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miércoles, 30 de noviembre de 2016

Recuperar la capacidad de jugar

Fuente: ¡Puedo superarme! de Bernardo Stamateas.

Fuimos hechos para jugar toda la vida. Para el bien de nuestra psique, de nuestra creatividad, de nuestros pensamientos y de nuestro trabajo diario, necesitamos una cuota de juego.

Sin embargo, a medida que crecemos vamos dejando de jugar. La cultura nos hace sentir culpables si jugamos, vamos perdiendo paulatinamente la capacidad lúdica y asociamos “jugar” con “irresponsabilidad”. Hemos confundido “responsabilidad” con “seriedad”. Lo cierto es que el juego no tiene que ver con la irresponsabilidad. Podemos ser divertidos y también responsables.

El juego funciona como un fertilizante para el cerebro, pues estimula las conexiones neuronales. Nos distiende, nos saca de la rutina y nos permite conectar con esa parte de nuestra infancia que tanto placer nos daba. No solo nos divierte, sino que nos motiva y nos incentiva a crear mucho más fácilmente.

El objetivo de jugar es pasarlo bien. El juego nos ayuda a desarrollar nuestra capacidad de disfrutar, el humor, el placer y además nos relaja.

Los juegos son a medida, es decir, a cada uno de nosotros nos divierten cosas distintas. Por ejemplo, hay personas que disfrutan yendo a bailar, mientras que a otros no les gusta para nada; hay quienes se divierten escuchando música clásica, otros prefieren salir con amigos y a algunos les encanta leer. Hay personas que prefieren la diversión individual, como leer o mirar la televisión, y en general disfrutan de estar solas, pero también hay otras personas a las que les gusta lo social, por ejemplo, salir a comer o encontrarse con amigos. Todos tenemos una tendencia, pero más allá de lo que prefiramos, tenemos que buscar el placer de divertirnos.

Cada uno debe conectar con lo que le divierte y no seguir lo que socialmente nos dicen que es divertido. Es muy importante recordar que cada uno tiene que divertirse a su manera, aunque los estándares sociales digan que hay que hacer lo mismo.

Jugar es una excelente palabra en todas las épocas de nuestra vida.


viernes, 25 de noviembre de 2016

El milagro de ser humano

Este relato está incluido en el libro “Cuentos para confortar el espíritu” de Ramiro Calle con el título de “La tortuga y la argolla”.

Era un sabio tan anciano que nadie sabía cuál era su edad, ni siquiera él mismo. Un apacible y tibio atardecer, se sentó frente al mar y dejó que su mirada se perdiera en el anaranjado horizonte.

De pronto, escuchó unas pisadas no lejos de donde estaba. Al dirigir la vista al lugar del que procedía el rumor de las pisadas, pudo ver a un joven taciturno que pasaba una soga sobre la rama de un árbol y luego se envolvía el cuello con ella. Su intención de quitarse la vida era evidente, por lo que el anciano se incorporó tan rápido como le dejaba su decrépito cuerpo y corrió con esfuerzo hasta donde el joven pensaba realizar su macabro plan.

—Te ruego que no te quites la vida, amigo. La vida es muy valiosa.

—La vida no es nada —replicó el joven—. No veo ningún motivo para seguir viviendo.

—Tienes la eternidad por delante, amigo, así que al menos concédeme un par de minutos y escúchame con atención.

—Dime lo que quieras —dijo el joven con displicencia—. A donde voy ahora no les importará si llego dos minutos tarde.

—Entonces —dijo el anciano—, escúchame.

Ambos se sentaron en el suelo. Los apacibles ojos del anciano se posaron en los atormentados del joven. El sol había empezado a ocultarse. El sabio dijo:

—Te voy a pedir que imagines una cosa, querido amigo. Imagina una tortuga, una solo, en el inmenso océano. Esta tortuga saca la cabeza a la superficie, para respirar, solo una vez de cada millón de años. Imagina también una argolla flotando sobre las aguas del colosal océano. Pues te diré algo: tener una forma humana es más difícil que la posibilidad de que la tortuga introduzca la cabeza en la argolla cuando la saca cada millón de años. Obra como creas conveniente, pero vas a perder una ocasión única. Reflexiona unos instantes en ello y procede.

Los lugareños de la zona todavía comentan que aquel joven llegó a la ancianidad y se convirtió a su vez en un sabio.

Se te han entregado unos instrumentos vitales (cuerpo y mente) y te has encontrado sumido en este misterioso escenario que es la existencia. Pasarás unos años por él. Puedes hacer que el paso sea hermoso dependiendo de tus pensamientos, palabras y actos. El sentido de la vida deberás procurarlo tú mismo. Aprovecha la vida.


domingo, 20 de noviembre de 2016

La aprobación de los demás

«—Hay una cosa que ni siquiera Dios puede hacer —le dijo el maestro a un discípulo al que le aterraba ofender a alguien.
—Y ¿cuál es? —preguntó el discípulo.
—Agradar a todo el mundo —dijo el maestro».
Anthony de Mello



Fuente: “No te ahogues en un vaso de agua” de Richard Carlson.

Una de las lecciones más difíciles que no enseña la vida es la de tener que hacer frente a la desaprobación de los demás. Nunca seremos capaces de contentar a todo el mundo. Incluso en una victoria electoral en la que un candidato recibe el cincuenta y cinco por ciento de los votos, existe un cuarenta y cinco por ciento de la población que desea que sea otro quien gane. No es probable que el porcentaje de aprobación que recibimos nosotros entre la familia, los amigos y la gente con quien trabajamos sea mucho mayor.

Todos los días somos objeto tanto de elogios como de desaprobaciones. Forma parte de la vida de todo el mundo.

