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miércoles, 29 de noviembre de 2023

Amor sin condiciones


Fuente: Esta historia, de autor desconocido, está incluida en el libro “Cuentos con alma” de Rosario Gómez.

Un soldado pudo regresar a casa después de haber combatido en la guerra de Vietnam. Cuando llegó a San Francisco llamó por teléfono a sus padres.

—Mamá, papá, voy de regreso a casa, pero os tengo que pedir un favor: traigo a un amigo que me gustaría que se quedara con nosotros.

—Claro —le contestaron—. Nos encantará conocerlo.

—Hay algo que debéis saber —el hijo siguió explicando—: él fue herido en la guerra. Pisó una mina y perdió un brazo y una pierna. No tiene a dónde ir y quiero que se venga a casa a vivir con nosotros.

—Siento mucho escuchar eso, hijo. A lo mejor podemos encontrar un lugar donde se pueda quedar.

—¡No! Yo quiero que viva con nosotros.

—Hijo —le dijo el padre—, tú no sabes lo que estás pidiendo. Nosotros tenemos nuestras propias vidas y alguien tan limitado físicamente puede ser un gran peso para todos. Yo pienso que deberías regresar a casa y olvidarte de esta persona. Él encontrará una manera en la que pueda vivir solo.

El hijo colgó el teléfono.

Unos cuantos días después, recibieron una llamada telefónica de la policía de San Francisco. Su hijo se había caído de un edificio y había muerto. La policía creía que se trataba de un suicidio. Los padres, destrozados por la noticia, volaron a San Francisco y fueron llevados a la morgue de la ciudad para identificar el cadáver. Ellos lo reconocieron y, para su horror, descubrieron algo que no sabían: su hijo tan sólo tenía un brazo y una pierna.


miércoles, 22 de noviembre de 2023

El Lobo de Zhongshan


Este cuento de Ma Zhongxi, de la dinastía Ming (1368–1644), está incluido en el libro “Fabulas antiguas de China”.

Zhao Jianzi, un alto funcionario, organizó una gran cacería en la montaña. Al divisar a un lobo, lanzó su carro en su persecución.

Ahora bien, el maestro Dongguo, viejo letrado conocido por su buen corazón, venía en camino para abrir una escuela en Zhongshan y se extravió en esa misma montaña. En camino desde el alba, seguía a pie al asno cojo que cargaba su saco lleno de libros, cuando vio llegar al lobo que huía aterrorizado y que le dijo:

—Buen maestro, ¿no está usted siempre dispuesto para socorrer a su prójimo? Escóndame en su saco y me salvará la vida. Si me saca de este mal paso, yo le quedaré eternamente agradecido.

El maestro Dongguo sacó sus libros del saco y ayudó al lobo a meterse en él. Cuando Zhao Jianzi llegó y no encontró al animal, volvió sobre sus pasos. Al notar el lobo que el cazador estaba lo suficientemente lejos, gritó a través del saco.

—¡Buen maestro, sáqueme de aquí!

Apenas estuvo en libertad, el lobo empezó a chillar:

—Maestro, usted me salvó hace un rato cuando los hombres del Reino de Yu me perseguían y yo se lo agradezco, pero, ahora, casi estoy muriéndome de hambre. ¿Si su vida puede salvar la mía, no la sacrificaría usted por mí?

Se abalanzó con el hocico abierto y las garras afuera sobre el maestro Dongguo. Este, trastornado, se estaba defendiendo lo mejor que podía cuando, de repente, divisó a un anciano que avanzaba apoyándose en un bastón. Precipitándose hacia el recién llegado, el maestro Dongguo se arrodilló ante él y le dijo llorando:

—Anciano padre, ¡una palabra de su boca puede salvar mi vida!

El anciano quiso saber de qué se trataba.

—Este lobo era perseguido por cazadores y me pidió que lo socorriera. Le salvé la vida y ahora quiere devorarme. Le suplico que interceda en mi favor y le explique su error.

El lobo dijo:

—Hace un rato, cuando le pedí socorro, él me amarró las patas y me metió en su saco, poniendo encima de mí sus libros. Aplastado bajo todo ese peso, apenas podía respirar. Después, cuando llegó el cazador, habló largo rato con él, pues deseaba que yo muriera asfixiado dentro del saco y de, esa manera, habría sacado provecho de mi piel. ¿Un traidor semejante no merece acaso que lo devoren?

