2000, en su libro “Al fin libre”, cómo es el “más allá”.

Casi todos los “resucitados”, como él los llama, repiten “estoy bien”, “estoy feliz”, “no llores más” e irradian sensación de felicidad.

La ciencia, lamentablemente, no se preocupa de la muerte. Ni puede, ni quiere dar explicaciones.

Os dejo dos vídeos. El primero es un “booktrailer” del libro realizado por el equipo del programa de radio “Los misterios nos miran”. El segundo recoge la presentación del libro en Madrid, el día 20 de marzo.



miércoles, 5 de marzo de 2014

Hagamos el “avión”

La aerolínea española Air Europa presentó en noviembre de 2013 una emotiva campaña publicitaria titulada “Nada nos hará perder las ganas de volar”.

El anuncio ha sido realizado por la agencia publicitaria Del Campo Saatchi & Saatchi y el actor español José Sacristán le pone su gran voz sobre la canción “Había una vez un Hushpuppy” de la banda sonora de la película “Bestias del sur salvaje”.

En un minuto, el anuncio nos transmite un mensaje optimista en el que se recurre al gesto simbólico de levantar los brazos para hacer el avión.

Todo un soplo de aire fresco.

«Algo raro está pasando.

Porque no me gusta lo que estoy viendo últimamente.

O, mejor dicho, lo que no estoy viendo.

Sé que parece una tontería, pero la gente ya no hace el “avión”.

Ni en las fiestas, ni en las bodas, ni en el fútbol...

Si haces el avión es que estás soñando.

Es que estás volando.

Todos lo hemos hecho en algún momento.

Niños y mayores... Todos.

Pero ahora más que nunca es el momento.

Alcemos nuestros brazos.

Y salgamos volando».