Este cuento está incluido en el libro “¿Qué se le puede pedir a la vida?” de Javier Urra.
Un sultán soñó que se le caían todos los dientes, por lo que llamó a un sabio para que interpretara lo soñado.
El sabio, consternado, le dijo: “Gran desgracia, mi señor, pues cada diente representa la pérdida de un familiar de vuestra majestad”.
El sultán se enfureció por su insolencia y mandó castigarlo.
Ordenó que fuera puesto ante él otro sabio que al escuchar el sueño exclamó: “Gran felicidad os ha sido dada, excelso señor, pues significa que sobrevivirá a todos sus parientes”.
El sultán asintió y, agradecido, ordenó que le dieran cien monedas de oro al sabio.
Un cortesano preguntó a este verdaderamente sabio cómo era posible que, habiendo realizado la misma interpretación del sueño, un sabio recibiera un castigo y él cien monedas de oro. Contestó sabiamente:
“Todo depende de la forma en que se dice. Los seres humanos debieran aprender a comunicarse, pues de las palabras depende en gran medida la felicidad o la desgracia, la paz o la guerra.
La verdad es como una piedra preciosa: si la lanzas, puede herir; por el contrario, si la envuelves con delicadeza y la ofreces con ternura, será aceptada y agradecida”.
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