—¡No creo nada! —contestó el anciano—. ¡Vuelva a meterse en el saco, para que yo vea con mis propios ojos si usted estaba tan incómodo como dice!

El lobo aceptó con alegría y se metió de nuevo dentro del saco.

—¿Tiene usted un puñal? —preguntó el anciano al oído del maestro.

— Sí —contestó mostrando el objeto pedido.

Inmediatamente el anciano le hizo señas para que lo clavara en el saco. El maestro Dongguo exclamó:

—¡Pero le voy a hacer daño!

El anciano se echó a reír:

—¿Usted vacila en matar a una bestia feroz que acaba de demostrarle tanta ingratitud? ¡Usted es bueno, maestro, pero también es muy tonto!

Entonces le ayudó al maestro Dongguo a degollar al lobo y, dejando el cadáver a la orilla de la senda, los dos hombres siguieron su camino.


miércoles, 15 de noviembre de 2023

La suerte de tenernos

Los anuncios de la Lotería de Navidad, más allá de ser campañas publicitarias, se han convertido en una tradición. Hoy, día 15 de noviembre, Loterías y Apuestas del Estado ha presentado el anuncio de este año con el lema “No hay mayor suerte que la de tenernos” en el que se ha apostado por el amor de un padre y una hija.

El anuncio, protagonizado por Andrea Thurman y Carlos Olalla, nos cuenta, en menos de cuatro minutos, la historia de Bea, una joven con una vida ajetreada, que no tiene tiempo para casi nada, y a la que toda la familia le hace encargos de cara a la Navidad.

Justo el día anterior al sorteo, su padre le pide que compre un décimo de lotería. Bea se olvida y, ya en casa, agobiada, “explota” y desea que desaparezca todo el mundo.

Su deseo se hace realidad y, cuando despierta, se encuentra un Madrid deshabitado. Lejos de asustarse, disfruta de la ciudad para ella sola hasta que, por la noche, al llamar a su padre, el teléfono no da señal. Decide ir a buscarlo a su casa y, de camino, entra en una vacía administración de loterías, coge un décimo y deja el dinero.

Mientras todo esto ocurre, suena de fondo “El caminante”, una melodía de la banda asturiana Templeton.

Al llegar a casa de su padre, como en el resto de la ciudad, no hay nadie. Lo que era un sueño se convierte en pesadilla y, abatida, deja el décimo sobre la mesa de la cocina y se acuesta.

A la mañana siguiente, el 22 de diciembre, le despierta el sonido de los niños de San Ildefonso y parece que todo ha vuelto a la normalidad. Bea pide disculpas a su padre y le cuenta que, al final, consiguió el décimo. Su padre, feliz de que haya dormido en casa, le contesta que, en realidad, el décimo es la excusa para estar juntos.

Por sexto año consecutivo, la agencia Contrapunto BBDO ha sido la encargada de realizar la campaña.

El anuncio ha sido grabado en los lugares más emblemáticos de Madrid capital y el reto ha sido lograr que esos lugares aparecieran vacíos. En la mayoría de los casos se logró con post producción, eliminando a la gente.

El cortometraje, por un lado, por las imágenes de un Madrid desierto, nos recuerda a la película “Abre los ojos” de Alejandro Amenábar y, por otro, por haberse cumplido un deseo expresado en un momento de exasperación, a la película “Qué bello es vivir”, aunque, en este caso, no es Bea la que desaparece de la vida de los demás, sino al contrario.

Este año, la historia pone el foco en lo que de verdad importa, nuestros valores y las personas que nos rodean.


viernes, 10 de noviembre de 2023

Lo hemos hecho bien

Este año, la empresa de la marca de turrones y chocolates Suchard, que ha sido la primera en publicar su anuncio de Navidad titulado “Lo hemos hecho bien”, ha conseguido emocionar a la audiencia desde la nostalgia, haciéndose viral en las redes sociales en cuestión de minutos.

Se trata de un cortometraje de animación, al estilo Pixar, con un minuto y medio de duración y el lema “La vida es eso que pasa entre Navidad y Navidad”.

Ha sido realizado por la agencia Ogilvy, con producción de Hogarth, y los estudios de animación Passion Pictures y Megacomputeur.

El anuncio nos cuenta la emotiva historia de una pareja de personas mayores que, por Navidad, mirando una foto, se preguntan si lo han hecho bien con sus hijos.

