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sábado, 30 de noviembre de 2019

Escapa de tu cárcel

El pasado 16 de noviembre la marca “Ruavieja”, de origen gallego, famosa por sus licores tradicionales, hizo pública su campaña de publicidad de Navidad de este año.

El anuncio, un cortometraje en blanco y negro en el que se intercalan escenas retrospectivas en color, ha sido creado por la agencia publicitaria Leo Burnett. Un año más, y ya van tres, utiliza el lema: “Tenemos que vernos más”.

Con este anuncio de Navidad, “Ruavieja” vuelve a hacernos reflexionar sobre la importancia de las relaciones y los encuentros.

Uno de los grandes males de nuestro tiempo es que nos encerramos en cárceles que nosotros mismos creamos y que nos alejan de hacer las cosas con las que disfrutamos. Hay muchas cárceles: la rutina, la disciplina, la falta de flexibilidad, el orgullo, la timidez… Sin embargo, son cárceles irreales, pues siempre han tenido las puertas abiertas.

Las Navidades pasadas, el anuncio titulado “El tiempo que nos queda” arrasó en los festivales de publicidad. La impactante campaña publicitaria pretendía concienciarnos de la necesidad de dedicar más minutos a aquellos que de verdad importan, recordándonos que un día no estarán.

El estrés diario, las redes sociales y un ritmo de vida acelerado han ido haciéndose, silenciosamente, con el tiempo que antes dedicábamos a nuestras relaciones personales. Los seres humanos no estamos programados para pensar cuánto tiempo de vida nos queda. Por eso, continuamos aplazando las cosas, pensando que el tiempo es infinito. Si fuéramos conscientes de ese tiempo, ¿cambiaríamos nuestro comportamiento y prioridades?

En las Navidades de 2017, la marca nos invitó, por primera vez, a reencontrarnos con las personas que no veíamos hace tiempo.

Os dejo los tres anuncios, empezando por el actual, en el siguiente vídeo.

Estar y disfrutar con la gente que nos importa, es una decisión únicamente nuestra. Si así lo hiciéramos, nuestra sociedad sería mejor y más humana.


lunes, 25 de noviembre de 2019

Hacer de la adversidad un reto

Fuente: “Kintsukuroi” de Tomás Navarro.

Cuando la adversidad llega a nuestras vidas, se activa una señal de alarma que pone en estado de alerta nuestro cuerpo.

El sistema nervioso simpático se activa y provoca una serie de cambios a nivel hormonal que repercuten en lo que pensamos, hacemos y sentimos.

El cuerpo se estresa, suben los niveles de cortisol y adrenalina, y perdemos el equilibrio tan necesario para poder pensar con perspectiva.

Pensamos peor, ya que nos focalizamos en evitar la adversidad o en huir lo más rápido posible de ella.

La adversidad se sitúa en el centro de nuestra vida, reclama toda nuestra atención y no nos permite disfrutar de las pequeñas alegrías cotidianas.

Pero ¿qué ocurre cuando convertimos la adversidad en un reto?

Cuando eliminamos el componente de amenaza en nuestras valoraciones, nuestro cerebro activa todas las funciones superiores y las pone al servicio de nuestra misión: afrontar un reto.

Nos gustan los retos, nos gusta superarnos, nos gustan los logros. Ante un reto nos excitamos, nos activamos y somos capaces de desarrollar habilidades que no sabíamos que teníamos.

Tengamos siempre presente que ante la adversidad pensamos peor, pero ante un reto siempre pensaremos mejor.


miércoles, 20 de noviembre de 2019

El valor del esfuerzo


El niño que encontró la luz

Adaptación de un cuento popular chino.

Hace mucho tiempo, en una remota aldea de China, vivía un chico llamado Huang. Su familia era muy pobre y vivían en una cabaña sin luz.

Huang era bueno, inteligente y estudioso. Todos los días, después de salir de la escuela, ayudaba a sus padres con las tareas del campo hasta que el sol se ponía. Por tanto, no le quedaban horas de luz para poder estudiar.

Huang estaba muy preocupado, pues se acercaba la época de los exámenes y sabía que si no estudiaba no podría aprobar.

Una noche de invierno, vio como la nieve reflejaba una tenue luz y así, todas las noches salía de la casa, se sentaba en el suelo helado y, aunque el frío era intenso, aprovechando la claridad de la nieve, estudió durante todo el invierno.

Cuando llegó la primavera la nieve se derritió, pero el bosque se llenó de luciérnagas y su luz le permitía seguir estudiando por la noche.

