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sábado, 30 de mayo de 2020

El Tikkún


Fuente: Vídeo “El Tikkún” del canal de YouTube “Más allá de lo oficial” y saga de libros “Caballo de Troya” de J.J.Benítez.

Existe un tikkún para cada ser humano. ¿Sabes qué es el tikkún? Una misión.

Cada ser humano nace con un tikkún: Asomarse a los mundos del tiempo y del espacio para experimentar la imperfección. Vivir lo opuesto a nuestra naturaleza original: la del espíritu. Simplemente, hemos nacido para vivir y esta es nuestra única oportunidad. Después, tras la muerte, todo será distinto: otra situación, otro cuerpo…

Cada vida, cada tikkún, tiene sentido. Nada es fruto del azar. Todo, en el ámbito del Padre, está sujeto al orden y al amor.

Cada Tikkún es minuciosamente planificado antes de nacer y todo tikkún obedece a un porqué. Nadie es acaudalado, negro, esclavo, ciego, paralítico, ignorante, pobre o famoso por casualidad. Nadie vive las experiencias que le toca vivir, simplemente porque sí o por un capricho de la naturaleza. ¿Y quién decide? Tú mismo. Eres tú, antes de nacer, quien programa la vida que quiere vivir, incluida la muerte.

Todos cumplimos una misión, un “contrato”. Todos caminamos en la misma dirección, aunque no lo parezca. Todos somos iguales e importantes para el Padre que nos ha regalado la inmortalidad desde que somos imaginados. Sin condiciones.

Ningún tikkún es censurable. Cada persona, una misión. Cada ser humano, un destino, el que haya elegido antes de nacer y cuando esto ocurre, todo queda olvidado.

Nadie sabe nada sobre el tikkún de los demás. Cada vida, cada tikkún obedece a un orden que no podemos comprender. Todo está ordenado para el bien, pero no estamos en condiciones de intuir los planes de la Divinidad y mucho menos su intencionalidad. Hay lugares, como este mundo, en el que el mal forma parte del juego, pero no es el fin. Poco importa el porqué de cada tikkún. Estamos aquí y esa es la única verdad.

Estamos en este mundo de paso. Tras la muerte regresaremos a casa, a nuestra verdadera casa. Debemos vivir, simplemente. Eso es todo. Eso es lo “firmado”. Confía.


lunes, 25 de mayo de 2020

Al borde de un ataque de nervios

Fuente: “Intensa-mente” de Sònia Cervantes.


Factores que predisponen a sufrir ansiedad

Hay ciertos factores de vulnerabilidad que pueden predisponer a sufrir ansiedad. Los estudios indican que existen ciertos genes que favorecen la aparición de la ansiedad, pero no debemos caer en un determinismo biológico y olvidar que existen factores ambientales, experienciales, de aprendizaje o educaciones que tienen un peso fundamental en el desarrollo y la manifestación de la ansiedad.

Hay algunas características de la personalidad y factores educacionales que pueden llevarte a ser más vulnerable que otras personas a sufrir trastornos de ansiedad:

● Vivir en “Ysilandia”. Si eres de los que constantemente se está planteando: “¿Y si me sale mal?”, ¿y si estoy enfermo?, ¿y si no me aceptan?, ¿y si no estoy a la altura?, ¿y si…?”, ten por seguro que tu predisposición a la ansiedad, si no la tienes ya, se dispara. Vives en un estado permanente de alerta y anticipación, temiendo situaciones que solo son reales en tu mente.

No te engañes. Con esta estrategia no te preparas para lo peor ni coges fuerza, más bien te debilitas antes de tiempo y sufres inútilmente.

Para y piensa en todo lo que temes, primero para ver si tienes pruebas reales que lo fundamenten y segundo para darte cuenta de que, en caso de que ocurran, lo más probable es que tengas una solución para ello, y si no existe tal solución deberás aceptarlo. Con la anticipación, sufres antes y el doble.

No anticipes: será lo que tenga que ser, y no tiene por qué resultar tan catastrófico como crees.

● Vivir entre algodones.

Puede que hayas recibido una educación sobreprotectora o que tú protejas en exceso a tus hijos…

La sobreprotección puede originar trastornos de ansiedad en los niños. Mostrar preocupación constante, transmitir miedo y sufrimiento por casi todo y educar en la creencia de que el mundo es un lugar lleno de peligros, genera tal inseguridad que la persona vive presa del miedo a que en cualquier momento le suceda algo malo.

