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sábado, 31 de diciembre de 2016

Te desafío

Felicitación del Año Nuevo 2017

  “Perhaps love” (Quizás el amor). Plácido Domingo y Jhon Denver.

Los desafíos que nos depara la vida nos sacan de nuestra complacencia y hacen que no pretendamos controlarlo todo; ensanchan nuestros límites y nos ayudan a descubrir nuestras capacidades, nuestros dones y nuestro auténtico yo. Por todo esto y porque la más insignificante de las acciones siempre es mejor que la más audaz de las intenciones... te propongo para el próximo mes los siguientes desafíos:


Fuente: “Audaz, productivo y feliz” de Robin Sharma.

- Te desafío a que seas un soñador en un mundo con demasiada gente que ha renunciado a defender sus sueños.

- Te desafío a que seas la persona más positiva que conozcas, en un mundo donde impera el negativismo y está de moda el cinismo.

- Te desafío a que hagas tres cosas de las que tengas miedo (porque tus miedos son la puerta a una vida mejor), y visites aquellos sitios que te producen temor.

- Te desafío a que hagas ejercicio con frecuencia, sigas una alimentación sana y trates tu cuerpo como un templo.

- Te desafío a que cada mañana dediques los sesenta minutos de una hora “santa” a reflexionar sobre lo que quieres que represente tu vida, y a leer algo profundo e inspirador.

- Te desafío a que te entregues a la excelencia en una sociedad en la que son demasiados los que aceptan la mediocridad.

- Te desafío a que seas luz en un planeta donde hay demasiada oscuridad, y a que tengas cada día buenas obras, aunque no se te reconozcan.

- Te desafío a que, siempre que tengas elección, te decidas por aquello que convierta este mes en algo extraordinario.

- Te desafío a que tomes las palabras que te he ofrecido y reflexiones a fondo sobre ellas para que inspiren tus actos.

- Te desafío a que dediques un momento (el de ahora) a acordarte de quién eres de verdad. Ponte en pie para ser grande.

FELIZ AÑO 2017


ALGUNAS ENTRADAS RELACIONADAS EN ESTE BLOG:

- Para vivir... (2016)
- Desiderata (2015)
- ¿Qué se le puede pedir a la vida? (2014)
- Te deseo 365 días felices (2013)
- Reivindicar la alegría (2012)

jueves, 29 de diciembre de 2016

Un cuento por Navidad: La historia de Akupai

¡Cómo me gusta un buen cuento de Navidad! Es algo con lo que disfruto desde que, con seis años, los Reyes Magos me trajeran el cuento de “La vendedora de fósforos” de Hans Christian Andersen. Creo que estaba “mágicamente” ilustrado: tal era la fascinación que ejercía sobre mí. Es, sin duda, el libro más remirado, releído y recreado en mi imaginación de mi vida.

Hoy voy a dejaros una bonita historia muy bien contada: “La historia de Akupai”, escrita por Philippe Lechermeier (Estrasburgo, 1968).


«Hace ya días que llegó el invierno. Ahí fuera, los habitantes del pueblo caminan apresurados hacia sus casas, hundiendo sus pasos en la espesa nieve, como si escribieran con sus zuecos en la página en blanco de un inmenso cuaderno. Los copos caen sin cesar y, más tarde, cuando yo salga, habrán cubierto con una nueva capa de nieve el camino del pueblo. Pero entonces, serán mis pasos los que escribirán la continuación de la historia, una historia que comenzó hace muchos años.

Todo empezó cuando llegaron por primera vez. Por entonces, cada familia poseía varias fanegas de una tierra rica y ligera en la que prosperaba la granza. Ésta crecía alrededor de todo el pueblo y su brillo tenía el esplendor de las hogueras de San Juan. Una vez recolectada y seca, producía un tinte rojo que servía para teñir telas. Se decía que el rojo que se obtenía era apreciado en el mundo entero.

Yo todavía era un niño la primera vez que vinieron.

Fue durante esa época del año en que los días se alargan poco a poco.

Los campos se teñían de amarillo, de ese amarillo que se transformaba en rojo y que nos permitía vivir. Eran, todo lo más, una decena.

Únicamente hablaba nuestra lengua el que dirigía el grupo: Akupai.

Nos explicó que él y sus compañeros buscaban trabajo.

Fueron bien recibidos, llegaban en un buen momento. Los campos lucían un amarillo intenso, presagiando una cosecha extraordinaria.

Akupai y sus compañeros trabajaban duro.

Salían muy temprano y no regresaban hasta que terminaba el día. Verlos adentrarse en los campos era curioso: su piel tenía el mismo color que las flores de la granza y daba la impresión de que desaparecían por completo entre ellas. Por la tarde, parte del resplandor de los campos regresaba con ellos al pueblo.

Akupai trabajaba en nuestras tierras. Después de la cena, los demás se reunían con él delante de nuestra casa y conversaban hasta altas horas de la noche. A veces, sacaban de sus bolsillos unos trocitos de hueso que hacían saltar entre sus dedos lastimados por la granza, y comenzaban partidas interminables de un extraño juego. Al terminar cada jugada, dibujaban misteriosos signos en el polvo del suelo y, aunque yo no entendía las reglas, los observaba con interés.

Una noche, cuando casi toda la granza se había recolectado, bajé a sentarme junto a Akupai.

Estaba pensativo, con la mirada perdida en la lejanía.

Me pregunté en qué podría estar pensando con aquella expresión tan seria.

Entonces me habló de su país, un país en el que no crecen las flores, donde el invierno dura todo el año y las casas son de hielo, porque hay tan pocos árboles que no se pueden construir con madera.

Antes de ir a acostarme, le pedí que me enseñara los huesecillos con los que jugaba, y los hizo rodar ágilmente en su mano.

Algunos días después, cuando la recolección ya había terminado, Akupai y sus compañeros se pusieron en camino para regresar a sus casas.

Mi padre les dijo que podían volver hacia fin de año, porque había que moler la granza para obtener el tinte rojo. Akupai asentía moviendo la cabeza de arriba abajo, repitiendo las palabras de mi padre, como para retenerlas mejor.

Después, se despidieron de toda la gente que se había congregado en la gran plaza y se fueron.

Pasaron los meses, los días se hicieron más cortos y la temperatura más fría. Los pájaros volaron hacia el sur y un viento gélido barrió la llanura. Durante la noche todo se cubría de hielo y los lobos aullaban a nuestro alrededor. El aire era seco y, para perfumar las casas con el olor de la resina, cortábamos un abeto y lo dejábamos secar durante días en un rincón. De vez en cuando, mi padre subía a la granja para comprobar si las raíces de la granza se estaban secando bien.

