Presentación   /   Página de Inicio   /   Frases y citas para el cambio   /   Libro de visitas
  ÍNDICES POR TEMAS O ETIQUETAS:

domingo, 27 de marzo de 2016

Volver a casa por Semana Santa

A todos aquellos que, en la distancia, echan de menos la Semana de Santa de su tierra.

¡Feliz Pascua!

Además de su incuestionable aspecto religioso, la Semana Santa en Jaén, mi ciudad, supone un fenómeno de carácter sociocultural, turístico y económico de gran importancia. Es una de las más bellas de Andalucía y de España (está declarada Bien de Interés Turístico-Cultural Andaluz y Fiesta de Interés Turístico Nacional). En esta Semana se celebra la pasión, muerte y resurrección de Cristo a través de las procesiones que realizan las cofradías en esos días por la ciudad.

Hoy, Domingo de Resurrección, quiero mostraros el vídeo con el que este año, la cadena de televisión local Ondajaén ha promocionado su programa “Semana Santa en Jaén”.

Los protagonistas son dos jóvenes que viven fuera de Jaén, la chica en Málaga y el chico en Madrid, y vuelven a su tierra por Semana Santa. Él es costalero del trono del Cristo de la Expiración, que procesiona el Jueves Santo y ella acompaña, alumbrando como nazarena en la madrugada del Viernes Santo, a la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno, "El Abuelo", una de las señas de identidad de la ciudad de Jaén.

La canción que constituye la banda sonora del vídeo, “Vuelvo a verte” interpretada por Pablo Alborán y Malú, “envuelve” las imágenes de Nuestro Padre Jesús, La Virgen de la Paz, El Despojado, El Cautivo, El Amor, El Perdón, La Humildad y Silencio, La Buena Muerte, El Descendido, La Veracruz, Nuestra Señora de los Dolores y la del Mayor Dolor, La Expiración y de nuevo, para finalizar, la imagen del Nazareno. Como telón de fondo, la catedral, el castillo de Santa Catalina y mi gente… que todas las primaveras, como “cantó” Antonio Machado, sigue pidiendo escaleras para subir a la Cruz y echando flores al Jesús de la agonía, que es la fe de mis mayores.



jueves, 24 de marzo de 2016

Dios en la creación

Fuente: “Pensamientos cotidianos” de Omraam Mikhaël Aïvanhov.

Arco Delicado (Utah, Estados Unidos)

Dios es inconcebible para el ser humano, pero, en su bondad, quiere manifestársele y ha puesto en la creación, por todas partes, signos que permiten encontrarle. Los tenemos delante de nuestros ojos, pero no los desciframos.

Aunque los creyentes veneran y rinden culto a Dios, sigue siendo para ellos algo lejano, vago, abstracto… Por eso, la mayoría de las religiones han multiplicado toda clase de representaciones concretas y materiales de la Divinidad: estatuas, medallas, cruces, imágenes santas…, hasta el punto de que la cosa llega a ser pueril e incluso ridícula.

El día en que los humanos aprendamos a mirar la creación desde lo más profundo de nuestro ser, empezaremos a sentir lo que es realmente la Divinidad.


sábado, 19 de marzo de 2016

Mariposas

Gracias por responderme.


  “Unchained melody”. Maurice Jarre. B.S.O. “Ghost”.

Han sido ya muchas las personas que me han preguntado qué significan las mariposas en mi vida.

La mariposa es el símbolo de este blog. Una oruga lleva en su esencia una mariposa, pero para que se produzca el cambio debe sufrir un proceso de transformación. El gusano en la fase de crisálida tiene que ser digerido por sus propias enzimas para poder ser transformado en mariposa. También nuestra identidad ha de ser digerida para que surja una nueva presencia mucho más en línea con quienes somos en realidad. Ésta sería, según el escritor Juan José Benítez, una repuesta más o menos al norte de la razón.

Al sur de la razón hay otra respuesta de la que no suelo hablar, pues no quiero correr el riesgo de que piensen que estoy perdiendo la cabeza.

De la mano de la obra de Juan José Benítez, he descubierto que el ser humano tiene en su interior recursos que ha olvidado. Entre ellos, uno increíble: si pides la información que precisas, las ideas, las soluciones… la respuesta vendrá. Cuando planteas una pregunta, el Universo te transmite la respuesta.

«Dios conoce lo que necesitas. Él sabe... Siempre sabe. Hay que pedirle respuestas. Hay que pedir información. Él “responde” siempre, a su debido tiempo, aunque en nuestras vidas hay demasiado “ruido” y nos es difícil “escuchar”. Como los seres humanos somos “tan torpes” y a Dios, que es todo imaginación (fíjate que en el universo NADA se repite), le encanta “jugar”, lo mejor es llegar a un acuerdo con Él».

