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domingo, 30 de septiembre de 2018

Las sandalias

Este cuento está incluido en el libro “La llave de la paz interior” de Ramiro A. Calle.

Dos amigos que anhelaban recibir enseñanzas para evolucionar espiritualmente y hallar la paz interior recorrieron un largo camino para conocer a cierto maestro del que habían oído que era un ser realizado. Tras un viaje largo y extenuante, llegaron hasta donde vivía el maestro y se presentaron ante él. Unos minutos después, antes de llegar la hora del día fijada para que el maestro impartiera las enseñanzas, uno de los amigos le dijo al otro:

–¡Vámonos!

Estupefacto, el amigo protestó indignado:

–¡Pero si todavía no hemos escuchado sus enseñanzas!

Y el amigo le contestó:

–A mí me basta con haber visto cómo se ata las sandalias.

Cuando una persona ha conquistado la serenidad, se refleja en todos sus actos, en sus palabras, silencios, miradas y gestos. Es una energía, benditamente contagiosa, que se irradia por doquier y todo lo impregna.


martes, 25 de septiembre de 2018

Las cinco “pes” de la vida

El economista estadounidense Philip Kotler propuso, en los años sesenta, el famoso modelo de las “Cuatro Pes” del marketing que responde a las cuatro preguntas: ¿qué producto?, ¿a qué precio?, ¿en qué mercado (placement=distribución)? y ¿qué comunicación usaré (promoción)?

La revolución tecnológica hizo que al modelo se le añadiera otra “p” de persona (¿a qué consumidor?)

Víctor Küppers en su libro “Vivir la vida con sentido” habla de que en la vida también existen las cinco “pes”:

«…Todos nos movemos por una de las cinco “pes”. Hay una “p” que es nuestro motor, lo que manda en nuestra vida, hay una “p” que nos orienta y que influye en todas nuestras decisiones.

• La primera posible “p” es el poder. Son muchas las personas que han demostrado que esta es la “p” que les importa y las hay de todos los colores; algunas por mantener el poder son capaces de mentir, engañar, cometer perjurio o vender a su madre, lo único importante es mantenerse en el poder. Algunas personas cambian de opinión o renuncian a sus ideales para mantenerse en el poder.

El poder es una gran fuente de motivación, pero tiene muchos inconvenientes. El primero es que solo motiva mientras se tiene y la motivación se convierte en amargura cuando se pierde. El segundo es que tampoco de disfruta tanto, porque para mantenerlo uno tiene que convivir con los miedos a perderlo, con el rencor y la envidia hacia quienes lo amenazan. En fin, muy desalentador.

• La segunda “p” es el prestigio. Hay quien no tienen poder, pero busca el “prestigio” que dan los cargos, las posiciones, los títulos, la fama mal entendida. Hay personas que son capaces de vender su alma al diablo con tal de aparecer en un medio de comunicación o de ostentar un determinado cargo o título.

El prestigio también tiene inconvenientes. Comparte con el poder el inoportuno hecho de que la satisfacción se mantiene mientras se tiene el prestigio; cuando hay otro que tiene más prestigio o cuando este ya no se valora o no se aplaude constantemente, entonces viene el desánimo. Y lo importante no es ser importante, lo importante es ser feliz.

• La tercera “p” es la pasta, ¡todo por la pasta! El dinero y los bienes materiales se supone que nos harán felices; la felicidad adquiere entonces una dimensión comercial pues la publicidad actúa como palanca de aceleración de esa felicidad que hay que comprar.

No hay que dar muchos ejemplos de la cantidad de personas que se han abrazado a esta “p”; nos hemos acostumbrado desde hace años a ver por la televisión operaciones policiales que intervienen ayuntamientos por corrupción o por cobro de comisiones ilegales. Estamos cansados de ver que personas que tienen 1.000 roban 1.000 más, personas que tienen un altísimo nivel de vida que tienen que robar, porque nunca es suficiente, porque todo es poco, porque la avaricia no tiene límites. Por méritos propios, hoy hay empresarios y políticos que compiten en plena igualdad con mafiosos, chorizos y maleantes varios por ser el colectivo más corrupto de la sociedad. Y lo importante no es ser rico, lo importante es ser feliz.