A partir de ahí, se inicia un viaje al pasado de cincuenta años, hasta 1973, en los que recuerdan los momentos más tiernos que han vivido con su familia en anteriores celebraciones de Navidad: la pandemia, la llegada de los nietos, el momento en que sus hijos les presentan a sus parejas, la adolescencia y niñez de sus hijos…

Un dardo directo al corazón que apela a la felicidad del reencuentro con los seres queridos para celebrar las fiestas porque, en definitiva, la Navidad es celebrar la vida.


Campañas navideñas de Suchard de los años 2022 y 2020

En el año 2022, el anuncio navideño de Suchard se tituló “La primera Navidad” en el que la marca, con el lema “Por todas las Navidades que nos quedan por vivir”, aborda el tema de la muerte, algo poco habitual en estas campañas.

La Navidad es el momento del año en el que recuperamos las costumbres y tradiciones familiares para disfrutar de nuestros seres queridos y lo hacemos recordando aquellos que ya no están. A todos ellos, y a la capacidad de superación de su ausencia, rinde homenaje este anuncio que lleva la firma de la agencia creativa Ogilvy que, en esta ocasión, ha trabajado junto a la guionista Alicia Luna, ganadora de un Goya al mejor guion original por “Te doy mis ojos” de Iciar Bollaín.

El anuncio muestra a un padre y sus tres hijos intentando sacar adelante una reunión navideña sin la madre que es la que se encargaba de todo. Tratan de organizarse como a ella le habría gustado y, para ello, se reparten las tareas. Aunque sin la experiencia y pericia que ella tenía, lo hacen y se esfuerzan por continuar con las tradiciones y mantenerse unidos.

En el minuto uno y catorce segundos del vídeo, la protagonista femenina aparece viendo con su hija viejas fotos guardadas en una antigua caja metálica, redonda, de caramelos de café con leche de la viuda de Solano, idéntica a la que yo tengo en mi casa y utilizo como costurero básico.

En la campaña de Navidad del 2020, Suchard nos recuerda los regalos más importantes. Creada por Ogilvy y dirigido el cortometraje por Daniel Sánchez Arévalo, ha contado con actores reconocidos como Marisol Rolandi o Carlos Olalla.

El anuncio, cuyo lema es “Que no se nos olviden los regalos más importantes”, tiene una duración de cuatro minutos y nos traslada a una cena familiar navideña poniendo el foco en tres de sus miembros a través de tres historias. Por un lado, vemos a Carmen que sorprende a su madre al decirle el nombre que le va a poner al bebé que espera. Por otro, Íñigo el nieto mayor de la familia es sorprendido por Paco, su abuelo, que le ha reservado su sitio en la mesa. Finalmente, Lucía le dice a su padre, que se enfrenta a una separación, unas palabras muy especiales.



miércoles, 8 de noviembre de 2023

Personas optimistas y positivas


Fuente: “365 ideas para una vida plena” de Mario Alonso Puig.

🌝 “El mundo necesita personas optimistas que irradien alegría, confianza y entusiasmo. Por ello, no te resignes a ver el lado sombrío de las cosas. A esa opción ya se han apuntado demasiadas personas. Muchas de ellas dicen que quieren mejorar el mundo y, sin embargo, sus actos contradicen sus palabras”.

🌝 “Las personas optimistas, además de recuperarse más rápidamente de las pérdidas sufridas, son capaces de asumir más riesgos en la vida y, por tanto, es más fácil que descubran y aprovechen las oportunidades”.

🌝 “Las personas positivas siempre son constructivas, por eso utilizan hasta el elemento más sencillo para construir poco a poco un castillo capaz de albergar un sueño”.

🌝 “La gente positiva experimenta también multitud de derrotas, pero no se paraliza ante tantas batallas perdidas porque en su interior ya ha ganado la guerra”.

🌝 “El ser positivo no solo se asocia a la serenidad y a la paz interior, sino a la mejora de la salud y a la prolongación de la vida. Ser positivo implica enfocarse en la búsqueda de soluciones en lugar de hacerlo constantemente en los problemas”.

🌝 “Tener una actitud positiva en la vida hace que confiemos en que, si persistimos, si no abandonamos, los recursos imprescindibles y la ayuda necesaria antes o después aparecerán”.

🌝 “La persona positiva está convencida de que, por oculto que pueda estar, vive inmersa en un mundo de posibilidades. La negativa rechaza la posibilidad de que exista este mundo”.

