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miércoles, 24 de febrero de 2021

¿Qué es Andalucía?

El próximo 28 de febrero, se celebra el Día de Andalucía y, con el lema “Tú eres Andalucía”, cada uno de los centros territoriales de la Radio Televisión de Andalucía (RTVA) ha producido un anuncio apostando por los encantos de cada una de las ocho provincias de Andalucía (Almería, Cádiz, Córdoba, Granada, Huelva, Jaén, Málaga y Sevilla). El eslogan de la campaña, por otra parte, evoca al poeta sevillano Gustavo Adolfo Bécquer: “Qué es Andalucía? Andalucía eres tú”.

Los ocho vídeos comienzan con la pregunta ¿qué es Andalucía? y consisten en una secuencia de imágenes muy cuidadas con unos buenos textos, interpretados por el periodista y poeta sevillano Antonio García Barbeito, en los que se ensalzan algunos de los elementos diferenciales de cada provincia: playas, fiestas, monumentos, paisajes…

Con imágenes y recursos propios, Canal Sur ha logrado, con sus ocho promociones provinciales, emitir un mensaje adecuado para festejar el Día de Andalucía.

Aquí os dejo un vídeo con los ocho anuncios.

Me gustaría señalar que los vídeos anteriores se publicaron después de la polémica y controvertida campaña institucional 28 F, Día de Andalucía, de este año. El vídeo, titulado “¡Andaluces, de nuevo, levantaos!”, va proyectando diferentes imágenes al tiempo que una voz en off recita la letra del himno de Andalucía.

El anuncio ha recibido en las redes sociales una lluvia de críticas porque la voz superpuesta recita el himno de Andalucía en un perfecto castellano, los clips se han tomado de bancos de imágenes y no aparece en él la bandera de Andalucía. Se considera, así, que en el anuncio se reniega del acento andaluz y que es un insulto para los andaluces a los que se nos falta al respeto.

En mi opinión, el vídeo no está a la altura de la conmemoración del Día de Andalucía, pero no me siento insultada. Yo soy una andaluza de Jaén y tampoco me identifico con los acentos, por ejemplo, sevillano, gaditano o malagueño con los que, se supone, nos “reconocen” a todos los andaluces. En el anterior vídeo, el sevillano Antonio García Barbeito pronuncia la “j” de la palabra “Jaén” como una “h” aspirada cuando, en el habla jaenera, la “j” tiene una pronunciación gutural particularmente intensa; pero yo no me siento ofendida por eso. A lo mejor, como, según el poeta Miguel Hernández, soy “aceitunera altiva”, no tengo la piel tan fina y me indigno por cosas más importantes... Tal vez, como consta en el himno de Andalucía, es que creo en su universalidad.

[...] “¡Sea por Andalucía libre,
España y la Humanidad!

Los andaluces queremos
volver a ser lo que fuimos:
hombres de luz que a los hombres,
alma de hombres les dimos” [...]

¡Cuidado con la ideología! El hombre se hace cruel cuando se entrega a una ideología. Una ideología contra otra y el hombre, en medio, es aplastado.

Política y cultura nos llevan a conflictos y a dar respuestas, ante situaciones determinadas, sin pararnos a cuestionar nada. Toda cultura no es más que un conjunto de ideas que nos separan. Cuando somos un producto de nuestra cultura, nos convertimos en robots.

Os dejo con el polémico anuncio. A ver qué os parece...



sábado, 20 de febrero de 2021

La mejor oración

Fuente: “El diario de Eliseo” de Juan José Benítez.

El siguiente diálogo entre Jesús de Nazaret y sus discípulos está incluido en el capítulo “Aquel olor a mandarina”. Se produce tras la cena, al amor de un buen fuego, en las proximidades de la aldea de Jotapata, al oeste de Galilea, donde Jesús y los suyos habían montado el campamento. Corría el año 28…

Le he introducido algunas pequeñas modificaciones con el fin de extraer, de la forma más clara posible, el mensaje que hace referencia a la oración.


  “Amour divin” (“Amor divino”). Michel Pépé.

—Rabí —planteó Bartolomé—, ¿qué es la oración? ¿Para qué sirve? ¿Cómo debemos rezar? ¿Qué diferencia hay entre orar y adorar?

Jesús respondió a todas las dudas de Bartolomé, y algo más.

—La oración —respondió el Galileo— es una forma de hablar con el Padre Azul. Sirve para divinizar lo humano.