Pasaron, así, los años y Huang se convirtió en un eminente erudito y llegó a ser un importante mandarín que sacó a su familia y a su aldea de la pobreza.


viernes, 15 de noviembre de 2019

Unidos por un décimo

Anuncio de la Lotería de Navidad 2019

“Unidos por un décimo” es el título de la campaña publicitaria de la Lotería de Navidad de 2019 que, como todos los años, nos emocionará y tocará nuestra fibra sensible. El lema, en esta ocasión, es “El sorteo que nos une” e insiste, un año más, en la idea de que cuando se comparte un décimo de lotería, se comparte mucho más…

Como novedad, este año se ha prescindido del tradicional cortometraje y serán cuatro anuncios. Se trata de cuatro historias realistas, sencillas y cotidianas y sus protagonistas son gente de la calle. Por tal motivo, nos veremos reflejados fácilmente en ellas.

En esta ocasión, no hay grandes y artificiosas producciones. Lo importante es el mensaje cargado de ternura, afecto, generosidad, gratitud y esperanza. En las historias no falta, además, el sentido del humor.

Los anuncios, rodados en diferentes barrios de Madrid y en Fuenlabrada, han sido realizados por la agencia Contrapunto y la productora Pueblo Films. Especial importancia han tenido este año los actores: Ramón Barea, Lorena López, María Morales, Juan Manuel Lara, Bárbara Santacruz, Edgar Costas, Mauro Muñiz, Diego Olivares y Natalia Hernández.

La primera historia, está protagonizada por Pilar y Félix que, hasta hace poco, han sido nuera y suegro. Félix, aunque Pilar y su hijo se hayan divorciado, decide visitarla y compartir con ella un décimo de lotería.

El segundo anuncio, “Emilio y Gloria”, cuenta la historia del dueño de una empresa familiar que se jubila y le deja el negocio a su hija.

“Carmen y Víctor” nos narra la historia entre un celador y una mujer enferma.

Por último, “Ramón y Jose” se desarrolla en una comida familiar en la que el padre no termina de ver con buenos ojos al nuevo novio de una de sus hijas.

En total, la campaña navideña, para televisión, radio y medios digitales, ha costado 800.000 euros.

La lotería de Navidad es una tradición que nos une desde 1812 y la podemos considerar un elemento simbólico de cohesión social.


miércoles, 13 de noviembre de 2019

El juego de la vida

Fuente: “Rompe con tu zona de confort” de Gregory Cajina.

En la vida, lo que aparenta ser una pérdida puede ser el dolor necesario previo al alumbramiento de una nueva vida. ¡Cuántos deseos que no fueron concedidos han dado espacio a la manifestación de vidas muy superiores a la imaginada! Por el contrario, lo que aparenta ser un golpe de fortuna puede encerrar un caramelo envenenado.

La vida nos reparte unas cartas en nuestro primer aliento sobre este planeta y nos invita a acercar la silla, a remangarnos y jugar la partida que corresponda. Cada partida es única, diferente. Los jugadores se arremolinan alrededor de la mesa tentados a jugarse lo mínimo posible para ganar el máximo a los demás. Todo podrá valer, incluso las trampas, mientras no sean desenmascaradas. Sin embargo, con la ceguera de un ego desbocado por ganar, pocos se darán cuenta con el tiempo de que realmente no importa el juego ni cuántos jugadores acerquen o separen su silla a un tapete donde caben todos y uno más, pues la partida no es contra los otros.

Es contra uno mismo.

Y cuando comenzamos a dominar una modalidad de juego, el crupier repentinamente cambiará mesa, tapete y baraja, pero nos invitará en silencio a seguir jugando, a continuar arriesgando, ganando o perdiendo/aprendiendo, aunque no tengamos ni la más remota idea de quién diablos ha establecido las reglas de ese dichoso juego.

En el juego de la vida no importa con qué cartas nacemos. Importa cómo jugamos con las que nos han tocado y nuestra destreza en mejorar nuestra mano para ganar o aprender en cada ronda.

Periódicamente, quizá como un guiño o un respiro mientras dure la velada, nuestro discreto crupier nos ofrecerá una partida rápida de nuestro juego favorito o aquel en el que triunfamos hace tiempo, tan solo para terminar de cimentar el viejo aprendizaje, la lección casi olvidada.

