Yo nací el 9 de febrero de 1962. Mañana, quiero ahorrarte hacer la cuenta, cumpliré 53 años. En mi familia, desde niña, los cumpleaños han sido motivo de alegría y celebración. Por eso, sé que echaré de menos a los que ya no están, ¿o sí?, conmigo.
Para mí sigue siendo agradable cumplir años. Mi lista de motivos de agradecimiento es interminable y he llegado hasta aquí sin darme apenas cuenta. Tan solo el espejo me devuelve la imagen de una mujer madura que hace unos años decidió no ocultar sus canas.
En esta entrada hago una especie de decálogo con algunas de las cosas que he aprendido a lo largo de mi vida. He necesitado más de cincuenta años. Lo sé... un poquillo lenta, pero no me preocupa: tengo una eternidad por delante. El libro “Quiero un cambio” de Bernardo Stamateas me ha servido de fuente o inspiración para hacerla.
Cosas que he aprendido:● Que no necesito demostrar nada a nadie.
● A vivir sin esperar nada de nadie. Ya no busco en los demás lo que me falta, ni espero que nadie satisfaga mis carencias afectivas. Nadie tiene el deber de entenderme. La gente se frustra cuando espera algo de alguien: una llamada, un beso, un abrazo; por eso, no espero que me llamen, ni que me amen, ni que me pregunten cómo estoy. Todo lo bueno que la gente me da, lo recibo, lo acepto, lo disfruto, pero no espero nada de nadie y me siento más libre.
● A no tratar de cambiar a nadie; solo cambia aquel que desea cambiar y solo puedo cambiarme a mí misma.
● A aceptar lo inevitable y a sanar los recuerdos tristes. Cada vez que la vida me cierra una puerta, hay otras preparadas que me están esperando para ser abiertas. Pero para traspasar esas puertas, tengo que cerrar las viejas: los rencores, las situaciones del pasado no resueltas, los recuerdos negativos, las personas tóxicas que siguen dando vueltas en mi mente, las cargas emocionales que me generan rabia... Cerrar el pasado es abrir el presente y el futuro.
● A perdonar. El perdón reduce e incluso anula, liberándome, el peso negativo de las malas experiencias de mi vida.
● A ser honesta, pero no transparente. Ya no digo todo lo que pienso a todo el mundo. Eso no quiere decir que mienta o engañe. Digo mi verdad cuando es necesario y sirve para construir algo mejor.
● A disfrutar de todo lo que tengo. Todo lo que necesito está dentro de mí. También lo está el don de disfrutar que, como solo depende de mí, lo llevo conmigo a donde vaya.
● Que no soy la inquilina de mi vida, sino la dueña. Soy un ser libre para decidir y elegir qué pensar y qué hacer.
● A creer en mí y a dar lo mejor de mí en todo lo que hago. Mi vida merece mi mejor actuación y he decidido gastar mis fuerzas en lo que mi corazón desea.
● Que hoy es mi tiempo. Ni lo fue ayer, ni lo será mañana.
Voy a sembrar en la buena tierra que Dios designó para mi vida, las mejores semillas y no voy a permitir que nadie eche basura en mi terreno. Él ha dispuesto que todo lo que necesite llegue a mis manos. Por eso, cada nuevo día, al despertar, doy las gracias y repito mi frase favorita: “Que sea lo que Dios quiera”. (En verdad, no tiene mucho mérito porque sé que lo que Él quiere es que sea feliz.)
- Por fin soy yo (2012)
- Mi alma tiene prisa (II) (2013)
- No me canso de buscarte (2016)
- Yo confieso (2017)
- Vivir en otra dimensión (2018)
Estás sembrando tus mejores semillas, y a la vez, enseñando a "tus niños" a sembrar lo mejor de ellos mismos. Feliz cumpleaños. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas Felicidades¡¡¡¡ Enhorabuena por tu siembra que algunos estamos recogiendo. Si hasta coincidimos en el regalo del libro "Quiero un cambio"...¿Causalidad?.... Feliz cumpleaños. Besos
ResponderEliminarPrecioso decálogo! Me doy cuenta que aún me queda mucho por aprender, pero como bien dices "tenemos una eternidad por delante", y espero poco a poco conseguir hacerlo mío. Muchas Felicidades!! Mil besos!
ResponderEliminarLa vida me ha enseñado que un amor nuevo puede llegar sin avisarte y sin premeditarlo, y que puede durarte toda una vida, pero que lo más normal es que sea sólo pasajero, de una noche, de unos días, de unos meses, o de unos pocos años... He aprendido que los amigos de toda la vida pueden convertirse en extraños de la noche a la mañana, porque la vida les ponga a prueba y no den la talla, o que por contrapunto, que aquellos que jamás pensaste que fueran a ser tus amistades, te sorprendan gratamente y te resulten infalibles... He podido aprender que la gente se porta mal porque no queda registrado con pruebas de lo que dice o hace, pura cobardía, porque siente cierto placer en hacer daño, para que luego no se lo puedan reprochar o hacerles pagar por ello, y ya nadie cree que Dios nos vigila constantemente para castigarnos de lo malo y para compensarnos y beneficiarnos de lo bueno.
ResponderEliminarHe aprendido también viviendo que es adecuado renunciar de las personas que no te valoran, porque de nada sirve una compañía que no te quiere a pesar de que aún la quieras tú, aunque siendo sincero resulta muy difícil alejarse de alguien que te marcó la vida y supuso una diferencia grande, pero eso no quita que vengan personas nuevas que ayuden a cicatrizar tus heridas y que en el futuro lograrás olvidar y volver a confiar.He recibido la lección al vivir que decir nunca más, no siempre se cumple, porque la vida no hace más que dar vueltas, nada es definitivo, lo sé por propia experienica, y que lo que se dice que es para siempre, termina fallando y se acaba incluso antes de lo esperado... También he sabido viviendo que el que quiere algo, algo le cuesta, y lucha por ello, puede o no puede conseguirlo, pero que al menos ha tenido ilusión en el intento, y que el no se arriesga por lo que desea no pierde nada, pero tampoco lo gana.
He logrado saber además que si quieres algo con una persona, ve a por ella y díselo, el no lo tienes por anticipado, y que a lo mejor si esperas, mañana ya sea demasido tarde, y si no te conviene estar con ella, jamás olvides los buenos recuerdos que te ha dado... Y he aprendido que sentir dolor por una pérdida es inevitable, pero el sufrimiento y el dolor, es una elección opcional que tú mismo tomas. Y sé lo que es la tristeza, la debilidad humana y el dolorosa que es la felicidad efímera... Y sobre todo he aprendido que de nada sirve seguir negando lo evidente, viviendo fuera de la verdad, y que lo más importante es que hay que seguir aprendiendo siempre, te pase lo que te pase, hasta que desaparezcas de este mundo incierto y cruel, y al mismo tiempo maravilloso.
ARTURO KORTAZAR AZPILIKUETA MARTIKORENA©
Gracias Arturo por dejar en el blog tus sabias reflexiones.
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