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martes, 5 de marzo de 2013

La responsabilidad de los padres en la educación de sus hijos

“No todo se aprende en el colegio” es el título de un interesante artículo escrito por Carlos Arroyo Jiménez, director del Instituto Universitario de Posgrado, en su blog “Ayuda al estudiante” de El País.

Para esta entrada, he seleccionado algunos párrafos que pueden hacernos reflexionar acerca de la responsabilidad de los padres en la educación de sus hijos.

«Toda la educación no es responsabilidad del sistema educativo. El colegio no es el único lugar en el que se aprende. Ya está bien de depositar en los centros la responsabilidad educativa universal. Padres, instituciones, autoridades, sociedad civil, agentes culturales y mediáticos, y el mismísimo estudiante tienen algunas responsabilidades.

Ahora también pedimos que en el comedor enseñen a nuestros hijos a manejar con soltura y corrección el cuchillo y el tenedor, que les proporcionen criterio para no quedarse obnubilados ante la telebasura, que les adiestren en las normas de tráfico, que les sensibilicen contra los malos tratos y las discriminaciones raciales, que les impregnen de espíritu emprendedor y que les acerquen los valores morales necesarios para ser ciudadanos responsables. Y por qué no, que les enseñen a cocinar o, ya puestos, también a planchar o a hacerse la maleta.

¿Todo lo deben aprender en el colegio o el instituto? ¿A qué nos dedicamos en casa? ¿En dónde guardamos nuestra responsabilidad personal de educadores de nuestros hijos?

La educación es una tarea compartida y muchas de las cosas que queremos que asuman nuestros hijos, tendremos que enseñárselas en casa, y no siempre con palabras, sino a menudo con el ejemplo. La Constitución puede enseñarse en clase, pero a ser un buen ciudadano se aprende en casa. La Semana de la Solidaridad puede celebrarse en el centro escolar. Pero la sensibilidad social se aprende en casa. El debate civilizado se puede practicar en clase, pero el respeto a la diferencia razonable de ideas se aprende en casa. Los padres tienen una responsabilidad de la que no pueden abdicar.

Los horarios académicos no son de plastilina, no podemos ir llenándolos incesantemente de cosas muy importantes sin sacar otras tan importantes o quizá más. Tenemos que jerarquizar, y eso obliga a dejar cosas fuera».


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