Como todos en el pueblo, sentíamos que cuanto más cerca estaba el momento de la molienda, más anhelaba mi padre el regreso de Akupai y los suyos.

Y así fue, volvieron una mañana cuando apenas había amanecido.

Los gritos de los demás niños resonaban en las calles nevadas, y me precipité afuera para ver qué pasaba.

A lo lejos, descendiendo por las tierras desnudas y blancas, se les veía aproximarse al pueblo. Era una extraña procesión la de aquellos hombres venidos del frío, vestidos con largas pellizas, calzados con botas de cuero rústicamente curtido y con los rostros amarillos que recordaban los colores del verano.

Se podía reconocer a Akupai, que marchaba a la cabeza, por su larga barba negra. Habían vuelto tal como prometieron. Arrastraban tras ellos trineos hechos de madera y de hueso.

En cada una de las casas se les dio una calurosa bienvenida y Akupai se quedó con nosotros.

En cuanto se enteró de que Akupai había vuelto, mi madre sacrificó un pavo bien gordo que asó durante horas en el horno y la comida fue una gran celebración.

Las velas que iluminaban nuestros rostros se iban consumiendo sobre la mesa. El aroma del abeto se mezclaba con los olores de los frutos secos y de la canela. Entablamos una cálida conversación y, poco a poco, las palabras se fueron espaciando al compás de las velas, que se iban extinguiendo una a una.

Al levantarme a la mañana siguiente, puse muchos troncos en la estufa para calentar la habitación. Bajo el abeto, había un objeto extraño que me llamó la atención. Unas hojas de maíz secas y atadas con un cordel de cáñamo envolvían algo. Me acerqué al paquete. Con letra muy pequeña, escrito torpemente sobre las hojas, se podía leer mi nombre.

Impaciente, desaté el cordel y, cuando desplegué las hojas de maíz, descubrí cinco huesecillos. Cinco pedacitos de hueso, pulidos por el uso de años: cuatro eran claros y uno oscuro. Era el juego de Akupai que tanto me intrigaba. Más tarde, durante la mañana, me explicó cómo jugar. Y como en el suelo no había tierra, marcamos los puntos en la escarcha de la ventana.

Por la tarde, cuando me reuní con mis amigos, me sentía emocionado al pensar que iba a enseñarles mis huesecillos.

En la calle oí gritos de alegría y de admiración. Objetos increíbles pasaban de mano en mano: una flauta hecha con un cuerno de reno, un cuchillo blanco con el mango tallado, unas figuritas esculpidas en una piedra que parecía hielo.

Como Akupai, sus compañeros habían traído regalos para los niños de las familias que los acogían. Jamás he vuelto a vivir una tarde como aquella.

Durante varias semanas, Akupai y sus compañeros trabajaron la granza. Para calentarnos, íbamos con frecuencia a observarlos. Las cubas del tinte desprendían un calor sofocante que agradecíamos en aquellos días de tanto frío.

En el vapor de agua empapaban la lana, el lino y la seda. Estaban maravillados por aquella flor amarilla con la que se podían teñir las telas de rojo. Tanto, que acabaron tiñendo todas sus ropas. Sumergieron en el tinte sus camisas y después hicieron lo mismo con sus pesados abrigos de piel.

Y así fue durante muchos años. Venían al pueblo para la recolección, después, para el teñido de las telas. Siempre nos traían regalos y, cuando la granza estaba ya casi seca y empezaban a caer los primeros copos, no era raro encontrar a un niño que observaba el horizonte para ver llegar a los que venían del frío.

Cuando, por fin, alguien veía aparecer a lo lejos un resplandor casi tan rojo como el del sol poniente, se apresuraba a anunciar su regreso.

Entonces, los padres cortaban un abeto, mientras las madres preparaban una buena comida.

Después, comenzaba otra espera, hasta el día siguiente, cuando, junto al abeto, envuelto en hojas de maíz, encontrábamos un nuevo regalo.

Todo hubiera podido continuar igual durante años: la granza amarilla transformada en color rojo, las telas blancas sumergidas en las cubas de tinte, el pueblo que se enriquecía y los del frío que venían a ayudar.

Pero, poco a poco, y sin que apenas nos diéramos cuenta, la granza se fue vendiendo cada vez menos. Los escasos mercaderes que todavía venían al pueblo nos contaron que se podían teñir las telas de rojo en otros sitios y a mejor precio. Poco después, incluso estos mercaderes dejaron de venir.

Y éste fue el fin de la granza.

Alrededor del pueblo, los campos ya no se coloreaban de amarillo en primavera. La vida se hizo más dura. El trabajo empezó a faltar.

Pero lo que más me inquietaba, y estoy seguro de que a los otros niños les ocurría lo mismo, era que ya no veríamos distinguirse en el horizonte la silueta roja de aquellos que volvían cada año, cuando la granza estaba seca y caían las primeras nieves. Por primera vez, después de muchos años, el invierno empezaba sin alegría.

Una noche, en uno de esos días que no cesaba de nevar, nos asustaron unos golpes en el cristal.

Nos acercamos inquietos.

Era Akupai, con su abrigo rojo cubierto de nieve. Tenía en las manos algunas hojas de maíz atadas con un cordel de cáñamo.

Akupai regresó desde entonces todos los años. Incluso mucho después de que su barba negra se volviera blanca.

Al principio lo hizo por mí; después, por mis hijos; después, por los hijos de mis hijos.

Atravesaba su país sin flores y sin árboles en el trineo para traer regalos a cada niño del pueblo.

Una vez que había acabado de distribuirlos, venía a verme. Y, puntualmente, yo sacaba mis cinco huesecillos, y jugábamos marcando los puntos en la escarcha de la ventana, como la primera vez.

La última vez que lo vi, le costaba trabajo jugar. Parecía cansado y le temblaban los dedos. Cuando terminamos la partida, me estrechó entre sus brazos.

A la mañana siguiente, encontré en el pasillo su larga pelliza roja y sus botas de cuero mal curtido.

Ésta es la historia de Akupai.

Y ahora, ha llegado el momento de salir a la nieve. Me pongo sus botas. Su pelliza roja es muy cálida, no pasaré frío. Tras las ventanas de las casas veo los abetos, e imagino a los niños que esperan impacientes.

