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sábado, 28 de septiembre de 2019

La fe hace milagros

Quien tenga oídos, que oiga…


Fuente: “Pensamientos cotidianos” de Omraam Mikhaël Aïvanhov.

¿Por qué se dice que la fe hace milagros?

Todo aquello que emprendemos y hacemos con nuestras capacidades o con nuestra voluntad, obedece a un mecanismo natural que se encuentra sometido a la ley de causa-efecto, pero cuando hacemos intervenir la fe, se abre dentro de uno mismo una puerta a las fuerzas espirituales, a las potencias celestiales, llámalo como quieras, que pueden reparar, purificar y curar. Aunque no se merezca en absoluto.

Podemos decir que la fe abre la puerta a través de la cual la gracia se ve obligada a entrar. Solo se necesita una condición: que previamente se la haya invitado a entrar.

Recordad el enfermo que le pedía a Jesús que lo curarse. Con su petición atraía la atención de Jesús hacia él y con su fe permitía que la potencia divina se manifestase en él. Este es el sentido de la respuesta de Jesús a los que le pedían ayuda: “Que se haga según tu fe” o “Tu fe te ha salvado”.


lunes, 23 de septiembre de 2019

Libérate de las cadenas del pasado

Fuente: “365 semillas de conciencia para una vida plena” de Daniel Ramos Autó.

«En la vida es importante ir cerrando etapas, cerrando círculos, e ir resolviendo los conflictos propios de esas etapas.

Hacer balance y saber de dónde venimos es útil y necesario para saber y entender dónde estábamos, dónde estamos y dónde queremos estar. En este sentido, echar un vistazo al pasado para aprender y/o evitar repetir algunos errores, o para regocijarnos en recuerdos agradables, puede resultar positivo, interesante y útil para el presente y para el futuro siempre que lo hagamos desde una mirada constructiva.

Por el contrario, en la medida en que recurrir al pasado solo nos sirve para llenarnos de melancolía, tristeza o remordimiento, y se convierta en un elemento que no nos permita centrarnos en el disfrute de las experiencias presentes y las potencialidades de desarrollo futuro, deberemos plantearnos iniciar un proceso orientado a soltar ciertos tramos de la vida para extender nuestra mirada hacia nuevos horizontes donde canalizar nuestra energía vital en un sentido claramente constructivo.

No podemos cambiar nuestro pasado, solamente podemos aceptarlo e integrarlo como parte del proceso de nuestra sanación y nuestra evolución humana».


miércoles, 18 de septiembre de 2019

Ilumina tu sombra

“Cuando odiamos a alguien, odiamos en su imagen algo que está dentro de nosotros”.
Hermann Hesse



Fuente: “El poder de confiar en ti” de Curro Cañete.

Todos tenemos zonas oscuras que rechazamos y ocultamos a los demás porque nos avergonzamos de ellas y pensamos que van a juzgarnos o dejarán de querernos. Sin embargo, tu sombra forma parte de ti y tu yo no está completo sin ella.

Si tú no te aceptas en tu totalidad, rechazas un parte de ti. La aceptación no tiene nada que ver con la resignación. Solo aceptas que estás donde estás ahora, con tus defectos, y puedes elaborar un plan que te lleve a mejorar y ser la persona que deseas.

Quererte y valorarte implica aceptar tu sombra. Si te rechazas no puedes efectuar cambios positivos en tu vida porque te dominará un sentimiento de culpa paralizante y destructivo.

Con mucha frecuencia ni siquiera somos conscientes de nuestra sombra. Llevamos tanto tiempo mirando para otro lado que ni siquiera sabemos qué rechazamos de nosotros mismos. Es entonces cuando las personas que nos rodean nos dan mucha información sobre cómo y quiénes somos. Carl Gustav Jung decía: “Todo lo que nos irrita de otros nos lleva a un entendimiento de nosotros mismos”.

