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jueves, 26 de noviembre de 2015

Usar la imaginación (I)

Este cuento, de autor desconocido, está incluido en el libro “Cuentos con alma” de Rosario López.

Cuenta una antigua leyenda que en la Edad Media un hombre muy virtuoso fue injustamente acusado de haber asesinado a una mujer.

En realidad, el verdadero autor era una persona muy influyente del reino y por eso, desde el primer momento, se procuró un chivo expiatorio para encubrir al culpable.

El hombre fue llevado a juicio, pero tenía escasas o nulas oportunidades de escapar de la horca.

El juez, que ya había pactado la condena, cuidó de que pareciera un juicio justo; por ello, dijo al acusado:

—Conociendo tu fama de hombre justo y devoto del Señor, vamos a dejar en manos de Él tu destino. Vamos a escribir en dos papeles separados, las palabras “culpable” e “inocente”. Tú escogerás y será la mano de Dios la que decida tu destino.

Por supuesto, el corrupto funcionario había preparado dos papeles con la misma leyenda: “Culpable”. La pobre víctima, aún sin conocer los detalles, se daba cuenta que el sistema propuesto era una trampa. No había escapatoria.

El juez requirió al hombre para que cogiera uno de los papeles doblados. Este respiró profundamente, quedó en silencio unos cuantos segundos con los ojos cerrados y cuando la sala comenzaba a impacientarse, abrió los ojos y, con una extraña sonrisa, tomó uno de los papeles y, llevándolo a su boca, lo engulló rápidamente.

Sorprendidos e indignados los presentes, le reprocharon airadamente:

—Pero, ¿qué hizo? ¿Y ahora cómo vamos a saber el veredicto?

—Es muy sencillo —respondió el hombre—. Es cuestión de leer el papel que queda y sabremos lo que decía el que me tragué.

Con enojo mal disimulado debieron liberar al acusado y jamás volvieron a molestarlo.

Cuando todo parezca perdido, usa la imaginación. No olvides el inmenso poder que llevamos dentro.


sábado, 21 de noviembre de 2015

Un clavo en la puerta

Este cuento, de autor desconocido, está incluido en el libro “Cuentos con alma” de Rosario Gómez.

Tenía muy mal carácter. Su padre le dio una bolsa de clavos y le dijo que cada vez que perdiera la paciencia, debería clavar un clavo detrás de la puerta. El primer día, el muchacho clavó treinta y siete clavos detrás de la puerta.

Las semanas que siguieron, a medida que él aprendía a controlar su genio, clavaba cada vez menos clavos detrás de la puerta. Descubrió que era más fácil controlar su genio que clavar clavos detrás de la puerta.

Llegó el día en que pudo controlar su carácter durante todo el día. Después de informar a su padre, éste le sugirió que retirara un clavo cada día que lograra controlar su carácter. Los días pasaron y el joven pudo finalmente anunciar a su padre que no quedaban más clavos para retirar de la puerta.

Su padre le tomó de la mano y lo llevó hasta la puerta. Le dijo:

—Has trabajado duro, hijo mío; pero mira todos esos agujeros en la puerta. Nunca más será la misma. Cada vez que tú pierdes la paciencia, dejas cicatrices exactamente como las que aquí ves.

Tú puedes insultar a alguien y retirar lo dicho, pero la cicatriz perdurará para siempre. Una ofensa verbal es tan dañina como una ofensa física.


lunes, 16 de noviembre de 2015

La fábrica de maniquíes

Anuncio de la Lotería de Navidad 2015

Hoy se ha presentado el esperado anuncio del tradicional sorteo de Navidad que se celebrará el próximo 22 de diciembre.

Este año se ha utilizado el mismo lema que el año pasado, “El mayor premio es compartirlo”, y vuelve a utilizar la historia de los que no juegan a la lotería por despiste, por olvido o porque no quieren, pero al final encuentran en un amigo o en unos compañeros el don de compartir. Una vez más el anuncio hace hincapié en la bondad humana y en el deseo de hacer felices a los demás.

El anuncio ha sido creado por la agencia de publicidad de Leo Burnett y por primera vez sus protagonistas no son seres de carne y hueso, sino que se ha recurrido a la animación por ordenador.

La música del anuncio es un elemento clave ya que carece de diálogos. La canción, titulada “Nuvole Bianche”, está compuesta por Ludvico Einaudi y arreglada por Joan Martorell.

El protagonista es Justino, el vigilante nocturno de una fábrica de maniquíes. Justino pasa las noches con la única compañía de estos inanimados personajes. En su soledad, interactúa con ellos: juega al fútbol, cena junto a ellos…

Al trabajar de noche, nunca coincide con sus compañeros de trabajo, pero se comunica con ellos a través de detalles: todos encuentran por la mañana un maniquí que les saca una sonrisa por algún motivo especial y les anima el día.

