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domingo, 24 de febrero de 2019

La gente que me gusta

Este texto se ha difundido ampliamente por internet mal atribuido a Mario Benedetti. Aparece en 2002 en el libro “La culpa es de la vaca”, recopilación de anécdotas, parábolas, fábulas y reflexiones sobre el liderazgo, de Jaime Lopera Gutiérrez y Marta Inés Bernal Trujillo que señalan haberlo obtenido de la Revista “Enkasa”, de la empresa Enka de Colombia S.A. Medellín, de febrero de 1996.


Fuente: “La culpa es de la vaca” de Jaime Lopera Gutiérrez y Marta Inés Bernal Trujillo.

«Primero que todo me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que no hay que decirle que haga las cosas, que sabe lo que hay que hacer y lo hace en menos tiempo del esperado.

Me gusta la gente con capacidad para medir las consecuencias de sus actuaciones. La que no deja las soluciones al azar.

Me gusta la gente estricta con su gente y consigo misma, que no pierde de vista que somos humanos y que podemos equivocarnos.

Me gusta la gente que piensa que el trabajo en equipo, entre amigos, produce más que los caóticos esfuerzos individuales.

Me gusta la gente que sabe la importancia de la alegría.

Me gusta la gente sincera y franca, capaz de oponerse con argumentos serenos y razonados a las decisiones de su jefe.

Me gusta la gente de criterio. La que no traga entero. La que no se avergüenza de reconocer que no sabe algo o que se equivocó. Y la que, al aceptar sus errores, se esfuerza genuinamente por no volver a cometerlos.

Me gusta la gente capaz de criticarme constructivamente y de frente: a estos los llamo mis amigos.

Me gusta la gente fiel y persistente que no desfallece cuando de alcanzar objetivos e ideales se trata.

Me gusta la gente de garra, que entiende los obstáculos como un reto.

Me gusta la gente que trabaja por resultados.

Con gente como esta me comprometo a lo que sea, así no reciba retribución económica alguna. Con haber tenido esa gente a mi lado, me doy por recompensado».


martes, 19 de febrero de 2019

Fitness mental

Fuente: “Vivir la vida con sentido” de Víctor Küppers.

Hay muchas personas que entienden que tienen que cuidar su salud física: hacen deporte, van al gimnasio, comen sano… Pocas veces nos damos cuenta de que también es nuestra responsabilidad cuidar de nuestro estado de salud mental, de que necesitamos hacer gimnasia mental y alimentar nuestra mente de manera positiva. ¿Cuándo nos preocuparemos de la mente tanto como nos preocupamos del cuerpo?

Una manera de alimentar la mente y el alma es leyendo. Si dedicáramos un 1% de nuestro tiempo a leer, a formarnos, a aprender, nos ocuparía catorce minutos al día. Seguro que, si tuviéramos que hacer algo muy importante, encontraríamos diez minutos al día para hacerlo. Leer diez minutos al día equivale a leer, a un ritmo normal, un libro cada dos semanas. Haz la cuenta: ¡veinticuatro libros al año!

Todo está en los libros. Lee. Puedes tener a los mayores sabios mundiales sobre un tema en tu mesita de noche. Tú puedes tener, igual que las empresas importantes, un consejo de asesores. Puedes elegir, vivos o muertos, a los que te dé la gana. Imagínate un consejo de asesores formado por Jesucristo, Platón, Aristóteles, Séneca, Leonardo Da Vinci, Lincoln, Gandhi… ¡Los que tú quieras! ¡En tu mesita de noche!

Dedica diez minutos a alimentar la mente y el alma con información sobre optimismo, alegría, perseverancia, honradez, integridad, entusiamo… Cada día, cada día. Es la mejor inversión posible. A eso se le llama fitness mental. Uno es lo que come, pero uno es también lo que piensa.


jueves, 14 de febrero de 2019

La denuncia

Fuente: “El libro del amor” Ramiro A. Calle.