—¿Divinizar lo humano? —Preguntó Mateo—. No comprendo…

La intervención del Mateo fue muy oportuna. En realidad, nadie entendió.

—Cuando rezas, querido amigo, eres consciente de que te encuentras sobre las rodillas de un Dios. Y Él, Ab-bā (padre o papá), te sonríe, te diviniza. Pero no os equivoquéis —continuó el rabí con entusiasmo—. Rezar no es solicitar cosas materiales…

Lo miraron, perplejos y Juan le interrumpió:

—¿No debemos pedir salud?

El Maestro negó con la cabeza y aclaró:

—Todo eso está contemplado en tu tikkún (misión). La oración no te salvará de los problemas lógicos de la vida, ni te proporcionará salud. Lo que hayas elegido antes de nacer se cumplirá inexorablemente, reces o no reces. El amor del Padre se ocupa siempre, siempre —repitió—, de tus necesidades materiales. Recordárselo es una falta de respeto y una pérdida de tiempo y de energía. Él sabe antes de que abras los labios…

—¿Y qué tenemos que solicitar? —le interrogó Pedro.

—No tienes por qué pedir nada —replicó el Maestro a la cuestión planteada por Pedro—. Orar, os lo he dicho, es una manera de conversar con la Divinidad. Cuando hablas con un buen amigo, ¿qué haces? ¿Te pasas el tiempo pidiéndole cosas?

Todos respondieron que no.

—Pues eso… Siéntate en las rodillas del Padre Azul y abre tu corazón. Muéstrate cómo eres en realidad. Háblale de tus sueños, de tus deseos… O no le hables.

Quedaron perplejos. El Maestro captó la confusión y precisó:

—Donde hay amor no se necesitan las palabras. No tienes por qué decir nada. Siente a Dios, sin más. Él sabe porque está dentro de ti.

Los discípulos se pisaron las preguntas. Todos querían interrogar al rabí.

—¡Dios está dentro de mí —se impuso Pedro— y yo con estos pelos!

El Galileo rio con ganas. Pedro era casi calvo.

—Os lo he dicho muchas veces —prosiguió Jesús con dulzura—. Él entra en vosotros —y señaló su cabeza— y ahí permanece y permanecerá. Cuando paséis al otro lado, la nitzutz (“chispa divina”) terminará fundiéndose, definitivamente, con vuestra alma.

Bartolomé insistió:

—Dices, rabí, que orar es hablar con el Padre Azul. Pero entonces, ¿qué hacemos con las šemoneh (diecinueve plegarias que, obligatoriamente, debían rezar los judíos tres veces al día)?

—No aburráis a Dios —resumió el rabí.

Y el Maestro prosiguió:

—Mi Padre no necesita de esa recitación, como tampoco os exige ayunos y penitencias. Todo eso es consecuencias de la mente retorcida del hombre. Estáis aquí para vivir. No añadáis sufrimiento al sufrimiento propio de la existencia.

Y precisó:

—Rezad en secreto. No lo hagáis en grupo. La oración es un acto íntimo, como hacer el amor o dormir. Y no juzguéis a la hora de rezar. No juzguéis nunca.

—¿Cuál es la mejor oración? —intervino un seguidor de Jesús que estaba escuchando.

Jesús volvió a señalar su frente y replicó rotundo:

—Hacer la voluntad de Ab-bā . No te canses de ponerte en sus manos…

Guardó unos segundos de silencio y levantó la vista hacia las estrellas. Las había a miles. Se dejaban ver entre el ramaje. Después, el rabí pronunció una frase que debería ser grabada en piedra, para la eternidad:

—Cuando te pones en las manos del Padre Azul, el universo maquina a tu favor…

Tomás alzó la voz en la oscuridad y planteó:

—¿Si rezo me salvaré?

—No, Tomás…

Jesús hizo una estudiada pausa. Y los íntimos susurraron confusos.

—No, Tomás —recuperó la palabra el Maestro—. La oración no te salvará porque ya estás salvado.

Y gritó:

—¡Eres inmortal!... ¿No lo comprendes? Tu alma jamás morirá.

E insistió en algo ya dicho:

—Eres inmortal por expreso deseo del Padre Azul…, hagas lo que hagas o digas lo que digas.

—Pero, Maestro —advirtió Bartolomé— la ley dice que debemos pedir perdón a Yavé por nuestros muchos pecados…

Jesús no le dejó terminar.