Al cargar los regalos sobre el trineo, dejo huellas en la nieve, como si escribiera en un libro la continuación de la historia: la historia de Akupai».


martes, 27 de diciembre de 2016

Hijos del entendimiento

La marca Campofrío viene proponiendo en sus campañas de Navidad, una reflexión colectiva que sirva como una crónica social de lo que ha dado de sí el año.

En años anteriores, en los que sufrimos el gran impacto de la crisis económica, los anuncios de Campofrío nos mostraron la capacidad de los españoles de seguir adelante ante las dificultades.

Este año, lleno de discrepancias y desacuerdos, la campaña, que lleva por título “Hijos del entendimiento”, quiere poner de relieve la capacidad de los españoles para superar diferencias de opiniones, prejuicios, creencias o ideologías a través del entendimiento y del amor. Se ha puesto la atención en que son muchas más las cosas que nos unen que las que nos separan y en que debemos ser capaces de superar y aprender a convivir con todas nuestras diferencias.

El anuncio, de la agencia publicitaria McCann, está protagonizado por parejas e historias reales que demuestran que es posible entenderse entre opuestos.

Además, la marca recogerá y seleccionará historias reales de personas que buscaron el entendimiento en vez de la distancia, para crear y estrenar en Madrid, una obra de teatro dirigida por Daniel Sánchez Arévalo.



ALGUNAS ENTRADAS RELACIONADAS EN ESTE BLOG:

- Disfrutar en tiempos difíciles (Navidad 2011)
- El curriculum de todos (Navidad 2012)
- Hazte extranjero (Navidad 2013)
- La “Bombería” (Navidad 2014)
- Despertar (Navidad 2015)

sábado, 24 de diciembre de 2016

Vivir es un milagro

Felicitación de Navidad del año 2016

  “L'île Fréerique”. Michel Pépé.

Navidad significa nacimiento, principio de algo, tiempo en que algo empieza, nueva oportunidad, invitación a VIVIR con mayúsculas... Es posible. Siempre es posible.


Fuente: “Psicohigiene” de Javier Urra.

Vivir es un milagro. Cada uno de nosotros ha sido concebido a cambio de que otro número casi infinito no lo haya sido. Sin embargo, una cosa es vivir y otra existir.

Debemos ser conscientes de que vivimos, obtener y entregar todo lo que podemos aportar y lo que llevamos dentro. Sentirnos razonablemente libres, mostrarnos independientes, permitirnos reflexionar, vivir sencillamente, disfrutar de la amistad…

Vivir es personal e intransferible. Vivir bien presupone vivir con honestidad, con nobleza, con alegría, con amor.

La vida, al ser social, necesariamente genera conflictos, por eso o te la organizas, o te la organizan.

Precisamos priorizar, no podemos mantenernos en un sentimiento de urgencia permanente, pero, como el jazz, la vida requiere improvisación.

La vida nos exige continuamente tomar decisiones. Siempre nos demanda nuevas respuestas. Tenemos que acostumbrarnos al cambio, a fluir, a adaptarnos.

Vivir es apasionarse. Toda persona debe desarrollar sus capacidades morales, cognitivas, artísticas técnicas, culturales… Debe no solo llevar su vida en sus manos, sino contribuir a la mejora de la de los que le rodean. Cuando uno vive con y por los demás, la vida merece la pena y debe parecernos corta.

Debemos esperar de la vida haber sido queridos y haber amado, haber disfrutado de las personas, la naturaleza, la belleza, y haber hecho algo de lo que sentirse orgulloso.

Amanecer es volver a nacer, es una nueva oportunidad, una invitación a hacer y a ser.

FELIZ NAVIDAD



ALGUNAS ENTRADAS RELACIONADAS EN ESTE BLOG:

- Compasión en la Tierra (2015)
- El regalo de la vida (2014)
- Tender puentes (2013)
- El propósito fundamental de la vida (2012)
- Encontrar otra Navidad (2011)

miércoles, 21 de diciembre de 2016

Sentir la vida

Felicitación de Navidad del año 2016 para los seguidores del blog

  “Aquí estoy yo” (Fragmento). Luis Fonsi.

Un año más, mi pequeño gran mensaje de felicitación a las personas que siguen el blog. Gracias por estar ahí.

¡FELIZ NAVIDAD!


Fuente: “Maravillosamente imperfecto, escandalosamente feliz” de Walter Riso.

No te apagues como una vela. Si te aíslas en tu propia cárcel de prejuicios y normas irracionales, vivirás abatido. El dolor y la alegría se pegan a uno por carácter transitivo. Rebélate contra los caballeros y las mujeres de la armadura oxidada. La pasión y la emoción son contagiosas.

Si no sientes lo que haces, mejor no lo hagas. Y si en verdad lo sientes, hazlo hasta agotar reservas: juégatela.

Dos máximas pueden servirte de guía:

- Haz lo que quieras si no es dañino para ti ni para nadie.

- Haz lo que quieras, si no violas la Carta Universal de los Derechos Humanos.

Deja que el fuego de la emoción positiva te ilumine, que tu mayor defecto sea sentir la vida y palpitar con ella hasta las últimas consecuencias.


sábado, 17 de diciembre de 2016

Arrebatar la atención

Fuente: “No te ahogues en un vaso de agua” de Richard Carlson.

En la entrada de este blog titulada “La necesidad de escribir”, se dice que algunas personas escriben para comprender su propia alma. Es el caso de esta entrada, pues a diario me esfuerzo por terminar con mi hábito de interrumpir la narración de otros para llevar la conversación de vuelta a mi propia persona. Son muchos los intentos y muchos los fracasos, pero merece la pena cuando lo consigo.

La próxima vez que alguien nos cuente una historia o comparta con nosotros un logro propio, fijémonos en nuestra tendencia a decir algo acerca de nosotros mismos como respuesta.

Nuestra necesidad excesiva de atención proviene de nuestro ego, esa parte de nosotros que quiere que lo vean, oigan, respeten, consideren especial, a menudo a expensas de alguna otra persona. Es la parte de nosotros que interrumpe la narración de otros, o espera con impaciencia nuestro turno de hablar con el fin de llevar la conversación y la atención de vuelta a nuestra propia persona.

La mayoría de nosotros, en diferentes grados, nos entregamos a este hábito difícil de romper, que crea distancia entre nosotros y quienes nos rodean.