Sé realista acerca de los peligros reales, no imaginarios. No evites, haz frente a las situaciones que la vida te pone en tu camino.

● Complejo de Hamlet.

Dudar está bien, es uno de tus derechos, pero dudar siempre y de todo ya es otra cosa.

No tener seguridad acerca de casi nada te hace muy vulnerable, te vuelve dependiente de la crítica y la opinión de los demás, y eso destruye tu autoestima. “Ser o no ser”, decía Hamlet; “Hacer o no hacer”, dices constantemente y te quedas en esa duda, sin dar un paso adelante o atrás, no vaya a ser que las cosas salgan mal o te quedes peor de lo que estás. Es un grave error que predispone a sufrir ansiedad.

Si dudas, hazlo con dudas: si sale bien, disfrútalo; si sale mal, acéptalo y aprende.

● Tener todo bajo control.

Te engañas si crees que nada se te escapará de las manos y no habrá imprevistos que puedan alterar lo que tienes programado en tu mente o en tu agenda. Lo haces para estar más seguro, pero provoca el efecto contrario: como no puedes controlarlo todo porque es imposible, te pones más nervioso, y al ponerte más nervioso intentas controlar de nuevo para estar más tranquilo. No insistas, es perder el tiempo en algo inútil.

Aprende a aceptar los imprevistos y a tolerar la incertidumbre.

● No cometer errores. Dicen que un error es una oportunidad. Es cierto. Todos preferiríamos otro tipo de oportunidad, pero, por mucho que te moleste, solo así podrás avanzar.

Sé flexible contigo mismo, acepta que tienes derecho a equivocarte y que debes ejercer ese derecho.

Piensa en todas las veces que has estado al borde de un ataque de nervios, o ya en pleno ataque, y te han dicho: “No te pongas nervioso”, “cálmate”, “no pienses en eso”, “no te preocupes” o “¿ya estás otra vez?”. No hace falta que me digas cuánto te ha fastidiado, de qué poco te ha servido y que solo conseguían aumentar tu ansiedad y que te sintieras culpable. ¿Estás de acuerdo? Entonces, ¿por qué lo haces tú contigo mismo?

Cuando tienes ansiedad, tu voz interior te martillea siempre con lo mismo: “No estés así”. No niegues tu emoción: ¿de qué sirve un “no estés nervioso” si ya lo estás? Acéptala como parte de ti. Deberías contestarte: “Estoy nervioso y hay que aguantarse. Es lo que hay. Voy a hacer todo lo posible para no alimentar más mi nerviosismo.

Cuando estás nervioso tienes muchos pensamientos martilleantes en tu cabeza que alimentan tu miedo y aumentan los síntomas físicos (dolor de cabeza, de espalda, de barriga…). Abre los ojos y escúchate. No silencies tu ansiedad. Deja que tus pensamientos se expresen porque si intentas callarlos cogerán el altavoz, pero no les hagas caso. No tienen razón. No te creas todo lo que te dices, ponte en duda.

Si estás nervioso, para, respira, siéntate, descansa, desconecta. Pero sobre todo para. Concéntrate en cómo coges aire y lo expulsas lentamente. Puedes pedir ayuda profesional para entrenarte en respiración profunda y técnicas de relajación.

Para y observa el mundo a tu alrededor. Después, deja de pensar y utiliza tu mente para centrarte en la solución, no en el problema.


miércoles, 20 de mayo de 2020

La religión del espíritu

Fuente: “El diario de Eliseo” de Juan José Benítez.

El siguiente diálogo entre Jesús de Nazaret y sus discípulos está incluido, con algunas mínimas modificaciones, en el capítulo titulado “Luz”. Tiene lugar en la aldea de Luz cuando viajaban de Cesárea de Filipo a Sidón.

Sábado 11 de junio del año 29. Tras la cena, en torno al fuego.

—Pero, dime —prosiguió el incombustible Bartolomé—, ¿cómo será la religión del futuro?

El Maestro replicó al momento y convencido:

—Será la religión del espíritu…, o no será.

Alguien solicitó detalles:

—La religión del futuro —explicó el Galileo— será la religión de la experiencia personal.