—También lo hablamos. Ningún hombre está capacitado para ofender a Dios. No reces para solicitar perdón. Si has ofendido a tu hermano, acude ante él y hazle saber que estás equivocado. Si te ofendes a ti mismo, reconócelo. Con eso es más que suficiente. La oración, os lo he dicho, es algo más grande y sublime. No la enturbiéis con asuntos menores.

—Dice la ley —explicó Andrés— que, al cumplir con las oraciones obligatorias, alargamos la vida. ¿Estás de acuerdo?

—No, querido amigo. Eso es otro invento humano. Por mucho que reces no añadirás nada a tu vida. La oración no retrasa la muerte, y tampoco la adelanta. Morirás cuando llegue el momento… que tú mismo has fijado.

Mateo preguntó de nuevo:

—¿Es mejor el que más reza?

—No. Nadie es mejor que nadie. No lo olvides.

Mateo se sintió reconfortado. Algunos de los discípulos, no lo aceptaban. Su pasado reciente, como recaudador, lo convertía en un “pecador”.

Y Jesús continuó:

—En todo caso, es más inteligente el que hace la voluntad de Ab-bā.

Después se refirió a otras cuestiones, todas vinculadas a la oración, y dijo:

—Rezad, sobre todo, por los que os maldicen… Rezad siempre, y no solo en los malos momentos… Rezad para llenar la copa del alma… Al rezar ya estáis adorando… Después de orar, espera: mi Padre te sorprenderá… No recéis por la extensión de mi mensaje: practicarlo.

Al terminar la conversación, el lugar se vio impregnado por un intenso y agradable olor a mandarina. Nos miramos extrañados. Allí no se daba ese fruto. Entonces recordé lo escrito por el mayor. Cuando el Hijo del Hombre derramaba ternura y amor, el sitio se llenaba de una fragancia que recordaba el perfume de la mandarina.


domingo, 14 de febrero de 2021

Medidas para mejorar la convivencia

“Hacer compañía consiste en añadir algo a la vida de los demás y hacer que ellos se sientan cómodos en nuestra compañía”.
Noel Clarasó



Fuente: “Aprendiz de sabio” de Bernabé Tierno.

Vivir es convivir y convivir es pasarlo lo mejor posible con los demás.

La causa de casi todas las situaciones conflictivas, enfados y malos entendidos que malogran nuestras relaciones con los demás, es que no hemos aprendido a convivir. Seguramente, nadie nos ha enseñado y tampoco nosotros nos hemos preocupado en aprender a acompañar a los demás y sentirnos acompañados.

El secreto de la convivencia está en que hemos de aceptar a las personas como son y en cambiar nuestra actitud, para que sus acciones, lo que hacen o lo que dicen no nos afecten demasiado y no malogren nuestro vivir cotidiano.

En esta entrada se sugieren algunas medidas prácticas que facilitan y mejoran la mutua convivencia.

1. Antes de hablar, ya sea para decir, corregir o advertir al otro de algo o para darle una respuesta, tómate tu tiempo y no digas nada hasta tener claro dos cosas: La primera, que estás seguro de qué es lo que quieres decir, y la segunda, de las consecuencias que se seguirán de tus palabras.

2. Di lo que tengas que decir, pero con tacto e insistiendo hasta que tu interlocutor comprenda del todo el contenido de tus palabras, siempre sosegadas, firmes y afables, nunca hirientes ni que le descalifiquen como persona.

3. Exprésate con claridad, ten la certeza de que no existe la menor posibilidad de que tus palabras sean tergiversadas o mal interpretadas. Para lograrlo, insiste varias veces en cuál es la idea central de tu mensaje y en su punto clave.

4. Comprende para que te comprendan, escucha para que te escuchen e interésate por que los demás se sientan cómodos en tu compañía y tendrás muchas posibilidades de ser comprendido y escuchado, de que se interesen y preocupen por ti.

5. Haz que el otro se sienta una persona valiosa e importante para ti, recordando su nombre, su rostro, su profesión, dónde, cómo y en qué circunstancias le conociste…

6. Demuestra clara simpatía y entusiasmo por las ideas, deseos y proyectos de los demás.

7. Escucha con mucha atención, curiosidad y agrado, y no temas pedirle a tu interlocutor mayor claridad y abundancia de información.

8. Habla con interés de aquello que más entusiasme al otro y comenta tus intereses solo en la medida en que puedan ser compartidos por él.

9. Nunca pretendas tener «toda» la razón; deja que tu oponente satisfaga, en parte al menos, su necesidad de tener razón.

