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jueves, 30 de junio de 2016

La ecuanimidad

Fuente: “Terapia espiritual” de Ramiro Calle.

Definimos la ecuanimidad como el equilibrio del ánimo, la estabilidad del humor, la firmeza de mente… Para Ramiro Calle, cuyo libro “Terapia espiritual” ha sido fuente para la realización de esta entrada, es la cualidad de las cualidades, la gran cualidad.

Cuando nos vemos cara a cara con lo inevitable, ella es nuestro consuelo y nos auxilia para no añadir sufrimiento al sufrimiento y precipitarnos en la desesperación, la angustia o la depresión.

La persona ecuánime mantiene el ánimo templado ante la fortuna y el infortunio. No se deja atrapar ni por la exaltación ni por la melancolía, no se turba en exceso y mantiene la serenidad en la dificultad. No se deja llevar por el excesivo abatimiento, ni se lamenta continuamente ni se deja invadir por negativos estados anímicos. Incluso en los momentos más complicados, trata de recuperar el equilibrio y la estabilidad interiores.

La ecuanimidad no es resignación fatalista ni falta de sensibilidad, ni frialdad ni indiferencia. Esta cualidad se desencadena cuando comprendemos la dinámica de la existencia, siempre cambiante. Si todo cambia, la actitud más sabia es la firmeza y el equilibrio de la mente, más allá de los extremos. La persona ecuánime sabe que todo pasa, y por ello ni se siente eufórica con lo favorable ni se deprime con lo desfavorable. Se trata se mirar los acontecimientos con visión panorámica y tratar de hallar un punto de equilibrio entre los extremos.

La ecuanimidad custodia la mente y la sanea, y no permite que ésta se vea sumida en estados de desdicha y autocompasión. Cuando tendemos a desanimarnos, la ecuanimidad nos da nueva energía, fortalece el carácter y cuando desfallecemos, nos ayuda a reconfortarnos. Ayuda también a mejorar la relación con los demás, pues la persona ecuánime es más amorosa, justa, imparcial y comprensiva. Evita, además, que nos convirtamos en personas sensibleras o pusilánimes.

Nuestra mente es perfeccionable y desarrollable. Sus potenciales pueden activarse y actualizarse. La ecuanimidad puede cultivarse. Podemos ganar ecuanimidad trabajando en el autoconocimiento, el control de la mente, la compasión hacia los demás, la visión lúcida de los fenómenos, la disciplina emocional y la práctica de la meditación.


sábado, 25 de junio de 2016

Ocuparse de sí mismo

Fuente: “101 cuentos clásicos de la India” de Ramiro Calle.


La niña y el acróbata

Era una niña de ojos grandes como lunas, con la sonrisa suave del amanecer. Huérfana siempre desde que ella recordara, se había asociado a un acróbata con el que recorría, de aquí para allá, los pueblos hospitalarios de la India. Ambos se habían especializado en un número circense que consistía en que la niña trepaba por un largo palo que el hombre sostenía sobre sus hombros. La prueba no estaba ni mucho menos exenta de riesgos. Por eso, el hombre le indicó a la niña:

—Amiguita, para evitar que pueda ocurrirnos un accidente, lo mejor será que, mientras hacemos nuestro número, yo me ocupe de lo que tú estás haciendo y tú de lo que estoy haciendo yo. De ese modo no correremos peligro, pequeña.

Pero la niña, clavando sus ojos enormes y expresivos en los de su compañero, replicó:

—No, Babu, eso no es lo acertado. Yo me ocuparé de mí y tú te ocuparás de ti, y así, estando cada uno muy pendiente de lo que uno mismo hace, evitaremos cualquier accidente.

Permanece vigilante de ti y libra tus propias batallas en lugar de intervenir en las de otros.


lunes, 20 de junio de 2016

Optimismo y sentido del humor

Fuente: “Psicohigiene” de Javier Urra.

Empecemos por un buen consejo: alejarse de los agonías, cenizos, aguafiestas, “pinchaglobos”, jeremías, y no dedicar tiempo a los que andan siempre maldiciendo.

El optimismo —una forma de pensar, de ser y de actuar— es una fuerza que incide en las diversas facetas de la vida de manera favorable. Sirve para adaptarse al medio y transformarlo e invita a reinventarse porque permite superar el infortunio, los traumas existenciales, volver a soñar el futuro y mirar a la vida cara a cara. El optimismo y la esperanza van cogidos de la mano.

Ser optimista no debe confundirse con ser pánfilo o bobalicón, ingenuo o quijotesco. Ser optimista es tender a ver y juzgar las cosas en su aspecto más favorable.

El optimismo y sentido del humor son fuentes de salud que permiten disfrutar de la vida. Existe una relación positiva entre la puesta en práctica del humor y una mejor salud mental con menor depresión y ansiedad.

El sentido del humor es causa y resultado de una elevada madurez emocional y es una virtud hermanada con el talento, el ingenio y la creatividad. Una vida sin humor es un horror y un error.

