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martes, 30 de abril de 2013

Querido profesor:

Cuando se estrena una película de tipo biográfico e histórico, suelen salir a la luz anécdotas, frases o comentarios, poco o nada conocidos, de algunos de sus protagonistas.

En noviembre de 2012, se estrenó la película “Lincoln” dirigida por Steven Spielberg. Abraham Lincoln fue presidente de los Estados Unidos entre 1861 y 1865, año en que murió asesinado. Entre sus principales logros, están las medidas que dieron como resultado la abolición de la esclavitud.

Tras el estreno de la película, empezó a circular por las redes sociales una imagen con una carta que, supuestamente, Abraham Lincoln escribió en 1830 al profesor de su hijo. En ella, le pide que no solo le enseñe materias académicas, sino que lo prepare para la vida, que le enseñe los valores que le ayuden a guiarse de forma correcta a lo largo de su existencia y que le trate de forma que pueda desarrollar sus propias capacidades para valerse por sí mismo y tomar sus propias decisiones.

Se ha cuestionado que el autor de esta carta fuera Lincoln, pero, en cualquier caso, se trata de un bello texto que nos hace reflexionar sobre los valores y actitudes que los niños deberían aprender en la escuela.

  “Amazing Grace” (“Gracia admirable”). Violín de Ayako Ishikawa.

Estimado Profesor:

Él debe aprender que no todos los hombres son justos ni veraces, pero enséñele que por cada villano hay un héroe y que por cada egoísta hay un líder dedicado y comprometido.

También enséñele que por cada enemigo existe un amigo y que más vale una moneda ganada honradamente que una moneda robada.

Enséñele a perder y también a disfrutar correctamente de las victorias. Aléjelo de la envidia y que conozca la alegría que reside en la silenciosa sonrisa.

Propicie en él la lectura de buenos libros, sin que deje de soñar y contemplar el cielo, los pájaros, las flores del campo y las maravillosas vistas de valles, lagos y montañas.

Enséñele a jugar sin violencia con sus amigos. Explíquele que vale más una derrota honrosa que una victoria vergonzosa. Que crea en sí mismo y sus capacidades, aunque quede solo y tenga que lidiar contra el mundo entero.

Enséñele a ser gentil con los buenos y duro con los perversos. Instrúyalo a que no haga las cosas porque simplemente otros las hacen, que sea amante de los valores.

Que aprenda a escuchar a todos, pero que, a la hora de la verdad, decida por sí mismo. Enséñele a sonreír y cuando esté triste explíquele que a veces los hombres también lloran.

Enséñele a ignorar los gritos de las multitudes que sólo reclaman derechos sin pagar el costo de sus obligaciones, enséñele a luchar por lo que crea justo.

Trátelo bien, pero no lo mime ni lo adule, déjelo que se haga fuerte solo. Incúlquele valor y coraje pero también paciencia, constancia y sobriedad.

Transmítale una fe firme y sólida en el Creador del Universo. Sólo si tiene fe en sí mismo, tendrá fe también en los hombres.

Entiendo que le estoy pidiendo mucho, pero haga todo aquello que pueda.

Abraham Lincoln.

Abraham Lincoln con su hijo Tad.

Algunos comentarios que he leído sobre este documento, expresan que sería la carta que cualquier padre querría escribir al maestro de su hijo.

Permitidme que lo ponga en duda.

Tal vez un padre ahora escribiría:

Sr. Profesor:

Mi niño es maravilloso. Mímelo, adúlelo, no lo contradiga, no le exija, no le diga que está mal algo de lo que hace. No le diga nunca no. No le ponga límites, no le regañe ni mucho menos se atreva a castigarle… y ándese con cuidado como mi niño me dé alguna queja…

¡Así nos luce el pelo!

No quiero ser injusta. Muchos padres sí que escribirían esta carta. De hecho, yo me considero una maestra muy afortunada porque, hasta el día de hoy, los padres de mis alumnos han confiado en mí como maestra de sus hijos, o por lo menos yo así lo he sentido, y me han apoyado en mi tarea y labor. No tengo con qué dar las gracias pues esa es una de las razones por las que me sigue gustando mi trabajo y vuelvo a la escuela, cada día, con renovadas fuerzas.