Una vez y otra me repetía:

—Tal vez, yo también pueda… ¿Por qué no? Yo quiero intentarlo. Sería maravilloso…

Desde entonces, casi siempre, cuando lanzo una pregunta, pido como señal la aparición de mariposas. Yo pongo las condiciones y Él siempre me sorprende… ¡Y de qué manera!

En una ocasión, en el mes de marzo, saliendo de casa, pedí como señal ver, ese mismo día, tres mariposas reales en un mismo golpe de vista. Era algo que, al menos conscientemente, nunca me había ocurrido. De regreso a casa, veo dos mariposas revoloteando. Me detengo a mirarlas: son solo dos. Entonces se cruza delante de mis narices, en un primer plano, la tercera… ¡Eso es sentido del humor!

Al mes siguiente, pedí confirmar la misma respuesta con la misma señal de las tres mariposas en el mismo plano de visión, pero esta vez se me olvidó señalar el plazo de tiempo. No habían transcurrido ni cinco minutos cuando, al pasar por un jardín, pude contar más de quince mariposas. ¡Dios mío!... llevo haciendo ese camino más de veinte años y os aseguro que nunca había visto tantas mariposas juntas... ¡Llegué a ver siete mariposas en el mismo plano! Sonreí… y susurré:

—Ya lo sé… No insisto más… Es que soy muy cansina…

Podéis pensar:

—En primavera hay mariposas… todo es normal… ¿qué ocurre, por ejemplo, en invierno?

Un lunes de enero, hice una pregunta por la mañana, temprano, pero, desanimada e invadida por la tristeza, no puse ninguna condición. En realidad, no esperaba una respuesta… Cansada, regresé del trabajo a casa ya de noche. Después de cenar, abrí el correo electrónico. Alguien me había enviado una presentación con cuadros surrealistas en la que se podía escuchar la melodía de la canción “Unchained melody”: ¡Conté cerca de cien mariposas!

En otra ocasión, había quedado con una amiga, antigua compañera, para tomar café. Sentadas en una mesa de la cafetería, vimos entrar una mariposa que, tras revolotear un buen rato por el cristal de la entrada, se acercó a nuestra mesa y al salir nos “acompañó” hasta la calle... Mi amiga, que no salía de su asombro, hizo el siguiente comentario:

—¡Parece como si quisiera jugar...!

Sonreí por su oportuna ocurrencia, pero callé: yo sabía lo que me estaba diciendo…

Seguiría contando y contando, pero lo más importante es que mi historia con las mariposas no es “algo” extraño. Todos contamos con este recurso. Dios quiere que lo “estrujemos”, que lo pongamos a prueba. A Él le encanta. Pídele respuestas y acuerda con Él cómo quieres que te responda para que te sea más fácil poder escucharlo. Lo que se te ocurra. Algo que tenga sentido para ti. No tiene que ser siempre lo mismo. Cada vez puedes pedir que te responda de una manera distinta. Insiste y aprende a “escuchar”.

Las mariposas siguen estando presentes en mi vida, pero ya no las necesito para escuchar sus respuestas.


martes, 15 de marzo de 2016

Confianza

Este cuento está incluido, con el título de “Lealtad”, en el libro “101 cuentos clásicos de la India” de Ramiro Calle.

«Un insurrecto había sido condenado a morir en la horca. El hombre tenía a su madre viviendo en una lejana localidad y no quería dejar de despedirse de ella. Hizo al rey la petición de que le permitiese partir unos días para visitar a su madre. El monarca puso por condición que un rehén ocupase su lugar mientras permanecía ausente y que, en el supuesto de que no regresase, fuera ejecutado por él. El insurrecto recurrió a su mejor amigo y le pidió que ocupase su puesto. El rey dio un plazo de siete días para que el rehén fuera ejecutado si en ese tiempo no regresaba el condenado.

Pasaron los días. El sexto día se levantó el patíbulo y se anunció la ejecución del rehén para la mañana del día siguiente. El rey preguntó por su estado de ánimo a los carceleros, y éstos respondieron:

—¡Oh, majestad! Está verdaderamente tranquilo. Ni por un momento duda de que su amigo volverá.

El rey sonrió con escepticismo.

Llegó la noche del sexto día. La tranquilidad y la confianza del rehén resultaban asombrosas. De madrugada, el monarca indagó sobre el rehén y el jefe de la prisión dijo:

—Ha cenado opíparamente, ha cantado y está extraordinariamente sereno. No duda de que su amigo volverá.

—¡Pobre infeliz! —exclamó el monarca.

Llegó la hora prevista para la ejecución. Había comenzado a amanecer. El rehén fue conducido hasta el patíbulo. Estaba relajado y sonriente. El monarca se extrañó al comprobar la firmeza anímica del rehén. El verdugo le colocó la cuerda al cuello, pero él seguía sonriente y sereno. Justo cuando el rey iba a dar la orden para la ejecución, se escucharon los cascos de un caballo. El insurrecto había regresado justo a tiempo. El rey, emocionado, concedió la libertad a ambos hombres.