Un hombre se acercó al puesto de guardia para denunciar que le habían robado su burro. Los policías le exigieron que explicase bien los detalles de lo que había sucedido. Después de oírle, uno de los guardias le dijo acremente:

—Ha tenido usted muy poco cuidado; sí, ha sido bastante negligente. ¿Cómo se le ocurre cerrar la puerta del establo con una cerradura tan débil en lugar de poner varios cerrojos?

Otro de los guardias dijo:

—Ha sido una insensatez permitir que desde la calle se pudiera ver la cabeza del burro. ¿Acaso no pudo haber levantado más el muro, para ocultar bien al animal?

Un tercer guardia intervino.

—¿Dónde estaba cuándo le robaron el burro? Si se hubiera quedado allí atento, habría visto al ladrón llevarse al jumento.

Entonces el denunciante, al límite de su paciencia, dijo:

—Señores guardias, me parece acertado hasta cierto punto lo que están alegando, pero supongo que alguna culpa ha de tener también el ladrón, ¿o no?

En el lado opuesto de la indulgencia, la comprensión y la ecuanimidad, está la enraizada tendencia de culpar a los otros. Debemos vigilarla y corregirla, pues daña a menudo las relaciones humanas y afectivas.


sábado, 9 de febrero de 2019

Mis personajes y yo

 “Catch and release” (“Coger y soltar”). Matt Simons.

Hoy cumplo años y en mi intento de ser honesta conmigo misma, quiero tener la valentía de mirar dentro de mi corazón para encontrar la raíz de lo que he vivido y reconocer, intento sin culparme, mi responsabilidad. No es nada fácil, pero como dice la canción “Catch and release” (coger y soltar) que he incluido en esta entrada, hay un lugar que he inventado, donde nadie me conoce, al que voy en mis noches oscuras, esas que paso contando estrellas, para averiguar de qué estoy hecha, para descubrir el misterio de la vida. Allí puedo contar mis secretos, descubrir lo lejos que puedo ir, y recordar cómo amar…


Fuente: “Haz tus sueños realidad” de Rut Nieves.

En el siglo XVII, el Siglo de Oro español, Calderón de la Barca (1600–1681), gran escritor, especialmente dramaturgo, en su auto sacramental “El gran teatro del mundo”, asemeja la vida humana a un teatro donde cada persona representa un papel.

Todos nos pasamos la vida interpretando personajes. Todos tenemos una serie de personajes que usamos en mayor o menor medida. Son versiones diferentes de nosotros mismos. Unas veces usamos unos y otras usamos otros. Todos vamos pasando por esos personajes a lo largo de nuestra vida. Normalmente hay uno que prevalece.

En mi vida, soy consciente de haber interpretado cuatro personajes:

- La perfeccionista: muy aplicada y exigente que quiere hacerlo todo bien.

- La guerrera o amazona: fuerte y activa. Tiene mucho genio y ataca cuando la contradicen o le hacen daño.

- La víctima. Lo perdona y consiente todo a cambio de que la quieran.

- La rebelde. Creativa, divertida y elocuente.

En realidad, ninguna de ellas soy yo en esencia. Son mis distintas facetas. Son roles o personajes que adopto cuando funciono en modo automático, cuando me siento atacada, cuando temo algo o siento la carencia de algo.

Cuando no siento temor, estoy en paz. Cuando estoy en paz, me siento bien conmigo misma y soy YO.


martes, 5 de febrero de 2019

No tienes que convencer a nadie

Fuente: “El amor de tu vida” de Rut Nieves.

Cuanto más tratas de demostrar tu valor, más muestras que no crees en ti. Si fueras consciente realmente de tu valor, no sentirías la necesidad de demostrar nada.

Cuanto más tratas de ser visto y reconocido, más muestras que no te reconoces a ti mismo.

No tienes que hacer nada para demostrar tu valor, no tienes que hacer nada para que te vean. Sé tú mismo. No tienes que convencer a nadie. Solo a ti. Tú eres el único que necesita convencerse de que eres digno y merecedor de todo lo mejor.

Lo eres todo en ti mismo. Simplemente disfruta de tu vida como si cada día te hubiera tocado la lotería porque lo cierto es que te ha tocado, aunque a veces no lo veas. ¡Lo tienes todo!