¡Pero es que los otros hacen tanto ruido y tanto daño...!


viernes, 26 de abril de 2013

Como el gallo de Morón

Concha Caballero

“La Comisión europea”, que en los tres últimos años ha decretado una sobredosis de recortes a diestro y siniestro, empieza a tener serias dudas sobre los efectos de sus políticas. La medicina alemana se ha suministrado en dosis excesivas y ahora parece que la austeridad ya no es la respuesta, pues el continente europeo entero se atrinchera en una larga recesión.

Bruselas ha concedido a España, “campeona” europea con el mayor agujero fiscal, dos años de margen para que cumpla con el déficit, PERO… vincula ese margen a un paquete de “reformas estructurales”, entre las que están incluidas las pensiones, y subraya la importancia de estas reformas incluso por encima del control del déficit.

¡Miedo me da…!

Concha Caballero en su artículo de opinión “El día que acabó la crisis” de El País Andalucía, señala que lo que más le preocupa de esta crisis no es cuándo acabará, sino cómo saldremos de ella.

El origen de esta crisis estafa —mitad realidad, mitad ficción— es difícil de descifrar, pero sus objetivos son claros y contundentes: hacernos retroceder 30 años en derechos y en salarios y reducir a cenizas derechos que tardaron siglos en conquistarse y extenderse.

¿Cuándo terminará la crisis?

- Cuando los salarios se hayan abaratado hasta límites tercermundistas y la juventud trabaje casi gratis. Cuando haya millones de personas paradas dispuestas a ser polivalentes, desplazables y amoldables con tal de huir del infierno de la desesperación.

- Cuando los alumnos se hacinen en las aulas y se haya conseguido expulsar del sistema educativo a un 30% de los estudiantes.

- Cuando la salud se compre, nuestro estado de salud se parezca al de nuestra cuenta bancaria y se nos cobre por cada servicio, por cada derecho, por cada prestación.

- Cuando las pensiones sean tardías y rácanas y nos convenzan de que necesitamos seguros privados para garantizar nuestras vidas.

- Cuando hayan conseguido una nivelación a la baja de toda la estructura social y todos, excepto la cúpula puesta cuidadosamente a salvo en cada sector, pisemos los charcos de la escasez o sintamos el aliento del miedo en nuestra espalda.

- Cuando nos hayamos cansado de confrontarnos unos con otros y se hayan roto todos los puentes de la solidaridad.

Entonces, solo entonces, la crisis habrá terminado.

De ella no solo saldremos más pobres y desiguales, sino, también, más cobardes y resignados.

Sin plumas y cacareando como el gallo de Morón.

* (La expresión se aplica, como recurso literario, a quien se queda derrotado, lamentándose, sin su dinero, riquezas o poder.)


lunes, 22 de abril de 2013

Ganar felicidad

Tal Ben-Shahar

Tal Ben-Shahar, nacido en 1970, es un psicólogo americano de origen judío, conocido por su trabajo en el desarrollo de la psicología positiva y técnicas de liderazgo. Es un conferenciante muy valorado, así como un colaborador habitual de medios de comunicación. Ha enseñado en universidades como Harvard, donde su curso titulado “Mayor felicidad” fue uno de los más populares y exitosos de la historia de la Universidad.

La psicología positiva estudia las bases del bienestar psicológico y de la felicidad, así como de las fortalezas y virtudes humanas. Tradicionalmente, la ciencia psicológica ha dedicado mucho esfuerzo a estudiar los aspectos negativos y patológicos del ser humano (ansiedad, estrés, depresión…), dejando de lado, a menudo, el estudio de aspectos más positivos como, por ejemplo, la creatividad, la inteligencia emocional, el humor, la sabiduría, la felicidad y la resiliencia. Las últimas investigaciones de psicología positiva, nos hacen cuestionar creencias y supuestos muy arraigados en nuestra sociedad.

Se pueden encontrar antecedentes de la psicología positiva en filósofos como Aristóteles, que dedicó parte de sus escritos a la eudaimonía (término griego habitualmente traducido como felicidad), pero también en psicólogos como Abraham Maslow o Carl Rogers, pertenecientes a la corriente llamada psicología humanista.