—¿Y qué ocurrirá con la religión de nuestros padres y ancianos? —se interesó Mateo Leví.

El Maestro fue rotundo:

—Primero fue la religión del miedo —dijo—. Era la adoración del fuego, del rayo y de la luna. El ser humano sentía miedo. No comprendía el poder de la naturaleza y la adoraba. Después llegó la religión de la autoridad y de la ley. En ella estamos. El ser humano confía en los sacerdotes y en las autoridades religiosas. Se levantan templos y se sacrifican animales para obtener el favor divino. El hombre queda sujeto a la norma escrita u oral. Es la servidumbre moral, aceptada por las criaturas temerosas que prefieren vivir en la comodidad de la obediencia ciega. Es la religión del dogma. Lo aceptas o estás fuera. Después llegará la verdadera religión: la del espíritu…

Todos esperaron —expectantes— a que el Hijo del Hombre dibujara esa futura religión. Y lo hizo:

—Algún día, cuando ese futuro llegue, los hombres experimentarán por sí mismos la fantástica y feliz experiencia de la búsqueda del Padre Azul. Y lo harán sin la necesidad de templos, de normas, de libros sagrados, de sacerdotes o de amenazas y castigos. Esa es la verdadera religión: la del espíritu, la de la entrega, la del amor sin condiciones…

El resplandor rojizo de la hoguera acarició el rostro del Maestro y lo transformó. Y Él prosiguió:

—La religión del espíritu te hará volar. No tendrás que rendir cuentas a nadie, solo a ti mismo. Tus constantes fracasos serán hallazgos. Un pequeño descubrimiento será la gloria. La soledad será tu premio… La religión del espíritu es la religión del arte, de la belleza, de la búsqueda aparentemente inútil y, sobre todo, la religión del amor. Si practicas esa religión, amarás por encima de todo y de todos. No importa el resto. No importa el qué dirán, no importará la religión del dogma. Llegará el día en el que aquella religión cristalizada será un difuso recuerdo. ¡Desaprende!

—Ahora entiendo —manifestó Andrés— por qué nos persiguen…

—Hasta que el hombre no descubra al Padre Azul —prosiguió el Galileo con creciente ardor—, todo será oscuridad, temor y vacilación. Y seguirá sometido a la religión de autoridad. Eso es lo fácil… Será la religión del espíritu la que eleve, definitivamente, a la sociedad y termine con las injusticias. En la religión del espíritu no existe el ansia de poder. En la cristalizada sí, ¡y de qué forma!... En la religión de autoridad muy pocos creen en el amor. La del espíritu solo funciona si hay amor… Será la religión del espíritu la que llevará a la unión de los pueblos.

—No comprendo, Señor —habló Pedro—. ¿Si fracaso en la religión del espíritu…, triunfo?

—Nada te dará mayor felicidad que un supuesto fracaso en la búsqueda de Ab-bā… ¿Sabes por qué?

Pedro le miró, atónito.

—Porque será tu búsqueda, no la de otros…

Pedro y el resto guardaron silencio. Comprendieron a medias.

—¿Podrías resumir, Señor, qué es la religión del espíritu? —intervino Tomás.

El rabí inspiró profundamente, contempló las ocho mil estrellas —casi podían tocarse son las manos— y declaró:

—Lucha, duda, conflicto, valor y amor…

Se puso en pie, alzó los brazos, y gritó con todas sus fuerzas:

—¡¡¡‘Ahab!!!... (¡¡¡Amor!!!).

Escuché el rápido aleteo de algunas rapaces nocturnas que escapaban entre los cedros. Y el perfume del bosque se transformó en un delicioso e intenso olor a mandarina, el símbolo de la ternura.

—¿Qué necesito para practicar esa religión? —se arriesgó Simón el Zelota.

—Curiosidad e inconformismo…

—Pero Moisés…

El comentario de Bartolomé quedó en el aire. El Maestro adivinó sus palabras y se adelantó:

—Esa religión, os lo repito, solo conduce al pasado.

—Pero los libros sagrados…

El rabí tampoco permitió que fructificara el comentario de Andrés.

—La religión del espíritu —denunció con valentía— no necesita libros sagrados…

Rectificó:

—O supuestamente sagrados… Es la chispa divina, la que os habita, a la que debéis oír… Ese es el gran libro santo.