Si ves algo en otro que te saca de tus casillas, eso también está dentro de ti. De lo contrario, no te revolvería tanto por dentro. Simplemente, te daría igual. Una manera muy efectiva de averiguar tu sombra, por tanto, es observar que te irrita de los demás y luego hacerte la siguiente pregunta: ¿qué información sobre mí me está dando esta persona en este momento?

Cuando observes que algo te afecta o te indigna mucho, de manera que sientes un desgarro interior, tienes que detenerte a reflexionar para averiguar por qué te molesta tanto. Normalmente descubrirás una herida de la que no eres consciente…

Para curar tus heridas tienes que conocerlas, saber dónde están y qué es lo que las ha provocado. Tu sombra, normalmente, tiene que ver con ellas.

Heridas como el rechazo provocan, por ejemplo, un enorme miedo al juicio ajeno. Ese miedo hace que dejemos de ser nosotros mismos, aparentando ser lo que no somos, y nos impide actuar como queremos. Una vez sanada la herida, los juicios ajenos, tal vez, nos sigan haciendo daño, pero no nos afectarán igual. La sombra se ilumina.


viernes, 13 de septiembre de 2019

Los Diez Mandamientos


Fuente: “Déjame que te cuente…” de Jorge Bucay.

Sucedió que, un día, en las puertas del cielo, se reunieron unos cuantos cientos de almas, que eran las que anidaban en los hombres que habían muerto ese día.

San Pedro, supuesto guardián de las puertas de entrada al Paraíso, ordenaba el tráfico.

—Por indicación del “Jefe” vamos a formar tres grandes grupos de huéspedes a partir de la observación de los diez mandamientos.

El primer grupo, con aquellos que hayan violado todos los mandamientos por lo menos una vez.

El segundo grupo, con aquellos que hayan violado por lo menos uno de los diez mandamientos una vez.

Y, el último grupo, que suponemos que será el más numeroso, con aquellos que jamás en su vida hayan violado ninguno de los diez mandamientos.

Bien —siguió san Pedro—. Los que hayan violado todos los mandamientos, pónganse a la derecha.

Más de la mitad de las almas se puso a la derecha.

—Ahora —exclamó—, de los que quedan, aquellos que hayan violado alguno de los mandamientos pónganse a la izquierda.

Todas las almas que quedaban se desplazaron a la izquierda. Bueno, casi todas…

De hecho, todas menos una.

Quedó en el centro un alma que había sido un buen hombre. Durante toda su vida había recorrido el camino de los buenos sentimientos, de los buenos pensamientos y de las buenas acciones.

San Pedro se sorprendió. Solamente un alma quedaba en el grupo de las mejores almas.

De inmediato, llamó a Dios para notificárselo.

—Mira, el asunto es así: si seguimos el plan original, ese pobre hombre que se ha quedado en el centro, en lugar de beneficiarse por su beatitud, se va a aburrir como una ostra en la soledad más extrema. Me parece que tendríamos que hacer algo al respecto.

Dios se levantó ante el grupo y dijo: “Aquellos que se arrepientan ahora, serán perdonados, y sus fallos, olvidados. Los que se arrepientan pueden volver a reunirse en el centro, con las almas puras e inmaculadas”.

Poco a poco, todos empezaron a moverse hacia el centro.

—¡Alto! ¡Injusticia! ¡Traición! —gritó una voz. Era la voz del que no había pecado—. ¡Así no vale! Si me hubieran avisado de que iban a perdonar, no habría desperdiciado mi vida…


domingo, 8 de septiembre de 2019

Dos contra el mundo

Una propuesta de reflexión para el comienzo del nuevo curso escolar.

Fuente: “Rompe con tu zona de confort” de Gregory Cajina.

La labor de padre/madre, en la que, sin duda, se cometen muchos errores, a veces inadvertidos, es posiblemente la profesión más difícil que haya.

Nuestra sociedad, la que nos hemos inventado, presenta un modelo idóneo de relación padre-madre-niño-niña en el que los dos primeros (o solo uno) se dedican a batallar contra dragones y malvados para proteger a la progenie.

Los modelos de vida próspera, que nos hacen querer más y más, presionan y convierten a los padres en dos contra el mundo y no dan abasto. Tiene sentido, ¿no?