En lugar de decir: “Yo hice lo mismo una vez” o “A que no adivinas qué hice hoy”, mordámonos la lengua, escuchemos con atención y digamos simplemente: “Eso es fantástico” o “Por favor, cuéntame más”, y dejémoslo ahí. La persona que esté hablando no tendrá la sensación de estar compitiendo con nosotros. El resultado será que esa persona se sentirá más relajada, confiada e interesante. También nosotros nos sentiremos más relajados porque no estaremos esperado para intervenir.

Estamos hablando de la necesidad impulsiva de arrebatar la gloria y la atención de los demás. Existen, obviamente, muchas ocasiones en las que resulta apropiado no renunciar a ellas e intercambiar experiencias mutuas.

Cuando dejamos de necesitar que toda la atención se centre en nuestra persona y permitimos que los otros se lleven la gloria, sucede algo mágico: una sensación de serenidad y seguridad se apodera de nosotros.


martes, 13 de diciembre de 2016

Un mar de fuegos

Cuento de Eduardo Galeano titulado “El mundo” obtenido de la revista literaria “La máquina del tiempo”.

«Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo. A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.

—El mundo es eso —reveló—. Un montón de gente, un mar de fueguitos. Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende».


jueves, 8 de diciembre de 2016

Pura Luz

Hoy, día de la “Inmaculada”, puntual a la cita, deseo enseñaros, otro año más, es grande mi alegría por ello, el belén de mi casa. Ya es el quinto año que os lo muestro a través de un vídeo. El título de la entrada hace referencia a su música: “Pure Lumière” de Michel Pépé.

Este año quiero mostraros las escenas de más entidad o importancia religiosa, es decir, los llamados Misterios: La Anunciación del Ángel a María, la Visitación de María a su prima Isabel, el Empadronamiento en Belén, la Natividad, la Anunciación a los pastores, la Visita de los Reyes Magos, la Presentación de Jesús en el templo, la Matanza de los Inocentes y la Huida a Egipto.

Os recuerdo que el belenista es mi marido. Todo el mérito es suyo. Él es el artífice y, aparte de montar e iluminar todas las escenas, ha diseñado y hecho todos los edificios. Fijaos en la delicadeza de la casa de María en Nazaret, en los detalles de la “oficina del censo”, en el templo judío (cuya fachada se inspira en la principal de la Basílica de San Ildefonso de Jaén) o en el templo egipcio…

Horas y horas de minucioso trabajo. Horas y horas disfrutando, incansable y feliz.



ALGUNAS ENTRADAS RELACIONADAS EN ESTE BLOG:

- La cuna de la vida (2015)
- El belén del mar (2015)
- Todos los caminos llevan a Belén (2014)
- Montar el "Belén" (2013)
- Quiero enseñarte mi belén (2012)

lunes, 5 de diciembre de 2016

Escucha tus sensaciones

Fuente: “No te ahogues en un vaso de agua” de Richard Carlson.

Los seres humanos tenemos a nuestra disposición un sistema de navegación a toda prueba para orientarnos a través de la vida. Dicho sistema consiste en nuestras sensaciones y nos hace saber cuándo nos hemos desviado del camino y nos dirigimos hacia la infelicidad y el conflicto… o cuándo vamos bien encaminados, en dirección a la paz mental. Las sensaciones actúan como un barómetro que nos notifica cuál es el tiempo en nuestro interior.

Cuando las sensaciones son positivas, nos están confirmando que estamos usando los pensamientos para nuestro propio beneficio. No es necesario realizar ningún ajuste mental.

Cuando nuestra experiencia de la vida no es agradable, cuando nos sentimos enojados, resentidos, deprimidos, estresados, frustrados y cosas por el estilo, el sistema de alarma de nuestras sensaciones entra en funcionamiento, como una señal de peligro, para recordarnos que nos hemos desviado del camino, que ha llegado el momento de aminorar la marcha de nuestros pensamientos porque hemos perdido el sentido de la perspectiva. Entonces es necesario realizar reajustes mentales. Nuestras sensaciones negativas son algo así como una de las luces de alarma del salpicadero de tu coche.

Contrariamente a la creencia popular, las sensaciones negativas no necesitan ser estudiadas ni analizadas, pues, cuando se analizan, por lo general se acaba luchando con una cantidad mayor de ellas.

Cuando nos sintamos mal, no nos atasquemos en una “parálisis analizadora”. Tampoco finjamos que las sensaciones negativas no existen. Preguntémonos por qué nos sentimos así, pero procuremos reconocer que la razón de que nos sintamos tristes, enojados, estresados, o lo que sea, es que estamos tomándonos la vida demasiado en serio. En lugar de subirnos las mangas y luchar contra la vida, detengámonos, respiremos profundamente unas cuantas veces y relajémonos: la vida no será un problema a menos que la convirtamos en un problema.


miércoles, 30 de noviembre de 2016

Recuperar la capacidad de jugar

Fuente: ¡Puedo superarme! de Bernardo Stamateas.

Fuimos hechos para jugar toda la vida. Para el bien de nuestra psique, de nuestra creatividad, de nuestros pensamientos y de nuestro trabajo diario, necesitamos una cuota de juego.

Sin embargo, a medida que crecemos vamos dejando de jugar. La cultura nos hace sentir culpables si jugamos, vamos perdiendo paulatinamente la capacidad lúdica y asociamos “jugar” con “irresponsabilidad”. Hemos confundido “responsabilidad” con “seriedad”. Lo cierto es que el juego no tiene que ver con la irresponsabilidad. Podemos ser divertidos y también responsables.

El juego funciona como un fertilizante para el cerebro, pues estimula las conexiones neuronales. Nos distiende, nos saca de la rutina y nos permite conectar con esa parte de nuestra infancia que tanto placer nos daba. No solo nos divierte, sino que nos motiva y nos incentiva a crear mucho más fácilmente.

El objetivo de jugar es pasarlo bien. El juego nos ayuda a desarrollar nuestra capacidad de disfrutar, el humor, el placer y además nos relaja.

Los juegos son a medida, es decir, a cada uno de nosotros nos divierten cosas distintas. Por ejemplo, hay personas que disfrutan yendo a bailar, mientras que a otros no les gusta para nada; hay quienes se divierten escuchando música clásica, otros prefieren salir con amigos y a algunos les encanta leer. Hay personas que prefieren la diversión individual, como leer o mirar la televisión, y en general disfrutan de estar solas, pero también hay otras personas a las que les gusta lo social, por ejemplo, salir a comer o encontrarse con amigos. Todos tenemos una tendencia, pero más allá de lo que prefiramos, tenemos que buscar el placer de divertirnos.