Uno de los temas motores de nuestra existencia y, por tanto, un tema fundamental de estudio, es y será la felicidad, ese estado de plenitud y equilibrio que todo ser humano anhela como ideal de realización y bienestar y que combina una justa proporción entre lo que se es, lo que se tiene y a lo que se aspira.

En su curso, Tal Ben-Shahar da una serie de consejos o claves para mejorar la calidad de nuestro estado personal y contribuir a generar una vida positiva. No nos enseña a ser feliz, sino a saber cómo podríamos obtener mayor felicidad:

- Realizar algún ejercicio. Los expertos aseguran que hacer ejercicio es como tomar un antidepresivo para mejorar el ánimo. Treinta minutos de ejercicio es el mejor antídoto contra la tristeza y el estrés.

- Alimentarse bien. Lo que se come tiene un impacto importante en el estado de ánimo. Lo recomendable es comer algo ligero cada tres o cuatro horas para así mantener los niveles de glucosa estables; no saltarse comidas; evitar el exceso de harinas blancas y el azúcar; comer de todo y variar los alimentos.
Desayunar: Estudios demuestran que desayunar ayuda a tener energía, pensar y desempeñar con éxito las actividades.

- Cuidar la postura. Caminar derecho, con los hombros ligeramente hacia atrás y la vista hacia el frente, ayuda a mantener un buen estado de ánimo.
Usar zapatos cómodos. Si nos duelen los pies nos ponemos de mal humor.

- Escuchar música. Está comprobado que escuchar música despierta deseos de cantar y bailar, lo que nos va a alegrar la vida.

- Llenar nuestra vida de recuerdos bonitos. Colocar en el frigorífico, ordenador, escritorio, dormitorio... frases, fotos, recuerdos... de seres queridos o momentos felices.

- Gastar el dinero en experiencias, no en cosas. Un estudio descubrió que sólo el 34% de personas dijo sentirse más feliz cuando compraba cosas. El resto, se sentía más feliz cuando invertía su dinero en viajes, cursos, clases, actividades de ocio, aficiones...

- Arreglarse y sentirse atractivo(a). El 41% de las personas se siente más feliz cuando se “ve” bien.

- Saludar y ser amable con otras personas. Más de cien investigaciones afirman que con solo sonreír, se cambia el estado de ánimo.

- Ser asertivo. Pedir lo que se quiere y decir lo que se piensa. Está demostrado que ser asertivo ayuda a mejorar la autoestima. La dejadez y “aguantar en silencio” todo lo que nos digan y hagan, genera tristeza y desesperanza.

- Enfrentar los retos. “No dejar para mañana lo que se puede hacer hoy”. Estudios demuestran que cuanto más se posterga algo que sabemos que tenemos que hacer, más ansiedad y tensión generamos. Escribir pequeñas listas semanales de tareas a realizar y cumplirlas.

- Agradecer a la vida todo lo bueno que se tiene. Escribir en un papel diez cosas que se tengan en la vida que nos dan felicidad. Cuando hacemos una lista de gratitud nos obligamos a enfocarnos en cosas buenas y atraeremos mayor bienestar a nuestras vidas.


jueves, 18 de abril de 2013

El nido vacío

Tarde o temprano, llega la hora en la que los hijos se independizan, bien sea para vivir solos, casarse, estudiar fuera o trabajar en otra ciudad. Esta emancipación forma parte del ciclo natural de la vida. El síndrome del nido vacío es la sensación de soledad que los padres pueden sentir cuando esto sucede. Algo parecido les ocurre a los cuidadores familiares cuando la persona mayor con la que compartían mucho tiempo, finaliza su vida.

El nido familiar es como el nido de un pájaro. La naturaleza, que es sabia, se encarga de recordárnoslo. Hay un magnífico vídeo titulado “Robins: 4 huevos, 4 Semanas”, que ilustra lo que estamos diciendo. Realizado por el productor de cine Fred Margulies, quien además agregó una apropiada banda sonora, captura, durante cuatro semanas de rodaje, las imágenes de un par de petirrojos americanos que anidan en una maceta colgada en el porche de su casa.

