Todos los humanos somos aurigas con el potencial de hacer una carrera extraordinaria. En esencia, tú eres el auriga en la “carrera” de tu propia vida. Dispones de bellos y poderosos caballos (potencialidades), deseosos, si aprendes a conocerlos y sabes dirigirlos y alentarlos, de llevarte hacia el éxito.
Como es natural, estos tienden a seguir su instinto, a hacer lo fácil y lo cómodo, a tirar cada uno por su lado o incluso a pararse. Basta con que uno se detenga o tome la dirección equivocada para que el carruaje pierda eficacia. En última instancia, si estos no corren en absoluto, el carro quedará parado y tú nunca llegarás a la meta.
Imagínate a dos aurigas de similar experiencia y habilidad. Ambos van montados en su carruaje tirado por sus respectivas caballerías de parecida presencia y potencia.
El primero, además de conocer la meta y la distancia hasta ella, también conoce y cuida a sus corceles. Consciente del valor de estos y de los éxitos que le proporcionan, los cepilla, alimenta y entrena a diario. Sabe que sin ellos nunca alcanzaría el triunfo.
Por el contrario, su contrincante, ignorante y negligentemente, descuida por completo a sus animales y se limita a participar en las carreras guiado solo por un mero afán de competición. ¿Quién crees que, a la larga, será el vencedor?
Por eso, para canalizar sabiamente su energía, sacarles el máximo partido y avanzar velozmente hacia el triunfo, es fundamental que te familiarices con ellos, los nutras y ejercites. Cuanto más lo hagas, tantas más satisfacciones y sorpresas te darán. Notarás que, como todos están conjuntados, tan solo con que estimules a uno de ellos, los otros también responderán. Ellos representan un portentoso motor para el éxito de tu vida, en el camino hacia tu sueño.
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