Cada uno debe conectar con lo que le divierte y no seguir lo que socialmente nos dicen que es divertido. Es muy importante recordar que cada uno tiene que divertirse a su manera, aunque los estándares sociales digan que hay que hacer lo mismo.

Jugar es una excelente palabra en todas las épocas de nuestra vida.


viernes, 25 de noviembre de 2016

El milagro de ser humano

Este relato está incluido en el libro “Cuentos para confortar el espíritu” de Ramiro Calle con el título de “La tortuga y la argolla”.

Era un sabio tan anciano que nadie sabía cuál era su edad, ni siquiera él mismo. Un apacible y tibio atardecer, se sentó frente al mar y dejó que su mirada se perdiera en el anaranjado horizonte.

De pronto, escuchó unas pisadas no lejos de donde estaba. Al dirigir la vista al lugar del que procedía el rumor de las pisadas, pudo ver a un joven taciturno que pasaba una soga sobre la rama de un árbol y luego se envolvía el cuello con ella. Su intención de quitarse la vida era evidente, por lo que el anciano se incorporó tan rápido como le dejaba su decrépito cuerpo y corrió con esfuerzo hasta donde el joven pensaba realizar su macabro plan.

—Te ruego que no te quites la vida, amigo. La vida es muy valiosa.

—La vida no es nada —replicó el joven—. No veo ningún motivo para seguir viviendo.

—Tienes la eternidad por delante, amigo, así que al menos concédeme un par de minutos y escúchame con atención.

—Dime lo que quieras —dijo el joven con displicencia—. A donde voy ahora no les importará si llego dos minutos tarde.

—Entonces —dijo el anciano—, escúchame.

Ambos se sentaron en el suelo. Los apacibles ojos del anciano se posaron en los atormentados del joven. El sol había empezado a ocultarse. El sabio dijo:

—Te voy a pedir que imagines una cosa, querido amigo. Imagina una tortuga, una solo, en el inmenso océano. Esta tortuga saca la cabeza a la superficie, para respirar, solo una vez de cada millón de años. Imagina también una argolla flotando sobre las aguas del colosal océano. Pues te diré algo: tener una forma humana es más difícil que la posibilidad de que la tortuga introduzca la cabeza en la argolla cuando la saca cada millón de años. Obra como creas conveniente, pero vas a perder una ocasión única. Reflexiona unos instantes en ello y procede.

Los lugareños de la zona todavía comentan que aquel joven llegó a la ancianidad y se convirtió a su vez en un sabio.

Se te han entregado unos instrumentos vitales (cuerpo y mente) y te has encontrado sumido en este misterioso escenario que es la existencia. Pasarás unos años por él. Puedes hacer que el paso sea hermoso dependiendo de tus pensamientos, palabras y actos. El sentido de la vida deberás procurarlo tú mismo. Aprovecha la vida.


domingo, 20 de noviembre de 2016

La aprobación de los demás

«—Hay una cosa que ni siquiera Dios puede hacer —le dijo el maestro a un discípulo al que le aterraba ofender a alguien.
—Y ¿cuál es? —preguntó el discípulo.
—Agradar a todo el mundo —dijo el maestro».
Anthony de Mello



Fuente: “No te ahogues en un vaso de agua” de Richard Carlson.

Una de las lecciones más difíciles que no enseña la vida es la de tener que hacer frente a la desaprobación de los demás. Nunca seremos capaces de contentar a todo el mundo. Incluso en una victoria electoral en la que un candidato recibe el cincuenta y cinco por ciento de los votos, existe un cuarenta y cinco por ciento de la población que desea que sea otro quien gane. No es probable que el porcentaje de aprobación que recibimos nosotros entre la familia, los amigos y la gente con quien trabajamos sea mucho mayor.

Todos los días somos objeto tanto de elogios como de desaprobaciones. Forma parte de la vida de todo el mundo.

Cada uno tiene sus propias ideas sobre la vida y no siempre coinciden con las de otras personas. Sin embargo, la mayoría nos empeñamos en luchar contra esta realidad. Nos sentimos enojados, heridos o frustrados cuando la gente rechaza nuestras ideas, nos dice que no, o manifiesta alguna otra forma de desaprobación.

Cuanto antes aceptemos el inevitable hecho de que no podemos contar con la aprobación de todas las personas a las que conocemos, más fácil será nuestra vida. Cuando uno es consciente de que en su camino también va a encontrar cierto grado de desaprobación y lo acepta, desarrolla un sentido de la perspectiva que resulta de gran ayuda.

Nuestro bienestar no debe depender de la aprobación de los demás. Evidentemente, hace que nos sintamos mejor. Por eso, hemos de aprender a ser agradecidos cuando la recibimos.


martes, 15 de noviembre de 2016

21 de diciembre

Anuncio de la Lotería de Navidad 2016

Ayer se hizo público el anuncio de la Lotería de Navidad de este año. Loterías y Apuestas del Estado vuelve a confiar la campaña, que ha contado con un presupuesto de 3,6 millones de euros, a la agencia creativa Leo Burnett y al director Santiago Zannou que ya realizó el anuncio de Manuel y el bar de Antonio en 2014.

La protagonista es Carmina, una maestra jubilada a la que parece que le falla la memoria, que el 21 de diciembre, mientras la televisión emite un reportaje sobre el sorteo de Navidad con vídeos de años anteriores, cree por error que le ha tocado el “Gordo”.

Rápidamente sale a la calle a celebrarlo. La alegría de Carmina es tal, que contagia a su familia y a todos los vecinos del pueblo que, para no romper el momento mágico, deciden seguirle la corriente.

El hijo y el nieto de Carmina se encargan de ir poniendo sobre aviso a todos los habitantes para que se sumen a la fiesta. Hasta la Guardia Civil se presta a escoltarlos en el camino hacia el faro, donde van a celebrarlo.

El anuncio se cierra con el lema de las últimas campañas: «El mayor premio es compartirlo», pero a diferencia de los anuncios de 2014 y 2015, en los que lo que se compartía era el premio, este año la campaña incide en que lo que importa es compartir el entusiasmo y la alegría. Como final de esta historia, la idea de que a Carmina el dinero no le importa y lo que la hace feliz es dárselo a su hijo.

La canción del anuncio, titulada “21 de diciembre”, es de Fernando Velázquez y se ha rodado en Asturias (Tazones, Villaviciosa...).