El vídeo muestra a la hembra incubando pacientemente, con lluvia y con sol, su nidada de cuatro huevos. La pareja de petirrojos cría a sus polluelos con paciencia, dedicación y trabajo compartido hasta que, un buen día, abandonan el nido.

El final yo lo calificaría de divertido y conmovedor.

Los padres, cuando los hijos deciden partir libremente, no pueden pretender retenerlos. Hay que dejarles volar. Para eso se les ha educado y, aunque sentirse deprimidos es lo más normal de mundo, es una gran alegría que el hogar haya servido para que los hijos crezcan, se desarrollen con todas sus destrezas y que, llegada la hora, salgan, libres de ataduras, de ese nido al que solo volverán de visita.

Hay un tiempo para cada cosa. La misión se ha cumplido.

Ahora se dispondrá de más tiempo libre para dedicarse a todas aquellas cosas que siempre gustaron e interesaron pero que, por falta de tiempo, nunca pudieron hacerse.


domingo, 14 de abril de 2013

Los más ricos del planeta

“Fortune” es una revista de negocios especialmente conocida por su publicación de rankings de riqueza, mejores compañías para trabajar y todo tipo de estudios relacionados con el mundo de las finanzas. Fue fundada en febrero de 1930, cuatro meses después el crack de Wall Street.

En esta entrada, se recoge un artículo del escritor y periodista mexicano Armando Fuentes Aguirre, conocido con el seudónimo de Catón, en el que se propone demandar a la revista “Fortune”...

«Me propongo demandar a la revista “Fortune”, pues me hizo víctima de una omisión inexplicable. Resulta que publicó la lista de los hombres más ricos del planeta, y en esta lista no aparezco yo. Aparecen, sí, el sultán de Brunei, aparecen también los herederos de Sam Walton y Takichiro Mori. Figuran ahí también personalidades como la Reina Isabel de Inglaterra, Stavros Niarkos, y los mexicanos Carlos Slim y Emilio Azcárraga. Sin embargo, a mí no me menciona la revista. Y yo soy un hombre rico, inmensamente rico. Y si no, vean ustedes:

Tengo vida, que recibí no sé por qué, y salud, que conservo no sé cómo.

Tengo una familia, esposa adorable que al entregarme su vida me dio lo mejor de la mía; hijos maravillosos de quienes no he recibido sino felicidad; nietos con los cuales ejerzo una nueva y gozosa paternidad.

Tengo hermanos que son como mis amigos, y amigos que son como mis hermanos.

Tengo gente que me ama con sinceridad a pesar de mis defectos, y a la que yo amo con sinceridad a pesar de mis defectos.

Tengo cuatro lectores a los que cada día les doy gracias porque leen bien lo que yo escribo mal.

Tengo una casa, y en ella muchos libros (mi esposa diría que tengo muchos libros, y entre ellos una casa).

Poseo un pedacito del mundo en la forma de un huerto que cada año me da manzanas que habrían acortado aún más la presencia de Adán y Eva en el Paraíso.

Tengo un perro que no se va a dormir hasta que llego, y que me recibe como si fuera yo el dueño de los cielos y la tierra.

Tengo ojos que ven y oídos que oyen; pies que caminan y manos que acarician; cerebro que piensa cosas que a otros se les habían ocurrido ya, pero que a mí no se me habían ocurrido nunca.

Soy dueño de la común herencia de los hombres: alegrías para disfrutarlas y penas para hermanarme a los que sufren.

Y tengo fe en Dios que guarda para mí infinito amor.

¿Puede haber mayores riquezas que las mías?

¿Por qué, entonces, no me puso la revista “Fortune” en la lista de los hombres más ricos del planeta?».


martes, 9 de abril de 2013

La oveja perdida

Este cuento está incluido en el libro “El canto del pájaro” de Anthony de Mello.


Parábola para educadores

Una oveja descubrió un agujero en la cerca y se escabulló a través de él.

Estaba feliz de haber escapado. Anduvo errando mucho tiempo y acabó desorientándose. Entonces, se dio cuenta de que estaba siendo seguida por un lobo. Echó a correr y a correr, pero el lobo seguía persiguiéndola hasta que llegó el pastor, la salvó y la condujo de nuevo, con todo cariño, al redil.