10. Lo habrás hecho bien en la medida en que hayas enriquecido al otro, se haya sentido cómodo en tu compañía y en el futuro cuentes con un buen amigo.


martes, 9 de febrero de 2021

Mi canción de gratitud


 “There is a reason” (Hay una razón). Alison Krauss.

Todas las entradas que he hecho para mis cumpleaños han sido, de alguna manera, una confesión en la que he reflexionado sobre mi vida y sobre las cosas que he aprendido en este camino que ya está empezando a ser largo. Este año no quiero que sea menos...

Hoy cumplo 59 años y, tal vez, si Dios lo quiere, no se me escapa que hay una perspectiva superior, este sea el último año que esté en la escuela.

El año pasado, todavía me pregunto por qué, quise celebrar mi cumpleaños con lo que yo llamo mi “clan familiar”. Pudimos reunirnos dieciséis personas de tres generaciones y, sencillamente, fui feliz. A causa de la pandemia, no hemos podido volver a estar todos juntos. Agradezco a Dios que estemos bien y deseo con todo mi corazón que nos permita volver a juntarnos, más temprano que tarde, para celebrar algún feliz acontecimiento.

Fuentes: “Escúchate” de Prem Rawat y “Cómo hacer que te pasen cosas buenas” de Marian Rojas Estapé.

La vida, que es un regalo con fecha de caducidad, es el activo más grande que poseerá jamás cualquier ser humano.

Cada mañana, al levantarme, suelo decir: “¡Estoy viva, gracias!” y veo con claridad la oportunidad que se me da de vivir en este asombroso planeta, con todas las posibilidades que ello conlleva. Siento la fuerza vital latiendo en mí y suena dentro de mi corazón una canción de gratitud única e irrepetible como lo son cada una de los miles de millones de personas sobre la faz de la Tierra.

Mi gratitud por la vida es el punto de encuentro de mi pasado y mi presente. Doy las gracias por lo que tengo y siempre elijo aceptar, experimentar y apreciar las cosas como son. Eso no significa que no tenga aspiraciones, deseos y sueños.

No suelo perder mucho tiempo haciendo cuentas de mis males y de las cosas que me hacen sufrir. Suelo hacer inventario de mis bienes y agradezco lo mucho bueno que poseo viviendo, así, con mayor alegría y optimismo.

¿Debería estar agradecida por el sufrimiento? ¿Y si te dijera que mi sufrimiento ha sido la vía de entrada a mi felicidad y que me ha hecho ser mejor persona?

Cuando, a lo largo de mi vida me he topado con el sufrimiento, me han surgido, como a cualquier persona, las preguntas: ¿qué malo he hecho yo para merecer esto?, ¿por qué lo permite Dios?... No creas que me ha resultado fácil reconocer el sentido de mi sufrimiento.

El sufrimiento me ha empujado a clarificar el sentido de mi vida, de mis convicciones más profundas y, al diluir mis máscaras y apariencias, ha hecho que surja mi verdadero yo. Me ha hecho caer del pedestal y reconocer que necesito la ayuda, el cariño y apoyo de otros; que sola no puedo. Gracias al sufrimiento, reconozco mis limitaciones y he emprendido el camino hacia la sencillez.

El sufrimiento ha reforzado mi solidaridad, la empatía con el dolor ajeno, el acercamiento al alma de otras personas liberándome, así, de mucho de mi egoísmo. Me ha conducido a la madurez de mi personalidad, a la entrega a los demás, al conocimiento de mí misma y me ha llevado a crear a mi alrededor un lugar acogedor para vivir.

El sufrimiento ha transformado mi corazón y cuando descubres que el amor es el único antídoto para el sufrimiento, tu vida cambia, se ilumina… y esa luz se transmite.


viernes, 5 de febrero de 2021

La emoción azul (II)

Buenos días, tristeza


Fuente: “Intensa-mente” de Sònia Cervantes.

En la entrada “La emoción azul”, se presentó una visión de la tristeza que, quizás, nunca te habías planteado. La tristeza puede llegar a ser una gran amiga si le damos el sitio adecuado en nuestra vida, porque acabará siendo una gran fuente de aprendizaje y de superación personal. Eso no quiere decir que haya que ir tras ella para crecer. Eso sería masoquismo o victimismo.

Veamos qué podemos hacer para gestionar la tristeza para que sea efectiva y tenga alguna utilidad.