Deposita en tu capacidad de libertad interior la confianza del rehén y el camino te conducirá a la meta más alta».


jueves, 10 de marzo de 2016

La Universidad de la Muerte

Fuente: “Al sur de la razón” de Juan José Benítez.

El pasado día 1 de marzo salió a la venta “Al sur de la razón” el nuevo libro de Juan José Benítez en el que nos habla del país de la intuición al que se ha mudado. Según el autor, que lo considera un testamento para nadie, se trata de 101 reflexiones abominables para la razón, de 101 razones para desaprender. El libro incluye 101 ilustraciones de J. J. Benítez.

La reflexión número 30, titulada “Alguien debería empezar”, nos habla de la necesidad de que nos enseñen a morir.

«Cuando lo menciono, los del “norte” se burlan. Probablemente no entienden o no quieren entender. Para mí, la conclusión es aterradora: no conozco una sola universidad de la Muerte. Jamás fui educado para morir. Me he dado cuenta ahora, al mudarme al sur de la razón.

Antes, cuando vivía en el país de la ortodoxia, la muerte no contaba. Era siempre la protagonista de las vidas ajenas. Aparecía a lo lejos y hacía llorar a los otros. Ahora, de pronto, parece haberse fijado en mí y se empeña en jugar a las cuatro esquinas con mi corto entendimiento. Me mira a los ojos, pero no habla. Entra y se lleva a quienes considera oportuno.

No sé si es justo. Lo que tengo claro es que nadie me advirtió. Nadie me ha enseñado a morir y, lo que es peor, a ver cómo mueren los demás.

Alguien tendría que hacer algo. Alguien debería empezar por el jardín de infancia. Alguien no está cumpliendo con la obligación de enseñarnos que la muerte es lo único seguro».


sábado, 5 de marzo de 2016

El mono engreído

Fuente: “Cuentos espirituales de la India” de Ramiro Calle.

Los hindúes admiran profundamente a Buda a pesar de que su enseñanza se salió de la ortodoxia hinduista. Esta historia, narrada por los maestros hindúes, tiene por protagonistas a Buda y al rey de los monos.

Un día el rey de los monos oyó hablar de Buda, al que consideraban sus seguidores un gran ser. “Si es un gran ser —se dijo el mono— yo no puedo dejar de conocerlo. ¿Acaso no soy el rey de los monos? Está bien que a ese gran hombre le admiren, pero él me admirará a mí, porque soy fuerte, intrépido y poderoso”.

El rey de los monos se presentó ante Buda, que acababa de pronunciar un sermón precisamente sobre la compasión y la humildad. La verdad es que el mono era ágil y fuerte, sin embargo, era sumamente arrogante y soberbio.

—¿Qué tal estás, amigo? —le saludó el Buda con afecto.

—¿Cómo voy a estar, señor? Miradme. Soy fuerte, valiente, ágil y listo. Soy el rey de los monos. No podría haber sido de otra forma. Nada me arredra y no hay lugar al que yo no pueda ir.

—¿De veras? —preguntó con ironía Buda, sin que la misma fuera captada por el animal.

—¡Y tan de veras! Te lo puedo demostrar ¿Dónde quieres que vaya?

—Si te empeñas —repuso Buda—, donde a ti te apetezca ir; aunque quizá deberías saber que el mejor sitio está dentro de uno.

El mono le miró sorprendido. La verdad es que no era aquél un hombre corriente. Dijo con evidente prepotencia:

—Veloz como un rayo, con el ánimo diligente y recurriendo a todo mi poder, que es mucho, voy a viajar hasta el fin del mundo y luego volveré hasta ti.

—Si es lo que quieres...

—Te lo demostraré, gran ser.

El mono dio un impresionante salto y partió veloz. Corrió con toda la energía de sus resistentes patas. Cruzó valles, dunas, desiertos, montañas, junglas, desfiladeros, cañones, ríos, mares, cordilleras. Fueron días y días de una galopante carrera, hasta que al final llegó a un lugar en el que divisó cinco inmensas columnas y más allá, el vacío absoluto. “No hay duda, se dijo, éste es el fin del mundo”. Luego regresó corriendo hacia el punto de partida. De nuevo atravesó velozmente, a lo largo de días, mares y ríos, cordilleras y valles, desiertos, dunas y desfiladeros. Llegó por fin donde estaba Buda.

Jadeante, el mono dijo:

—¿Te das cuenta, señor? He llegado al fin del mundo. Soy el más poderoso, el más ágil, el más resistente, el mejor entre los mejores.

Los ojos despejados de Buda se clavaron en los del petulante rey de los monos. Buda dijo:

—Por favor, amigo, mira a tu alrededor.

El mono miró a su alrededor. ¡Por todos los dioses! Estaba en la palma de la mano de Buda y comprendió que nunca había salido de la misma.