El tema de este año está siendo caldo de cultivo para el ingenio, creatividad y humor en las redes sociales: que si, al igual que en el anuncio, el gobierno tiene engañados a los ancianos; que si los anuncios de la lotería cada vez pretenden dar la mayor lástima posible y dentro de poco el anuncio se hará en un funeral; que si es irreal, porque todo el mundo está de acuerdo con lo que dice la maestra; que si qué hubiera ocurrido si el nieto, que está enganchado al móvil, hubiera prestado más atención a su abuela, que encima le prepara el desayuno, y desde el principio, cariñosamente, la hubiera sacado de su error.

Yo empiezo a echar de menos un anuncio de la lotería de Navidad que me haga reír, pero, claro, ya se sabe, es más fácil hacer llorar.


jueves, 10 de noviembre de 2016

El saco de plumas

Este cuento está incluido en el libro “365 ideas para cambiar tu vida” de Francesc Miralles.

Un cuento tradicional narra la historia de un hombre que calumnió gravemente a un amigo suyo y, acto seguido, se dio cuenta de que le había movido la envidia que sentía al ver el éxito que el otro había alcanzado.

Tras comprobar la ruina que había traído con sus calumnias a ese amigo, se arrepintió profundamente y fue a visitar a un hombre muy sabio, a quien le explicó el caso y le pidió:

—Quiero arreglar todo lo que hice. ¿Cómo puedo hacerlo?

A lo que el sabio respondió:

—Toma un saco lleno de plumas ligeras y pequeñas, y ve soltando su carga dondequiera que vayas.

El calumniador, muy contento por aquel remedio tan fácil, consiguió un saco lleno de plumas y en el transcurso de un día las había soltado todas.

Entonces regresó donde estaba el sabio y le anunció:

—Ya he terminado.

—Esa era la parte fácil… —respondió el sabio—. Ahora debes volver a llenar el saco con esas mismas plumas que soltaste. Sal a la calle y búscalas.

El hombre se sintió muy triste pues sabía de lo imposible de su misión, y no pudo juntar casi ninguna.

Al verle regresar abatido, el sabio le dijo:

—Así como no pudiste juntar de nuevo las plumas que volaron con el viento, de igual manera el mal que hiciste voló de boca en boca y el daño ya está hecho. Lo único que puedes hacer es pedir perdón a tu amigo y actuar bien a partir de ahora, pues no hay forma de deshacer lo que hiciste.


sábado, 5 de noviembre de 2016

La Buena Nueva

Fuente: “Maravillosamente imperfecto, escandalosamente feliz” de Walter Riso.

Cierta vez, un religioso estaba dando una conferencia y volvía una y otra vez sobre el tema de la Buena Nueva que cambiaría a la humanidad: todos podían salvarse si se seguían ciertos preceptos.

Un maestro espiritual muy anciano que estaba escuchando atentamente interrumpió para preguntarle: “¿Qué clase de buena noticia es ésa, que hace tan fácil ir al infierno y tan difícil ir al cielo?”.

El religioso, nervioso, prefirió cambiar de tema.


domingo, 30 de octubre de 2016

El efecto “Tres meses”

Fuente: ¡Puedo superarme! de Bernardo Stamateas.

Los investigadores aseguran que la felicidad que proporcionan las cosas materiales dura tres meses.

Así, por ejemplo, se ha descubierto que personas que habían ganado millones en la lotería, a los tres meses estaban con el mismo nivel de felicidad que antes de recibir todo ese dinero.

Hombres que un día lograron comprarse un Ferrari o un Porsche, tres meses después estaban igual de felices que antes de tener un coche de lujo.

Creer que las cosas materiales nos van a hacer felices muchos años es una mera ilusión.

No está mal tener cosas materiales. El problema viene cuando nos engañamos y creemos que la felicidad depende de tener cosas, porque en realidad esa felicidad durará no más de tres meses.


martes, 25 de octubre de 2016

La sabiduría del chófer

La siguiente anécdota se recoge en el libro “El arte de pensar” del escritor suizo Rolf Dobelli. Al parecer, la anécdota fue contada por el americano Charlie Munger, uno de los más importantes inversionistas y hombres de negocios del mundo, para hablar sobre la existencia de dos tipos de conocimiento: el auténtico, el de las personas que han dedicado gran tiempo y trabajo intelectual en conseguirlo, y lo que él denomina el “conocimiento del chófer”, es decir, el conocimiento superficial de las personas que simulan saber y recitan palabras y conceptos con gran elocuencia. Por desgracia, resulta cada vez más difícil diferenciar el conocimiento auténtico del conocimiento del chófer.

El alemán Max Planck (1858-1947) fue uno de los padres de la mecánica cuántica. Recibió el Premio Nobel de Física en 1918. Como gran científico y Nobel, era reclamado para dar conferencias en diversas ciudades de Alemania. A Planck lo acompañaba su chófer que, sentado en primera fila, durante meses, se vio obligado a escuchar su conferencia sobre mecánica cuántica.

Con el tiempo, surgió entre ambos una sincera amistad. Un día, el chófer le comentó al científico que debía ser muy aburrido estar contando una y otra vez lo mismo y que él había escuchado su ponencia tantas veces, que se sentía capaz de dar la conferencia. La próxima conferencia sería en Munich y le propuso intercambiar los papeles: él daría la charla de mecánica cuántica y Planck se pondría la gorra de chófer y se sentaría en primera fila a escucharle. Al físico le pareció divertido, aceptó el juego e intercambiaron los papeles. Hemos de señalar que, en esos tiempos, era difícil que los asistentes conocieran a ciencia cierta cómo era el científico ya que su imagen solo se conocía por algunos periódicos.

El chófer dio a la perfección una conferencia magistral hasta que llegó el tiempo dedicado a las preguntas. El hombre, con poco dominio sobre física cuántica, se vio acorralado con la primera. Dotado de suficientes recursos retóricos, tras vacilar un momento, respondió, algo indignado, que la pregunta le parecía tan simple que, señalando al verdadero Planck, hasta su chófer podría responderla. En ese momento hizo subir al verdadero profesor.


jueves, 20 de octubre de 2016

Siempre estaré

Fuente: letra de la canción “Estaré” de Miguel Bosé.

  “Sarabande” (Suite en re menor). Haendel.

No alcanza tanto cielo a la gloria de ser parte viva de ti.

Detalle de la imagen de la Virgen de los Vientos (Roquetas de Mar, Almería).

Mira tus manos, mira tus pies, mira tus ojos y dime a quién ves... Guardada en cada una de tus células hay memoria del amor que puse en ti.