🌝 “Los pesimistas creen que no pueden gestionar su vida. Por ello, cuando se enfrentan a ciertos obstáculos, les falta confianza y sienten que no están dotados para alcanzar grandes metas. Los pesimistas no viven, simplemente existen”.

🌝 “Para que tus emociones positivas persistan, mantén viva la alegría, la ilusión, la serenidad y el entusiasmo, aunque vayas contracorriente. Vivimos en un mundo que por un lado alaba dichas virtudes, pero por otro, cuando alguien las expresa, parece como que estuvieran fuera de lugar”.

🌝 “Para mejorar tu estado de ánimo hay tres cosas sobre las que has de tomar el control: tu cuerpo. Mirada al frente, sonrisa en tu rostro, pecho levemente sacado y hombros hacia atrás. Tu atención. Pon el foco en lo que quieres obtener y no en lo que quieres evitar. Y tu lenguaje. Habla contigo mismo como le hablarías a alguien al que quisieras de verdad y en el que confiaras plenamente”.

🌝 “La sonrisa tiene un efecto transformador muy poderoso. Si sonríes de verdad, no solo lograrás sentirte más alegre y confiado, sino que transmitirás esa alegría y esa confianza a las personas que te rodean. Recuerda que crear un entorno seguro es indispensable para que el cerebro funcione bien. La sonrisa es un factor esencial para crear un entorno amable y seguro”.

🌝 “Aunque no te apetezca, aunque te cueste, aunque sientas que no puedes, aunque tengas que utilizar todos los músculos del cuerpo, sonríe. Acabarás sintiéndote más contento y gestionarás mejor tus emociones. Solo te parece imposible, pero en realidad no lo es”.

🌝 “Recuerda que visualizarte siendo la persona en la que quieres convertirte tiene un impacto directo en la formación de nuevas conexiones entre las neuronas”.

🌝 “Para alcanzar un objetivo, utiliza más palabras estimulantes y menos negativas, y usa la imaginación para visualizarte haciendo frente, con éxito, a los retos que encuentres en el camino. El lenguaje y la imaginación afectan a la estructura del cerebro tanto de manera positiva como negativa”.

🌝 “Empieza a utilizar palabras más positivas para que te generen una mayor confianza y entusiasmo a lo largo del día. Recuerda que el lenguaje es un elemento clave en nuestra mente simbólica y por eso, no solo describe, sin que, además, es capaz de afectar a la percepción de la realidad y, por consiguiente, a la manera en la que nos relacionamos con ella”.


miércoles, 1 de noviembre de 2023

Por qué la muerte es invisible


Este cuento está incluido en el libro “La muerte y el duelo a través de los cuentos” de Carmen Moreno Lorite.

Cuento tibetano

Hubo una vez un anciano que vivía en un pueblo con su mujer y sus dos hijos ya crecidos. El anciano buscó esposas para sus hijos esperando que sus nueras cuidaran de él y de su mujer, pero en cuanto se casaron se fueron a vivir a otro lugar.

Esto le partió el corazón a la mujer del anciano, que murió poco después de la boda de sus hijos. Durante algún tiempo el anciano vivió lo mejor que pudo con sus pocos ahorros, pero cuando se le acabaron se vio obligado a trabajar. Tuvo que ir al bosque a cortar leña para venderla en el mercado. Era un trabajo muy duro para un hombre tan viejo como él, pero no había más remedio.

Un día, el anciano fue al bosque a cortar las ramas de un árbol seco. Volvía con el cesto tan cargado que iba doblado por el peso de la leña y caminaba muy despacio por el bosque. No era tan fuerte como cuando era joven, así que tenía que pararse cada poco a descansar. En una de estas paradas se lio un cigarro y se puso a pensar en su esposa muerta, sus desalmados hijos y la mala vejez que estaba teniendo. Era demasiado para él. El anciano, maldiciendo su destino, gritó:

–¿Por qué no viene la Muerte y me lleva?

Y sucedió que la Muerte andaba por allí cerca y escuchó el desesperado deseo del anciano. Se acercó y le preguntó:

–¿Por qué me llamas?

El anciano se quedó estupefacto.

–¿Y tú quién eres?

–Soy la Muerte. ¿No es a mí a quien llamabas? –le respondió ésta.

El anciano pensó que se estaba volviendo loco y miró a la Muerte, desconfiado.

–¿Acaso lo dudas? Te lo demostraré. ¿Ves aquella mujer en el río? Va a morir.