Poseer una visión benévola del mundo y una vivencia positiva de las intenciones ajenas, suele venir acompañado de haber recibido más cariño que desafectos, pero también del olvido intencionado o de la atenuación de las experiencias negativas vividas.

El optimismo y sentido del humor pueden desarrollarse y muscularse. Ante cada situación, podemos elegir el buen o el mal humor. Podemos controlar los procesos de nuestra mente, poner cortafuegos. Podemos disciplinarnos y posicionarnos de forma constructiva. Nos hemos de imponer en el día a día erradicar los pensamientos negativos, los monólogos tóxicos, los diálogos contaminantes y activar pensamientos positivos.

A la mayoría de las personas nos genera buen humor el provocar alegría en los demás y disfrutamos de las personas que transmiten una sonrisa vital, una sonrisa que nos devuelve la vida. La gente feliz lo es porque casi todo la hace feliz y contagian felicidad. Por eso, lo inteligente es rodearse de estas personas que suman aspectos positivos a nuestra vida, personas que contagian su fuerza interior, su positivismo.

A diario busco “fuentes de energía” que recarguen mis pilas: juego con niños, me relaciono con jóvenes e intento conocer su mundo y cada vez atiendo menos a los medios de comunicación que nos intoxican destacando y abusando de los acontecimientos negativos, haciendo que nos volvamos más temerosos y agresivos y que disminuya nuestra capacidad de reflexión y creatividad.

Considero que el pesimismo es una enfermedad del alma. El desaliento, la rendición y el abandono son la única derrota. Hay quien se pasa el día quejándose en la oscuridad y hay quien enciende una vela buscando reconvertir los problemas en retos. No me gustan los quejicosos que, desde el derrotismo, evitan asumir responsabilidades.

La acepción griega de la palabra entusiasmo significa “inspiración o posesión divina”... ¡Me encantan las personas que derrochan entusiasmo!


miércoles, 15 de junio de 2016

Las pequeñas cosas

El 7 de junio se estrenó el anuncio de la temporada de verano de la cerveza Estrella Damm. En esta ocasión se trata del cortometraje titulado “Las pequeñas cosas” dirigido por Alberto Rodríguez, director de la película “La isla mínima”, que en 2015 obtuvo diez premios Goya.

Los protagonistas son Jean Reno y Laia Costa. Él es un actor de renombre y de carácter agrio que está rodando una película y tiene dificultades con una frase en una de las escenas. Para repetirla, la producción de la película ha de conseguir más maquetas de barco y han de suspender el rodaje durante cuatro días. Reno debe quedarse en la isla y, para pasar el tiempo, le asignan una guía turística, Laia Costa, que vive cada minuto apasionadamente y con ilusión. Entre los dos protagonistas se establece una relación especial que lleva al actor a darse cuenta de la importancia de las pequeñas cosas en la vida.

El corto está muy ligado al estilo de vida mediterráneo: la forma de entender la vida, cultura, gastronomía…

El anuncio se rodó en diferentes localidades de las islas Baleares, principalmente de Mallorca.

Su banda sonora, “Those Little Things” (las pequeñas cosas), es una composición de Ramon Mirabet.



viernes, 10 de junio de 2016

Pensar con los pies

Fuente: “El pescador de Mentes” de Christian de Selys.


Cuento sufí

Un día un discípulo le preguntó a Hejasi:

—Maestro, ¿qué es lo más curioso de los seres humanos?

—Que piensan, siempre, al contrario —respondió Hejasi—. Tienen prisa por crecer, y después suspiran por la infancia perdida. Pierden la salud para tener dinero, y luego pierden el dinero para obtener salud.

Piensan tan ansiosamente en el futuro que descuidan el presente, y así, no viven ni el presente ni el futuro. Viven como si no fueran a morir nunca y mueren como si no hubiesen vivido.


domingo, 5 de junio de 2016

Serendipias

“La casualidad es quizás el seudónimo de Dios, cuando no quiere firmar”.
Anatole France (Premio nobel de literatura, 1921).



Fuente: “365 ideas para cambiar tu vida” de Francesc Miralles.

Según la Real Academia Española, “serendipia” es un hallazgo valioso que se produce de manera accidental o casual. Así, por ejemplo, el descubrimiento de la penicilina fue una serendipia.

La historia de la humanidad está llena de equivocaciones afortunadas que nos han llevado más allá de nuestros límites.

Desde el error de cálculo que condujo a Colón al continente americano, muchos aciertos humanos han surgido en pequeñas y grandes catástrofes que han hecho de la necesidad una virtud.

El yogur hoy presente en la mayoría de las neveras lo descubrió, según la tradición, una caravana de comerciantes búlgaros que trasladaba leche de un poblado a otro y vio como, por efecto del sol, ésta había fermentado. Uno de ellos la probó para ver hasta qué punto se había echado a perder. El sabor le gustó y, con el tiempo, se descubrió que tenía efectos beneficiosos para el estómago. Había nacido un producto que acabaría conquistando el mundo.

Tenemos mucho que aprender de las llamadas serendipias.

También en nuestra vida, hay errores mucho más afortunados que los propios aciertos.