Lo que atan los genes se hace ley. Lo que ata el amor se hace eterno.

Seré tu ángel. Me veas o no, me vas a sentir. Estaré muy cerca de ti. En tu corazón. Ahí donde estuve, estoy y siempre estaré…

Cierro los ojos y, como un bebé en los brazos de su madre, siento tu cariño y tu protección. Alejas el ruido de mi alma y me abandono... Y es tal mi confianza, que no me importaría morir si tú me dieras la mano.


domingo, 16 de octubre de 2016

Amad a vuestros enemigos (II)

Fuente: “Al sur de la razón” de Juan José Benítez.

La ley del contrato

Según Juan José Benítez, antes de nacer, cuando Dios imagina a una criatura, esa personalidad “es”. Entonces, si el nuevo ser decide probar la aventura del tiempo y del espacio, elige. Es el único momento de auténtica libertad. Y decide qué ser, cómo, dónde y por qué. Es entonces cuando se “firma”, libre y voluntariamente. Es entonces cuando se nace. Y el “contrato” es preservado de todo y de todos, incluyendo nuestra propia memoria. Por eso casi nadie sabe por qué está aquí, ni cuál es su Destino. Por eso nacen mediocres, sabios, malvados, anónimos, tontos o fanáticos. Todos lo han seleccionado y firmado. Todos por una u otra razón o, lo que es más probable, por toda una cadena de razones-experiencias. Todo obedece a un orden superior que no podemos ni siquiera imaginar. Después, al morir, alguien nos entregará la “maleta” de la memoria. Entonces recordaremos…

Si la ley del “contrato” fuera real y si la Tierra fuera uno de los mundos “laboratorio”, la enigmática frase de Jesús de Nazaret “amar a los enemigos” cobraría sentido. El enemigo, en estos supuestos, sería igualmente voluntario, como cada uno de nosotros, y con una misión específica, previamente elegida y “firmada”. En otras palabras: el “enemigo” sería nuestro hermano en la gran aventura de VIVIR o EXPERIMENTAR. Un hermano imprescindible. Por eso Jesús solicitó lo aparentemente absurdo. Él sabía…


martes, 11 de octubre de 2016

Hijos del mismo Dios

Fuente: “Pensamientos cotidianos” de Omraam Mikaël Aïvanhov.

En el transcurso de los tiempos, las religiones no solo han pretendido poseer la verdad excluyendo a los demás, es decir, ser los únicos herederos legítimos de Dios, sino que han generado muchos conflictos e injusticias en el interior de cada una de ellas. ¡Cómo si correspondiese a los humanos decretar quién es hijo de Dios y quién no lo es!

En nuestros días, parece ser que los hombres se han vuelto más tolerantes en materia de religión, pero es porque, a menudo, no les inspira más que indiferencia. Aquellos que se dicen creyentes, no están demasiado dispuestos a dar pruebas de apertura y de comprensión.

Dios está en el alma de todos los seres. Allí donde se encuentren, Dios se encuentra también y es ahí donde debemos buscarle sin que nos preocupe la religión a la que pertenecen.

Hemos de descubrir a Dios y venerarlo también en la religión de los demás.


jueves, 6 de octubre de 2016

Saber callar

Fuente: “Aprendiz de sabio” de Bernabé Tierno.

Algunas reflexiones sobre saber guardar silencio:

- Más que en saber lo que debemos decir, el talento se muestra en saber lo que debemos callar, lo que debemos silenciar.

- Casi siempre, tras la verborrea y la locuacidad, tras una “cotorra” humana que no escucha y no para de hablar y de expeler palabras, se esconde el primitivismo o la estupidez. Tras la capacidad de una escucha atenta y del silencio, lo normal es que se oculte una persona inteligente, cauta y llena de sabiduría. Por eso es tan difícil conocer al necio si sabe guardar silencio.

- Si eres sabio, demuéstralo utilizando con inteligencia, mucho más que tus palabras, tus silencios. Si eres necio, mejor es callarte y que algunos sospechen de tu necedad, porque si hablas ya no tendrían ninguna duda.

- Si quieres subir un peldaño más en sabiduría, lo lograrás si, aun teniendo razón, sabes callarte.

- Por la palabra y la inteligencia el ser humano es superior a los animales, pero si sabe utilizar y manejar el silencio, sin duda se superará a sí mismo.


sábado, 1 de octubre de 2016

Por meterse a redentor

Este cuento pertenece a una colección de 30 cromos antiguos titulada “Fábulas ilustradas” con publicidad de Chocolates Camps y galletas Viñas de Barcelona. De autor anónimo, fueron publicados hacia 1920. Las colecciones de cromos eran por entonces, educativas y artísticas.

Los cromos en su anverso ilustran a todo color las escenas y personajes de la fábula y en su reverso la relatan y llevan la publicidad.

Las antiguas colecciones de cromos son un rico patrimonio por su valioso testimonio informativo: son una crónica ilustrada de la sociedad de su época, de la evolución de la publicidad y de las artes gráficas.

«En épocas lejanas, los buitres se declararon la guerra por un fútil pretexto, y fue tal el encarnizamiento y saña con que se acometían, que los despojos de los combatientes caían a tierra, cubriendo la llanura los restos de los guerreros.

Los dioses, impasibles, presenciaban el exterminio de una raza y todo hacía presumir que el combate feroz continuaría por largo tiempo, cuando las palomas intercedieron, deseando ser árbitros de la contienda.

Al efecto, enviaron mensajeros y mientras se discutían los preliminares de una paz honrosa, los buitres reconocieron su error y de común acuerdo ambos bandos beligerantes, arremetieron contra las palomas, que débiles en demasía sufrieron la muerte, guiadas solo por el altruismo y bondad, y por el deseo de que la sangre no se derramase entre las aves».


lunes, 26 de septiembre de 2016

Hablemos claro

Fuente: ¡Puedo superarme! de Bernardo Stamateas.

En cualquier tipo de relación, es frecuente que supongamos que no es necesario decir lo que queremos porque los demás saben lo que pensamos. Y entonces, porque nos conocen, harán exactamente lo que nosotros esperamos que hagan. Si eso no ocurre, nos sentimos defraudados. Nos preguntamos: “¿Cómo es posible que haya hecho algo así? ¿Por qué dijo eso? Habla como si no me conociera”. Y así, las suposiciones, los juicios y las emociones que derivan de ellos van creando una situación tensa.