En su afán por hacer la vida de los demás más agradable, Justino no se da cuenta de apuntarse en la lista que se cuelga en la fábrica para participar en el sorteo de Navidad. El Gordo toca en la fábrica y las buenas obras de Justino encuentran recompensa.



miércoles, 11 de noviembre de 2015

Todo ha sido previsto

Fuente: “El testamento de San Juan” de Juan José Benitez.

«Si es buena la fuerza de carácter, ¿por qué os lamentáis ante la adversidad?...

Responded a esa prueba fortaleciendo vuestro coraje.

Si es bueno el servicio a vuestros semejantes, ¿por qué os alarmáis ante la desigualdad social?...

Responded a esa prueba con el amor desinteresado.

Si es buena la confianza en sí mismo y en la voluntad de Dios, ¿por qué rasgáis vuestras vestiduras ante la inseguridad y la incertidumbre?...

Responded a esa prueba con la esperanza.

Si es buena la afirmación del pensamiento humano, ¿por qué desfallecéis?...

Responded a esa prueba con la humildad.

Si es bueno el amor a la verdad, ¿por qué os alarmáis ante el error y la mentira?...

Responded a esa prueba con vuestra verdad, aunque ello os conduzca a la muerte y a la ruina.

Si es buena la búsqueda de Dios, ¿por qué os entristecéis con la maldad del mundo?...

Responded a esa prueba con una permanente lucha por a belleza y la bondad.

Si es buena la lealtad, ¿por qué retrocedéis ante la traición?...

Responded a es prueba con el valor y la amistad.

Si es bueno el olvido de sí mismo, ¿por qué os empeñáis en buscar honores?...

Responded a esa prueba con el desinterés.

Si es buena la felicidad, ¿por qué acusáis a Dios de enviaros el dolor y la soledad?...

Responded a esa prueba, asumiendo el sufrimiento propio y ajeno.

Para alcanzar la perfección es preciso primero haber conocido la imperfección».

No hay descuidos. Todo se halla minuciosamente planificado.


viernes, 6 de noviembre de 2015

El aprecio del mundo

Fuente: “Pensamientos cotidianos” de Omraam Mikhaël Aïvanhov.

¡Cuántos se sienten solos y se lamentan porque el mundo entero no aprecia sus ideas, sus proyectos, sus aspiraciones! Dicen: “No me comprenden, no me tienen en cuenta, hacen como si no existiese”.

Si hay en ellos realmente cosas tan buenas, deben saber que el Cielo les aprecia. ¿No es eso acaso suficiente? ¿Por qué querer que los humanos vengan en masa a aplaudirles y felicitarles? Es como si tratasen de atraer a ladrones que muy pronto les habrán desvalijado. ¡Si supieran el peligro de lo que desean! La celebridad acarrea grandes inconvenientes.

No os quejéis de ser unos desconocidos, unos incomprendidos. Con esta actitud, sois vosotros mismos los que impedís a los demás que os aprecien.

Alegraos de que el Cielo os comprenda y procurad comprender a los demás. Si hay realmente en vosotros tantas buenas cosas, tarde o temprano la gente lo reconocerá.


domingo, 1 de noviembre de 2015

Una caña de bambú para el más tonto

Fuente: “101 cuentos clásicos de la India”. Recopilación de Ramiro Calle.

«Existía un próspero reino en el norte de la India. Su monarca había alcanzado ya una edad avanzada. Un día hizo llamar a un yogui que vivía dedicado a la meditación profunda en el bosque y dijo:

—Hombre piadoso, tu rey quiere que tomes esta caña de bambú y que recorras todo el reino con ella. Te diré lo que debes hacer. Viajarás sin descanso de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo y de aldea en aldea. Cuando encuentres a una persona que consideres la más tonta, deberás entregarle esta caña.

—Aunque no reconozca otro rey que mi verdadero yo interior, señor, habré de hacer lo que me dices por complacerte. Me pondré en camino enseguida.

El yogui cogió la caña que le había dado el monarca y partió raudo. Viajó sin descanso, llegando sus pies a todos los caminos de la India. Recorrió muchos lugares y conoció muchas personas, pero no halló ningún ser humano al que considerase el más tonto.

Transcurrieron algunos meses y volvió hasta el palacio del rey. Tuvo noticias de que el monarca había enfermado de gravedad y corrió hasta sus aposentos. Los médicos le explicaron al yogui que el rey estaba en la antesala de la muerte y se esperaba un fatal desenlace en minutos. El yogui se aproximó al lecho del moribundo. Con voz quebrada pero audible, el monarca se lamentaba:

—¡Qué desafortunado soy, qué desafortunado! Toda mi vida acumulando enormes riquezas y, ¿qué haré ahora para llevarlas conmigo? ¡No quiero dejarlas, no quiero dejarlas!

El yogui entregó la caña de bambú al rey.

Puedes ser un monarca, pero de nada sirve si tu actitud es la de un mendigo. Solo aquello que acumulas dentro de ti mismo te pertenece. No hay otro tesoro que el amor».