■ Debemos tomar conciencia de lo que nos está sucediendo e identificar la emoción. No es raro que al principio no sepamos lo que nos pasa. Si no hemos recibido una educación emocional adecuada, nos resultará difícil ponerle nombre a lo que sentimos.

■ Hemos de aceptar que estamos tristes. La tristeza se alimenta y crece con el silencio y con la negación y, por mucho que la disimulemos y no la mostremos, va a seguir estando ahí. Pero aceptar no es resignarse. Empecemos a decirnos: “Buenos días tristeza. Bienvenida. Toma asiento, pero no te acomodes porque voy a hacer todo lo posible para que no te quedes mucho rato”.

■ Dejar atrás la tristeza es posible, pero, para vencerla, debemos permitir que se exprese. Con lágrimas o sin lágrimas, llora. Si no puedes hacerlo, no te sientas mal porque no siempre es fácil y puede ser que no forme parte de tu código de expresión. Cuando digo llora, me refiero a que te des permiso para sentir la tristeza.

■ Al principio la tristeza lo inunda todo y no tendrás muchas ganas de hacer nada. No te obligues a hacer nada que no quieras hacer, pero oblígate a hacer algo. Practicar ejercicio es muy beneficioso: caminar, correr, pasear, bailar, saltar, jugar al fútbol, al pádel… lo que vaya contigo. Muévete. Ayuda mucho.

■ No escondas tu tristeza a tus seres queridos. Si no están a la altura o te sueltan: “eso son tonterías”, “no me vengas con tus penas” intenta hacerles entender que están equivocados y no te sientes apoyado por ellos. No tengas miedo de que te juzguen.

■ Que aceptemos la tristeza y dejemos que se exprese libremente, no implica que debamos quedarnos anclados en ella dando vueltas al problema. La tristeza debe servir para orientarnos hacia los cambios que generen una recuperación del bienestar emocional. Es normal estar triste ante ciertas circunstancias vitales, pero es casi una obligación centrarnos en qué vamos a hacer para salir de ahí.

■ Si te invaden ciertos pensamientos persistentes e invasivos, recuerda que no todo lo que piensas es cierto. Esa es la gran trampa.

■ Si ves que no sales adelante, que estás estancado, que no sabes cómo superar la tristeza y caes en las redes de la depresión, no te culpes por eso. Pide ayuda. Es un acto de gran valentía. Los psicólogos están para eso.

■ Si la tristeza llama a la puerta de alguien a quien quieres, sé compasivo con quien está sufriendo. El acompañamiento (consuelo) ayuda a mitigar la tristeza. Nunca te burles y hagas bromas de quien está triste. Los que sufren son personas que tal vez han agotado todos los recursos internos antes de desfallecer.


lunes, 1 de febrero de 2021

Cuentos amables


Fuente: “Más gente tóxica” de Bernardo Stamateas.

Fábula de Esopo

Un día el viento desafió al sol a competir para saber cuál de los dos era el más fuerte.

—Te demostraré que tengo más fuerza que tú. Mira cómo le quito el sombrero a ese hombre que está ahí.

El viento empezó a soplar cada vez más fuerte. El hombre sostuvo con la mano el sombrero hasta que la ráfaga pasó, porque el viento se cansó de soplar.

A continuación, el sol comenzó a proyectar sus cálidos rayos sobre el rostro del hombre que reconfortado se sacó el sombrero. El viento, enojado, le preguntó cómo lo consiguió.

—En vez de usar la fuerza, querido amigo viento, usa la calidez y lograrás tu objetivo —respondió el sol.

Cuenta una anécdota popular que dos hermanos estaban enemistados. Uno de ellos contrató a un carpintero y le dijo:

—Quiero que levantes una cerca entre mi hermano y yo, porque no lo aguanto más. Te pagaré lo que sea.

Después de hacer el encargo el hombre se fue al pueblo. Cinco horas más tarde, cuando regresó, el trabajo estaba terminado. Pero el carpintero no había construido un muro, había construido un puente.

—¡Yo pedí un muro! —se quejó.

Mientras seguía hablando el hermano atravesó el puente y exclamó:

—¡Gracias por tu intención de comunicarte conmigo! Yo también te estaba echando de menos. Te pido perdón.

Los hermanos se abrazaron, se perdonaron y ambos invitaron al carpintero a cenar esa noche. Pero el carpintero respondió:

—No puedo, gracias, tengo mucho trabajo por hacer: seguir construyendo puentes.

Las palabras amables y positivas nos conectan con los demás.