También ocurre que cuando oímos algo y no lo entendemos, elaboramos una teoría para asignarle un significado y después la damos por cierta. Todo esto sucede porque no tenemos el valor de preguntar. Si las preguntas nos las hacemos a nosotros mismos y nos las contestamos desde nuestras propias opiniones y emociones, es probable que nos equivoquemos.

No demos nada por sentado. No hagamos interpretaciones. Preguntemos y escuchemos la respuesta.

Si no entiendes algo, no supongas. Lo mejor es preguntar y ser claro al hacerlo.

Si te comunicas con habilidad tus relaciones serán más satisfactorias.


viernes, 23 de septiembre de 2016

Vídeos de la cabecera del blog

En los inicios del blog, en el año 2010, un avatar, animado y con mi voz, representaba virtualmente mi identidad, saludaba y daba la bienvenida a sus visitantes. Entonces podía insertarse gratuitamente en el blog. Al hacer esta entrada, he comprobado que ahora solo pueden hacerlo los suscriptores de pago. Si deseáis verlo en funcionamiento, no os queda más remedio que hacer clic en la foto para seguir el enlace a la página donde se creó.

También os dejo los dos vídeos que, a ambos lados del avatar, formaban parte de la cabecera del blog. El primero de ellos consiste en un saludo muy especial y el segundo “ilustra” la canción “Todo cambia”, interpretada por Mercedes Sosa, a la que considero pieza principal de la banda sonora del blog. Tal vez los recuerden los primeros seguidores.

   

Fuente para el vídeo “Saludo”: “La brújula interior” de Álex Rovira.


miércoles, 21 de septiembre de 2016

Los tres príncipes de Serendip

En la entrada de este blog titulada Serendipias, comenté cómo esta palabra, al parecer, procede del inglés serendipity, un neologismo acuñado por el escritor Horace Walpole (1717-1797) tras la lectura del cuento tradicional persa llamado “Los tres príncipes de Serendip” (Serendip era el antiguo nombre persa de Ceilán, la actual Sri Lanka), en el que sus protagonistas encuentran accidentalmente, sin buscarlas, gracias a su capacidad de observación y a su inteligencia analizadora, las respuestas a problemas que no se habían planteado.

Este relato, del cual he hecho una adaptación, tiene su origen en el libro de poemas “Hasht-Bihist” (Ocho Paraísos) de Amir Khusrow, escritos o compilados hacia 1302, aunque su origen es probablemente anterior.

En el país de Serendip existió, en tiempos antiguos, un rey grande y poderoso llamado Giaffer que tenía tres hijos. Muy preocupado por su educación, la confió a los mejores sabios del reino. Los tres hermanos, dotados de una gran inteligencia y extremadamente ingeniosos, pronto adquirieron los más completos conocimientos en artes y saberes.

El rey, para que siguieran atesorando sabiduría, decidió mandarles a conocer mundo. Los príncipes le obedecieron respetuosamente y partieron de incógnito hacia tierras extranjeras.

Una tarde, caminando rumbo a la ciudad de Kandahar, uno de los príncipes, el mayor, afirmó al ver unas huellas en el camino:

—Por aquí ha pasado un camello tuerto del ojo derecho.

El segundo príncipe, el más sabio, señaló:

—Al camello le falta un diente.

El tercer príncipe, el más joven, añadió:

—El camello está cojo de la pata trasera izquierda.

El hermano mayor siguió diciendo:

—Este camello llevaba a un lado una carga de mantequilla y al otro, una carga de miel.

El segundo hermano bajó de su montura, avanzó unos pasos y afirmó:

—En el camello iba montada una mujer.

El hermano menor continuó:

—Es una mujer que está embarazada…

Al entrar en la ciudad, vieron a un hombre que gritaba enloquecido: habían desaparecido uno de sus camellos y una de sus mujeres.

El mayor de los príncipes se dirigió al mercader:

—¿Era tuerto tu camello del ojo derecho?

—Sí… —dijo intrigado.

—¿Le faltaba algún diente?

—Era un poco viejo y se había peleado con un camello más joven…

—¿Estaba cojo de la pata izquierda trasera?

—Creo que sí. Se le había clavado la punta de una estaca.

—¿Llevaba una carga de miel y mantequilla?

—Sí, sí… ¡una preciada carga…!

—Y lo montaba una mujer…

—Una de mis esposas…

—Que está embarazada…

—¡Sí, sí…! Decidme: ¿dónde los habéis visto?

—No hemos visto jamás ni a tu camello ni a tu mujer —le dijeron los tres príncipes riéndose alegremente.

El mercader, muy irritado, convencido de que solo los ladrones podían tener toda esa información, denunció a los príncipes, que fueron arrestados y condenados a muerte acusados de robar un camello y de raptar a una mujer.

Poco antes de ser ejecutados, apareció la mujer con el camello gritando que se había perdido y que estaba a punto de dar a luz. Los viajeros fueron puestos en libertad y llevados a la presencia del emir de Kandahar que les preguntó cómo pudieron describir tan exactamente al camello sin haberlo visto. Los tres fueron explicando cómo habían obtenido sus conclusiones.

Dedujeron que el camello estaba tuerto porque habían observado que solo había comido hierba de la parte izquierda de camino, la que daba al monte y estaba más seca, mientras que la hierba de la parte derecha del camino, la más verde porque daba al río, estaba intacta. El camello no veía la hierba del río porque no veía con el ojo derecho.

Le faltaba un diente porque en el suelo, abandonados, había trozos de hierba masticada, que había caído de la boca, del tamaño de un diente de camello.

Estaba cojo porque había huellas de tres patas y señales de que arrastraba la trasera izquierda.

Sabían que llevaba una carga de mantequilla y miel porque a un lado del camino había hormigas atraídas por la mantequilla derretida y al otro, un verdadero enjambre de abejas, moscas y avispas atraídas por algo de miel derramada en ese lado.

Que el camello fuera conducido por una mujer lo dedujeron porque, junto a las señales de las rodillas del camello al inclinarse, vieron unas pequeñas huellas de pies sobre el barro de la orilla del río. Supusieron que la mujer estaba embarazada porque había orinado en un lado de la pendiente y había dejado en el barro las huellas de sus manos porque, debido al peso de su cuerpo, había tenido que apoyarlas en el suelo para poder incorporarse.

El Emir de Kandahar, quedó verdaderamente maravillado por la sagacidad, la inteligencia, la sabiduría de estos tres príncipes y les invitó a que se quedaran como consejeros en su reino.