Algunos movieron la cabeza negativamente. No terminaban de ver lo expuesto por el Hijo del Hombre.

Y el Maestro concluyó:

—Dejad, pues, que la nitzutz (chispa divina) os guíe… ¡Sentid al Padre Azul!... Y, sobre todo, no tratéis de demostrar que habéis encontrado a Dios… La sociedad no os entendería y, lo que es peor, no lo perdonaría… Dejad que cada cual cumpla su “contrato”.

Felipe tenía más dudas. Y se liberó de una de ellas cuando el Galileo se dirigía ya al campamento:

—Señor, ¿y cómo sabremos que alguien ha encontrado al Padre Azul?

El rabí puso sus manos sobre los hombros de Felipe y contestó:

—Por sus frutos.


viernes, 15 de mayo de 2020

Respetar el pensamiento de los demás

“Cuanto más se conjugan voces diversas y contrarias, más maravilloso resuena el concierto”.
Angelus Silesius



Fuente “Aprendiz de sabio” de Bernabé Tierno.

En la diversidad está la vida o, mejor, la vida es inagotable diversidad.

La naturaleza es un ejemplo vivo de la maravillosa y bella diversidad que todo lo llena.

Si nos circunscribimos a las personas, a cada individuo humano, precisamente aquello que les confiere su identidad es el ser distinto, diferente a los demás, único e irrepetible. Vivir es ser tú mismo y diferenciarte de las demás personas.

A nuestra mente le ocurre lo mismo. Cuantas más cosas sabemos, comprendemos, almacenamos, relacionamos y utilizamos, mayor es nuestro bagaje intelectual y más pertrechados y capacitados estamos para la vida… otra vez la diversidad es la causa de nuestro enriquecimiento intelectual y de nuestra sabiduría.

La diversidad nos lleva a la humildad y a la aceptación pacífica y serena de los demás con sus limitaciones, virtudes, debilidades o méritos. Cada cual tiene su propia forma de ver las cosas, con la que podemos o no coincidir y estar de acuerdo, pero es la suya y debes respetarla, aunque no la compartas.

Deja que la diversidad y la variedad convivan amistosa y plácidamente con tu individualidad. No pretendas que los demás tengan tus mismas ideas, aficiones, creencias y conocimientos. Como bien dice con sentido del humor un proverbio judío, si todos tirásemos en la misma dirección, el mundo volcaría.

Las personas tendemos a generalizar, a conseguir una cierta uniformidad que a veces es necesaria, pero hay que saber cuándo es correcta y necesaria la generalización; generalizar siempre equivaldría a cometer incontables errores. Como defendía Isaac Newton, la variedad en la unidad es la ley suprema del universo contra la cual sería estúpido revelarse.

Abre de par en par las puertas de tu mente y de tu corazón para valorar de forma desapasionada diferentes criterios y puntos de vista de tus semejantes. Tu manera de ver el mundo es la única correcta para ti, pero si pretendes avanzar por el camino de la sabiduría, tienes que aceptar de buen grado que los demás piensen y defiendan también que la suya propia es la correcta.


domingo, 10 de mayo de 2020

Las mulas


Fuente: “Cincuenta cuentos para meditar y regalar” de Ramiro A. Calle.

Había una vez un discípulo que resultaba excesivamente individualista y que por ello consideraba que todas las comunidades espirituales o las escuelas eran innecesarias e incluso absurdas. A menudo se decía: “Si cada uno tiene que conseguir por sí mismo llegar a la iluminación, ¿para qué es necesaria la ayuda de los otros?”.

Un día se entrevistó con un mentor espiritual y le expuso su punto de vista. El mentor dijo:

—Fíjate, amigo mío, precisamente quería proponerte una tarea y así ganarás un poco de dinero que te puede venir muy bien. En mi monasterio hay una roca inmensa que no puedo mover. Me gustaría que alquilases una mula y la cambiaras de sitio.

—Lo haré de sumo agrado. Pero a cambio no quiero ninguna suma de dinero, sino saber si son o no necesarias las escuelas espirituales.

—De acuerdo —convino el mentor—. Cuando hayas acabado el trabajo te contestaré.