Cada uno tiene sus propias ideas sobre la vida y no siempre coinciden con las de otras personas. Sin embargo, la mayoría nos empeñamos en luchar contra esta realidad. Nos sentimos enojados, heridos o frustrados cuando la gente rechaza nuestras ideas, nos dice que no, o manifiesta alguna otra forma de desaprobación.

Cuanto antes aceptemos el inevitable hecho de que no podemos contar con la aprobación de todas las personas a las que conocemos, más fácil será nuestra vida. Cuando uno es consciente de que en su camino también va a encontrar cierto grado de desaprobación y lo acepta, desarrolla un sentido de la perspectiva que resulta de gran ayuda.

Nuestro bienestar no debe depender de la aprobación de los demás. Evidentemente, hace que nos sintamos mejor. Por eso, hemos de aprender a ser agradecidos cuando la recibimos.


martes, 15 de noviembre de 2016

21 de diciembre

Anuncio de la Lotería de Navidad 2016

Ayer se hizo público el anuncio de la Lotería de Navidad de este año. Loterías y Apuestas del Estado vuelve a confiar la campaña, que ha contado con un presupuesto de 3,6 millones de euros, a la agencia creativa Leo Burnett y al director Santiago Zannou que ya realizó el anuncio de Manuel y el bar de Antonio en 2014.

La protagonista es Carmina, una maestra jubilada a la que parece que le falla la memoria, que el 21 de diciembre, mientras la televisión emite un reportaje sobre el sorteo de Navidad con vídeos de años anteriores, cree por error que le ha tocado el “Gordo”.

Rápidamente sale a la calle a celebrarlo. La alegría de Carmina es tal, que contagia a su familia y a todos los vecinos del pueblo que, para no romper el momento mágico, deciden seguirle la corriente.

El hijo y el nieto de Carmina se encargan de ir poniendo sobre aviso a todos los habitantes para que se sumen a la fiesta. Hasta la Guardia Civil se presta a escoltarlos en el camino hacia el faro, donde van a celebrarlo.

El anuncio se cierra con el lema de las últimas campañas: «El mayor premio es compartirlo», pero a diferencia de los anuncios de 2014 y 2015, en los que lo que se compartía era el premio, este año la campaña incide en que lo que importa es compartir el entusiasmo y la alegría. Como final de esta historia, la idea de que a Carmina el dinero no le importa y lo que la hace feliz es dárselo a su hijo.

La canción del anuncio, titulada “21 de diciembre”, es de Fernando Velázquez y se ha rodado en Asturias (Tazones, Villaviciosa...).

El tema de este año está siendo caldo de cultivo para el ingenio, creatividad y humor en las redes sociales: que si, al igual que en el anuncio, el gobierno tiene engañados a los ancianos; que si los anuncios de la lotería cada vez pretenden dar la mayor lástima posible y dentro de poco el anuncio se hará en un funeral; que si es irreal, porque todo el mundo está de acuerdo con lo que dice la maestra; que si qué hubiera ocurrido si el nieto, que está enganchado al móvil, hubiera prestado más atención a su abuela, que encima le prepara el desayuno, y desde el principio, cariñosamente, la hubiera sacado de su error.

Yo empiezo a echar de menos un anuncio de la lotería de Navidad que me haga reír, pero, claro, ya se sabe, es más fácil hacer llorar.


jueves, 10 de noviembre de 2016

El saco de plumas

Este cuento está incluido en el libro “365 ideas para cambiar tu vida” de Francesc Miralles.

Un cuento tradicional narra la historia de un hombre que calumnió gravemente a un amigo suyo y, acto seguido, se dio cuenta de que le había movido la envidia que sentía al ver el éxito que el otro había alcanzado.

Tras comprobar la ruina que había traído con sus calumnias a ese amigo, se arrepintió profundamente y fue a visitar a un hombre muy sabio, a quien le explicó el caso y le pidió:

—Quiero arreglar todo lo que hice. ¿Cómo puedo hacerlo?

A lo que el sabio respondió:

—Toma un saco lleno de plumas ligeras y pequeñas, y ve soltando su carga dondequiera que vayas.

El calumniador, muy contento por aquel remedio tan fácil, consiguió un saco lleno de plumas y en el transcurso de un día las había soltado todas.

Entonces regresó donde estaba el sabio y le anunció:

—Ya he terminado.

—Esa era la parte fácil… —respondió el sabio—. Ahora debes volver a llenar el saco con esas mismas plumas que soltaste. Sal a la calle y búscalas.

El hombre se sintió muy triste pues sabía de lo imposible de su misión, y no pudo juntar casi ninguna.

Al verle regresar abatido, el sabio le dijo:

—Así como no pudiste juntar de nuevo las plumas que volaron con el viento, de igual manera el mal que hiciste voló de boca en boca y el daño ya está hecho. Lo único que puedes hacer es pedir perdón a tu amigo y actuar bien a partir de ahora, pues no hay forma de deshacer lo que hiciste.


sábado, 5 de noviembre de 2016

La Buena Nueva

Fuente: “Maravillosamente imperfecto, escandalosamente feliz” de Walter Riso.

Cierta vez, un religioso estaba dando una conferencia y volvía una y otra vez sobre el tema de la Buena Nueva que cambiaría a la humanidad: todos podían salvarse si se seguían ciertos preceptos.

Un maestro espiritual muy anciano que estaba escuchando atentamente interrumpió para preguntarle: “¿Qué clase de buena noticia es ésa, que hace tan fácil ir al infierno y tan difícil ir al cielo?”.

El religioso, nervioso, prefirió cambiar de tema.