Quizá no.

En la actualidad los niños han perdido el rol de formar parte activa de la familia y se han convertido en su centro y ombligo.

Hoy cubrimos a los niños con cosas, con regalos, con sustitutos materiales de lo que realmente necesitan: atención, educación, guía, consideración, autoconfianza…

Antes o después, el niño está destinado a dejar atrás a sus progenitores. Por tanto, el amor de padres, quizá, n0 signifique “entrego mi vida por ti, hijo mío”, sino posiblemente “como madre/padre me sigo haciendo cargo de mi propia vida y te guío y acompaño hasta que te hagas cargo de la tuya”.

Un niño no es un adulto pequeño. Los niños se hallan en una fase temprana de desarrollo de su cerebro que los aproxima más a su yo superviviente (“protégeme, nútreme, cuídame”). Lo normal en los niños, su rol, es el de recibir… que no es lo mismo que ser el centro del Universo. De la misma manera, un adolescente no entiende mucho de cooperación. El dar y el cooperar solo se abrirán camino gradualmente, en función de la propia maduración de su córtex cerebral, de su educación y del entorno que lo rodea.

Podemos obligar a un niño a compartir o a un adolescente a cooperar, pero no podemos obligarle a que quiera compartir o cooperar.

… Y, mientras, los niños aprenden de sus padres lo que ven, no lo que se les manda. Los chavales tienen una memoria prodigiosa para olvidar lo que se les dice que deben hacer cuando lo que ven en acción de sus tutores es incoherente.

Este es el camino de la madurez humana: del niño dependiente al adolescente independiente, y de ahí hacia el sano adulto interdependiente.


martes, 3 de septiembre de 2019

¿Optimista o positivo?

Fuente: “Rompe con tu zona de confort” de Gregory Cajina.

El cerebro tiene un dispositivo (SAR, Sistema de Activación Reticular) que actúa de interruptor para conectar o desactivar las conexiones dispuestas entre nuestra mente racional y la de supervivencia.

Cuando experimentamos cierto miedo o temor, podemos actuar acordemente, buscando opciones, aprovechando el “subidón” de los productos químicos vigorizantes que nuestro propio cuerpo genera. Sin embargo, cuando el grado de miedo es demasiado elevado y nos adentramos en el campo del pánico, ese resorte salta, desconectando nuestra mente racional para pasar al modo de supervivencia: luchar, huir o, con terror extremo, quedarnos paralizados.

La disposición de un individuo positivo, basada en la autoconfianza, es muy efectiva ante problemáticas potencialmente generadoras de miedo extremo, pues tiene la certeza de que hay una o más soluciones ante ese contratiempo y dedicará sus energías a pensar, visualizar, actuar y fabricarse esas soluciones. En algunas ocasiones confiará en… y/o se abandonará a…

Actuando de este modo, nuestro cerebro se relaja y puede responder o, incluso, anticiparse a las circunstancias.

Ser positivo implica comportarse como un buscador de opciones válidas.

Sin esa confianza en los propios recursos, el miedo, exacerbado por nuestra percepción subjetiva y, por tanto, distorsionadora de la realidad, puede pasar de un salto al pánico. Y es entonces cuando dejamos de regir y nos vemos arrastrados a la irracional guía de nuestro instinto de supervivencia.

Un optimista, en lugar de generar las mejores opciones ante un problema de cierta magnitud, opta por creerse que la situación no supone tal problema, que este no es tan considerable, o que cuenta con más tiempo del que realmente dispone para reaccionar.

El optimismo anestesia la parte de nuestra mente que clama por advertirnos de que algo no está funcionando bien, acallándola y distorsionando la percepción del escenario de deberíamos estar valorando con mayor rigor.

Así, por ejemplo, ante un destructivo huracán en El Caribe, un turista positivo se centraría en hallar, sin pánico, las mejores opciones para guarecerse y un turista optimista aguardará mirando a las nubes, confiando en que el huracán solo serán unas rachas de mucho viento.

Ser optimista puede salir caro.