El discípulo alquiló la mula e intentó mover la roca, pero era esta tan pesada que el animal no podía con ella. Por esta razón, se decidió a alquilar otra mula, pero los dos animales tampoco lograron acarrearla. Alquiló una tercera y tampoco fue posible trasladar la pesada roca. Finalmente, alquiló media docena de mulas y entre todas sí consiguieron transportar la colosal piedra. Después acudió a visitar al maestro a la espera de la anhelada respuesta. El mentor dijo:

—¿Todavía necesitas una respuesta cuando has tenido que recurrir a media docena de mulas para poder mover la roca que una sola no podía?

Al instante el discípulo comprendió. El mentor agregó:

—Cada persona es su propia vía, pero hasta el más intrépido escalador requiere la ayuda de los otros.


miércoles, 6 de mayo de 2020

Lo que pudo haber sido y no fue

Fuente: “Intensa-mente” de Sònia Cervantes.

Hay ocasiones en las que la nostalgia y el recuerdo no acceden a hechos reales, sino que se centran en lo que pudo haber sido y no fue, en una realidad paralela muy distinta a lo que aconteció. Esto ocurre porque no aceptamos que fuera así y nos enganchamos a un mundo inexistente que nos lleva al malestar emocional, básicamente caracterizado por un gran sentimiento de culpa, de rabia o de tristeza.

No sé si es justo o injusto que no suceda algo en nuestra vida, cuando se deseaba lo contrario, pero lo único cierto es que no ocurrió y ese sentimiento de injusticia nos llevará a un estado de rabia e ira permanente. Cuando decimos que alguien es un amargado, no referimos a personas que viven en un estado de hastío y rabia porque no han vivido lo que quisieron vivir y eso les ha impedido seguir avanzando en su camino. Se quedaron atrás en un mundo paralelo, imaginario, y su ira les impide hacer realidad todo lo que sí son capaces de construir. Uno puede amargarse, lo justo y necesario, por algo existente, pero el otro tipo de amargura es altamente flagelante, pues no hay herida real.

Cuando no sucede lo que queremos que ocurra, construimos un auténtico cuento de hadas de la nada. Todo está en nuestra imaginación. Lo generamos en nuestra mente como una película con final feliz, pero no es real. Exageramos toda la parte positiva de esa historia paralela inexistente. Quizás no habría sido tan maravilloso como creemos ahora. El desengaño y la frustración llevan en muchas ocasiones a la idealización.

Si lo que tanto anhelábamos no sucedió, en ningún caso fue porque tengamos mala suerte, sino porque no se dieron las condiciones para que así fuera.

La tristeza que origina la no realidad, termina echando raíces que vive de nuestra energía, agota todos nuestros recursos y nos impide vivir el presente. Seamos consciente de dónde estamos centrando nuestra atención: ¿estamos analizando a “toro pasado” o no hay toro que analizar porque no pasó?

Hemos de hacer un esfuerzo para aceptar que el cuento de hadas que hay en nuestra mente, no tuvo lugar. No es más que autoengaño, estamos centrando nuestros recursos en una mentira y estamos rechazando nuestra propia historia.

Si quieres fantasear, hazlo con la mirada puesta hacia delante y ponte en marcha para hacerlo posible. El genio de la lámpara no vendrá a hacerte tu trabajo.


sábado, 2 de mayo de 2020

Tejiendo alas

A mi madre. Falta poco para verte.


 “Tejiendo alas”. Malú.

«Creces en mí tan deprisa… Mi piel memoriza la música que haces en mí. Mi cuerpo es nave nodriza. En las noches sin luna, será tu sonrisa la luz a seguir.

No tengas miedo, estoy aquí. Tejiendo alas para ti.

Falta poco para verte y escribir esta historia de amor. Lograrás reconocerme por el ritmo de mi corazón. Falta poco para verte y bordarme tu nombre en la voz.

Te contaré que es el suelo una escala en el vuelo. Tendrás que aprender a caer.

Te cantaré viejos cuentos de cielos abiertos, de tantos dragones que puedes vencer…

No tengas miedo, estoy aquí. Tejiendo alas para ti».

“Tejiendo alas” es una sencilla e íntima composición que la cantante Malú dedica a su bebé, que está previsto que nazca en mayo. Según Malú, la canción, que fue presentada el día 25 de abril en Cadena Dial, es un susurro de su alma, sin más pretensión que fluir y ser.

Tejiendo alas para todo lo bonito que está por venir… Una luz para cualquiera que se reconozca en ella.