• La cuarta “p” es el placer; apetece o no apetece. Hay que hacer solo lo que te apetece, ese el mensaje que hoy manda la sociedad; ser libre es hacer lo que te dé la gana. No hay nada que se acerque tanto a la irresponsabilidad. Si te apetece cuidar a tu hijo lo haces, si no, no; si te apetece hacer las cosas bien las haces, si no, no, es la vida hedonista que tanto atrae.

Françoise Réveillet explica que la cultura del ya, la cultura del instante se transforma en cultura del goce y la satisfacción inmediata. Con esta “p” tampoco se logra la felicidad porque la satisfacción dura mientras dura el placer, la novedad, que rápidamente desaparece porque ha surgido otro objeto o motivo de deseo.

• Finalmente, la quinta “p” son los principios. Principios y valores humanos. Las personas fantásticas lo son porque son honestas, íntegras, honradas, no mienten, no engañan, son leales, ayudan a los demás, son generosas, comparten, etc.

Ghandhi decía que “debemos convertirnos en el cambio que buscamos en el mundo”, eso es ser íntegro.

Esta “p” es la única duradera, es la única que da la alegría y la felicidad interior que todos buscamos.

El éxito no es la base de la felicidad, pero la felicidad sí es la base del éxito. Ser buena persona, a largo plazo, es muy rentable. Quizás no serás millonario, pero habrás triunfado en la vida. La conciencia es nuestro mayor patrimonio.

Hoy en día felicitamos a las personas por sus éxitos externos, por su prestigio, por su poder, por sus ascensos, por sus coches, por sus casas, en fin, por sus posesiones; y deberíamos felicitar a las personas por su manera de ser, por sus actitudes, por sus principios, por su forma de actuar, deberíamos elogiar la bondad, la paciencia, la generosidad. Personas con valores humanos, esas son las que nos gusta, las que nos atraen, con las que queremos vivir y convivir».


jueves, 20 de septiembre de 2018

No decidir es también decidir

Fuente: “365 citas contigo” de Laura Chica.

No existe la no decisión. Lo que no decides, ya se está decidiendo.

Cuando prefieres no dar una respuesta, el silencio ya decide por ti.

Parece más cómodo no decidir porque te ahorras muchos cambios. Tras una decisión viene una acción y el cambio requiere mucha energía para adaptarse a lo nuevo. Por eso es más cómodo no decidir, dejarte llevar, que decidan otros.

Cuando crees no decidir, en realidad estás decidiendo quedarte donde estás, aunque no te guste.

Todo lo que no decides decide por ti.

Todo lo que no eliges elige por ti.

Cada decisión y cada no decisión está creando tu vida, está creando el camino por el que vas a ir.


sábado, 15 de septiembre de 2018

Mala o buena suerte... ¿Quién sabe?

En el momento en que los acontecimientos se producen, no podemos saber si con el tiempo van a revelarse como felices o como desfavorables para nosotros. No es en el instante mismo cuando podemos juzgar respecto de la dicha o la desgracia; hay que esperar antes de pronunciarse.


Este cuento está incluido en el libro “Sadhana, un camino de oración” de Anthony de Mello.

Cuento chino

Una historia china habla de un anciano labrador que tenía un viejo caballo para cultivar sus campos. Un día, el caballo escapó a las montañas. Cuando los vecinos del anciano labrador se acercaban para condolerse con él y lamentar su mala suerte, el labrador les replicó: “¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¿Quién sabe?”

Una semana después, el caballo volvió de las montañas trayendo consigo una manda de caballos. Entonces los vecinos felicitaron al labrador por su buena suerte. Éste les respondió: “¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¿Quién sabe?”

Cuando el hijo del labrador intentó domar uno de aquellos caballos salvajes, cayó y se rompió una pierna. Todo el mundo consideró esto como mala suerte. No así el labrador, quien se limitó a decir: “¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¿Quién sabe?”.

Una semana más tarde, el ejército entró en el poblado, y fueron reclutados todos los jóvenes que se encontraban en buenas condiciones. Cuando vieron al hijo del labrador con la pierna rota, le dejaron tranquilo. ¿Había sido buena suerte? ¿Mala suerte? ¿Quién sabe?

Todo lo que a primera vista parece un contratiempo puede ser un disfraz del bien. Y lo que parece bueno a primera vista puede ser realmente dañoso. Así pues, será postura sabia que dejemos a Dios decidir, y le agradezcamos, en la confianza de que todo irá bien, aun cuando en la apariencia no lo parezca así.


lunes, 10 de septiembre de 2018

Vivir con humildad

Fuente: “Vivir la vida con sentido” de Víctor Küppers.