Los avatares de la vida compondrían un sinuoso gráfico en un osciloscopio: ni todo lo que va bien irá siempre hacia arriba en esa pantalla fluorescente, ni todo revés será definitivo. Salvo que así lo decidamos y devolvamos las cartas al anónimo repartidor, quien, no obstante, no las reintegrará al mazo: más bien las apartará con cuidada precisión para no mezclarlas con las que no nos corresponden, aguardando pacientemente y en silencio a que aceptemos el reto de no desistir, un día más, un año más, una vida más, en pos de nuestra mejor partida.

Las cartas aguardan sobre la mesa.


viernes, 8 de noviembre de 2019

El árbol de los problemas


Adaptación del cuento, de autor/a desconocido/a, incluido en el libro “Cuentos con alma” de Rosario Gómez.

El carpintero que había contratado para que me ayudara a reparar una vieja granja, acababa de finalizar un duro día de trabajo: su cortadora eléctrica se estropeó y le hizo perder una hora de trabajo y al finalizar la jornada, su viejo camión se negó a arrancar. Me ofrecí a llevarlo a su casa. Todo el camino estuvo en silencio.

Cuando llegamos, me invitó a conocer a su familia y, antes de llegar a la puerta, se detuvo frente a un pequeño árbol y tocó las ramas con las manos.

Cuando abrió la puerta, su cara se transformó y dibujó una gran sonrisa. Abrazó a sus dos pequeños hijos y le dio un beso a su esposa.

Al marcharme, me acompañó hasta el coche. Cuando pasamos cerca del árbol, sentí curiosidad y le pregunté por qué había tocado sus ramas.

—¡Oh!, es mi árbol de los problemas —contestó—. No puedo evitar tener problemas en el trabajo, pero esos problemas no pertenecen a la casa, ni a mi esposa, ni a mis hijos. Así que, simplemente, los cuelgo en el árbol, cada noche, cuando llego a casa. Luego, a la mañana siguiente, los recojo otra vez. Lo bueno es —dijo sonriendo— que siempre hay menos de los que colgué la noche anterior.


domingo, 3 de noviembre de 2019

Efectos letales del estrés


Fuente: “El poder de confiar en ti” de Curro Cañete.

El estrés ha sido definido por la OMS como una “epidemia mundial”. El consumo de antidepresivos y ansiolíticos se ha triplicado en los últimos diez años y la depresión severa se ha convertido en una de las principales causas de enfermedad en el mundo.

El estrés solo tiene sentido en situaciones de emergencia, cuando nuestro cuerpo debe actuar rápidamente ante un peligro real e inminente.

En la sociedad en la que vivimos no hay demasiados peligros verdaderos, pero se dan constantes situaciones de falsa emergencia a lo largo del día: llamadas laborales que nos sacan de nuestras casillas, mensajes molestos, plazos que van a vencer, impuestos, facturas que pagar. En definitiva, pequeños o grandes sustos cotidianos y un montón de situaciones de mayor o menor importancia que muchas veces arruinan nuestro bienestar.

El estrés dispara emociones tóxicas como la rabia, la impotencia, la venganza, la envidia o la culpa. Un estrés sostenido en el tiempo trae desastrosas consecuencias para la salud de mente y cuerpo.

Cada vez que nos estresamos perdemos la homeostasis (el equilibrio corporal). Esta se altera constantemente y eso tiene consecuencias graves para la salud.

Si las hormonas que deben salvarnos de un peligro real se liberan todos los días en diversas situaciones, en vez de liberarse ocasionalmente, si vivimos de forma permanente en estado de emergencia hasta el punto que necesitamos pastillas para dormir, tarde o temprano enfermaremos.

El cuerpo invertirá toda la energía en apagar esos fuegos cotidianos que nos estresan en vez de dedicarse a reparar las células y mantener la salud. Cuando esto sucede, las células “enloquecen” y dejan de funcionar de forma armónica y organizada entre ellas, formándose un caos interno nada recomendable y el sistema inmune, tan necesario para alejarnos de las enfermedades, se debilita.

Siempre que tienes miedo es porque piensas que algo malo puede suceder en el futuro o que se va a repetir algo del pasado. El miedo no puede existir cuando estás en el aquí y ahora.

Por eso, lo más importante cuando sintamos los primeros indicios del estrés es calmarnos y volver al presente. Podemos lograrlo pensando y diciéndonos cosas agradables, olvidando lo que tanto nos preocupa (Ver entradas “Gestionar el estrés” y “Orígenes del distrés” de este blog). Algunos ejercicios de minindfulness puede ayudarnos a reducir el estrés.

Si tienes miedo a lo que vendrá, vuelve al presente.

Si tienes miedo a que se repita lo que pasó, vuelve al presente.

Ven aquí, ven ahora, y el miedo desaparecerá.