Y en cuanto la Muerte acabó de decir esto, la mujer se desvaneció, cayó en el agua y desapareció. El anciano pensó que, seguro que se estaba dando un baño y que pronto saldría a la superficie, pero pocos minutos más tarde su cuerpo sin vida salió a flote en la superficie del río. El anciano sintió miedo porque en ese momento se dio cuenta de que lo que había deseado se cumplía. Aquel ser que tenía ante él era la mismísima Muerte. Comenzó a excusarse ante la muerte:

–Verás, no lo decía en serio.

–No temas, a nadie me llevo antes de que llegue su hora.

–¿Y cuándo será mi hora? –preguntó el anciano, que no tenía ganas de seguir discutiendo con la Muerte.

–Te quedan cinco años –le respondió la Muerte, y desapareció.

El anciano supo que le quedaban sólo cinco años de vida y el deseo de seguir viviendo se apoderó de él. Se fue a lo más profundo del bosque y allí encontró un árbol centenario. Comenzó a excavar debajo del árbol y construyó un laberinto, y al final del laberinto excavó siete habitaciones que conducían la una a la otra; la última tenía una gruesa puerta hecha con algunas de las ramas del árbol centenario. Cuando pasaron los cinco años, la Muerte llegó y lo encontró sentado al pie del árbol.

–Tu hora ha llegado –le dijo la Muerte al anciano.

–Iré contigo –le respondió el anciano–, pero antes me gustaría mostrarte lo que he hecho en estos cinco años.

La Muerte asintió y le acompañó. El anciano llevó a la Muerte a través del laberinto y, cuando llegó al final, la hizo pasar de habitación en habitación, y en la más recóndita la encerró. Luego salió afuera cerrando todas las habitaciones según salía.

Con la Muerte encerrada en el laberinto del anciano, nadie en la tierra se moría. La población aumentó tanto que la comida comenzó a escasear. La gente se hacía cada vez más vieja, se volvía decrépita y vivía sufriendo achaques, pero nadie se moría. El ciclo de la creación había sido gravemente alterado y el equilibrio se había roto. Los dioses se preocuparon y fueron a ver a Visnú. El dios que todo lo ve supo exactamente dónde estaba la Muerte. Se disfrazó de hombre común y bajó a la tierra. Fue a ver al anciano, que estaba todavía sentado al pie del árbol, inimaginablemente viejo, débil y decrépito. Sus ojos cansados miraron a Visnú y allí él vio todo el sufrimiento que su vida le causaba.

–¿Todavía deseas vivir? –le preguntó Visnú al anciano.

–No –dijo el hombre con gran esfuerzo–. Si pudiese tenerme en pie y caminar unos pasos, ya habría ido a liberar a la Muerte.

–Si te doy bastante fuerza para liberar a la Muerte, ¿lo harás?

Por primera vez Visnú vio que los ojos del anciano se iluminaban. El dios le dio fuerza para ponerse en pie y caminar. El anciano sacó unas viejas llaves herrumbrosas de entre sus ropajes y condujo a Visnú por el laberinto. Por fin, después de haber traspasado las habitaciones, llegaron a la séptima, donde estaba encerrada la Muerte, y al abrir la puerta allí la vieron, durmiendo en la tierra. El anciano miró a la Muerte a los ojos y con un gesto de profunda paz en el rostro, cayó al suelo y murió. La Muerte presentaba un aspecto lamentable: débil y pálida, tenía el pelo y el cuerpo sucios y sus ropajes se habían convertido en un montón de harapos.

–Estoy harta, oh Visnú, de que los hombres me teman, huyan de mí y me tiendan trampas. Te pido que busques a otro que se lleve las almas de los hombres –le dijo la Muerte.

–No puedo concederte eso que me pides. El ciclo de la creación sólo puede continuar si la Muerte renueva la vida. Pero puedo hacer que tu trabajo sea más fácil. Si los hombres no pueden verte, no podrán tenderte trampas.

Y es por eso por lo que desde entonces la Muerte es invisible.

Igual que tenemos la tentación de escondernos de nuestra muerte para que no nos encuentre, nos queremos esconder de la muerte de nuestros seres queridos. Necesitamos un tiempo para aceptar esa realidad tan difícil de asimilar, pero tenemos que aprender a hacerlo, a aceptar que él o ella ya no están aquí y que la muerte forma parte del ciclo vida-muerte-vida, aceptando y expresando también las emociones y los pensamientos que esta pérdida nos causa.