¿Qué te ocurre por dentro cuando alguien te dice “no estoy de acuerdo contigo” o “creo que te equivocas”? Si de repente notas cómo te sube un bicho por la barriga y te entran ganas de comerte vivo a quien pronuncia esas palabras, eso es que tienes un problema con tu ego y con la humildad. ¿Qué ocurre? ¿Siempre tienes que tener la razón? ¿Nunca te equivocas?

Todos nos equivocamos, nadie es perfecto. La diferencia es que hay personas que se lo toman bien y hay personas que no. Hay personas que dicen “lo siento”, “perdona”, “tienes razón”, “me he equivocado” y hay otras que no saben ni como se deletrean estas sencillas palabras tan difíciles de pronunciar.

Humanamente hablando, la persona más grande es la que es capaz de dejar a su ego a un lado para no enfadarse, solucionar un malentendido o pedir perdón si es necesario. Evidentemente, tenemos derecho a enfadarnos, pero no por tonterías sino por cosas importantes.

Ser humilde no quiere decir ser tonto, blandengue o pusilánime. La humildad, aunque pueda parecer lo contrario, está muy relacionada con la autoestima. Se puede ser humilde y al mismo tiempo firme y seguro.

Cuando se es humilde, los principios son los que mandan, no el ego. Seguir los principios lleva a ser íntegro, mientras que, por el contrario, seguir el ego lleva a la arrogancia.

Estas son algunas reglas que me enseñaron para vivir con humildad:

- No pensar que lo que haces o dices está mejor que lo que hacen o dicen los demás.

- No querer salirte siempre con la tuya.

- Reconocer las virtudes de los demás y aprender de ellas.

- No dar tu opinión si no te la piden.

- No despreciar el punto de vista de los demás.

- No mostrarte como ejemplo de buenas conductas.

- Ser flexible para rectificar y saber pedir perdón.

- No poner excusas cuando te reprenden o cuando pides disculpas.

- Evitar encubrir errores para no estropear el concepto que tienen de ti.

- Reconocer que tus dones no son mérito tuyo.

- No complacerte con las alabanzas.

- Disculpar los defectos de los demás.

- No envidiar que otros sean más apreciados que tú.

- No dar demasiada importancia a la apariencia y la imagen.

- No negarte a realizar actividades o tareas “inferiores”.

- Estar siempre atento para ayudar a los demás.

- No querer singularizarte.

- Aceptar las críticas, no mostrarte demasiado sensible a ellas.

- No reclamar atenciones que consideras merecidas.

- No poner pegas cuando hay que obedecer y seguir normas.


miércoles, 5 de septiembre de 2018

Reacciones desmesuradas

Fuente: “Haz tus sueños realidad” de Rut Nieves.

A veces reaccionamos de forma desproporcionada y montamos un pollo muy grande por algo aparentemente muy pequeño. Cuando eso sucede es porque nos han tocado alguna herida.

Cuando a una persona le tocas las heridas que no tiene curadas, sale el tigre que lleva dentro y reacciona desmesuradamente porque se siente atacada o amenazada.

Es muy importante mantener la calma y tomar conciencia de que en esos momentos esa persona no está siendo ella misma. Si reaccionas a ese “ataque” en el mismo nivel, se entra en un círculo vicioso que solo se puede romper cuando una de las dos personas eleva su nivel de conciencia y decide salirse de esa espiral de ataques.

Cuando una persona reacciona de esta manera es porque ha dado su poder al ego, que en ese momento está al mando. El ego es una coraza, una máscara, que ni razona ni comprende. Por eso, tratar de hablar con una persona que está temporalmente bajo su dominio es inútil.

Cuando trates de hablar con una persona y veas que es imposible la comunicación, no la fuerces. Estás hablando con su ego, no con esa persona. Espera que vuelva a la calma y, en definitiva, vuelva a ser ella misma.

La mayoría de las veces, las personas no son conscientes ni de que tienen una herida ni de que están reaccionando desmesuradamente. Por el contrario, aunque las trates con cariño, se ven injustamente atacadas y entran en cólera.

Una vez más, todo depende del plano con que lo estés mirando, si desde un nivel bajo de consciencia, correspondiente al victimismo, o desde un plano elevado de consciencia, correspondiente a una persona despierta.

Ahora que tú ya conoces la diferencia, puedes elegir ser consciente y evitar entrar en las espirales de reacción.