Y a pesar de que todo el mundo le instaba a lo contrario, el pastor se negó a reparar el agujero de la cerca.


viernes, 5 de abril de 2013

Elogio de la paciencia

La paciencia es la facultad de saber esperar cuando algo se desea mucho. De ella se dice que, aunque es amarga, sus frutos son dulces. La paciencia consiste, en definitiva, en saberse adaptar a los ritmos naturales de las cosas.

En esta entrada se cuenta una historia que nos recuerda la importancia de la persistencia y la paciencia a la hora de hacer realidad nuestros sueños. La he recogido del libro “La respuesta” del Dr. Mario Alonso Puig. Su protagonista es el científico español Santiago Ramón y Cajal (1852-1934), cuyos trabajos sobre la estructura del sistema nervioso, cambiaron las teorías existentes abriendo un inmenso campo de conocimientos.

Santiago Ramón y Cajal

“Santiago Ramón y Cajal, nuestro insigne científico, fue un ejemplo insuperable de paciencia. A pesar de una vida dedicada al estudio anatómico e histológico, era un absoluto desconocido fuera de España. Trabajador incansable, había ganado por oposición la cátedra de Anatomía General y Descriptiva de la Universidad de Valencia en 1883, la de Histología y Anatomía Patológica de la Universidad de Barcelona en 1887 y la de Madrid en 1892.

Harto de ver que, en revistas extranjeras, a las que él no tenía ningún acceso, se publicaban estudios sobre el sistema nervioso que eran incorrectos y molesto al comprobar que ciertos científicos manifestaban haber hecho descubrimientos que Cajal había hecho mucho antes, tomó una firme resolución. Cajal decidió asistir en 1889 al Congreso de la Sociedad Anatómica Alemana que se celebraba en Berlín. Por entonces, Alemania era la cuna de la ciencia en el mundo.

Este congreso era el más relevante de todos y entre los asistentes estaría el famoso profesor Kölliker. Cajal pidió ayuda a la universidad española para que le pagaran el billete de tren. La universidad le contestó que no, que para qué iba a ir un español como él a Alemania.

Cajal no se dio por vencido y habló con doña Silveria, su mujer. Utilizando sus mínimos ahorros, Cajal se pagó su viaje a Berlín. Allí, en una mesa colocó su microscopio, regalo de las autoridades españolas por la labor tan extraordinaria que hizo durante la epidemia de cólera que hubo en Valencia.

Nadie se acercaba a la mesa de este absoluto desconocido. Los científicos se agolpaban alrededor de figuras como Kölliker. Cajal decidió entrar en acción. Él no había llegado hasta allí para irse de vacío. Cajal se acercó a la mesa del profesor Kölliker y, agarrándole literalmente de la manga de su levita, se lo llevó hasta la mesa donde tenía el microscopio con las preparaciones del sistema nervioso. El sabio alemán, que no entendía nada, posiblemente se dejó llevar por una mezcla de temor y curiosidad.

En un pobre francés, Cajal le pidió a Kölliker que mirara por el microscopio. El científico miró y no pudo dar crédito a lo que veía. Ante sus ojos aparecía un universo que hasta entonces solo Cajal había contemplado. Jamás nadie había sido capaz de hacer unas preparaciones histológicas donde se vieran con tanta claridad y nitidez las neuronas y sus intrincadas conexiones. Kölliker levantó su mirada y le preguntó Cajal:

—¿Quién es usted?

—Santiago Ramón y Cajal, de España.

Entonces, Kölliker se alzó y, dirigiéndose a la multitud de personas que le habían seguido, les dijo con voz solemne:

—Quiero que sepan todos que yo, el profesor Kölliker, soy quien ha descubierto a Cajal y que seré yo también quien se encargue de que el mundo entero le descubra.

A partir de aquel momento sublime, Cajal pudo publicar en las mejores revistas del mundo y empezó a ser invitado por las más selectas universidades. En 1900 recibió en París el célebre premio Moscú. En 1905 recibió la Medalla de Oro de Helmholz, la máxima distinción en su campo. En 1906 recibió en Estocolmo el Premio Nobel de Medicina”.