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domingo, 12 de junio de 2011

El trabajo no es cosa de niños y niñas

Hoy se celebra el Día mundial contra el trabajo infantil.

La fecha fue instituida por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en 2002 para llamar la atención sobre el problema.

En el mundo hay 246 millones de niños y niñas que trabajan para sobrevivir y lo que es aún peor, la inmensa mayoría lo hace en condiciones de peligro como, por ejemplo, en minas o manipulando productos químicos. Otros son obligados a trabajar en la agricultura, a participar en conflictos armados, son expuestos a la violencia, tráfico de drogas, abusos sexuales y prostitución.

Son muchas las formas de explotación infantil. Algunas evidentes pero otras invisibles: un gran número de menores, sobre todo niñas, pasan su infancia en trabajos ocultos como las labores domésticas o la explotación sexual.

Labores que denigran al niño/a, le despojan de sus derechos fundamentales, dañan su salud y le marcan de por vida.

Mientras, millones de adultos cierran los ojos ante estos trabajos ilícitos ya que participan de sus beneficios.

Las secuelas para todos estos niños y niñas son muchas y variadas. La más evidente, es la educación. La explotación infantil impide la educación, mina su presente pero también su futuro.

En segundo lugar, se impide el derecho al juego y al ocio como una parte fundamental en su crecimiento y después están las secuelas físicas y psicológicas que dependen de cada clase de trabajo que se desempeñe, la mayoría irreparables.

Las regiones de Asia y Pacífico son las más afectadas por esta peste. Concentran más de 127 millones de niños explotados, seguida de África Subsahariana con 48 y de Latinoamérica y Caribe con 17 millones.

Pero este mal no sólo afecta a las naciones con economías débiles. En los países industrializados de transición, dos millones y medio de menores engordan la cifra de la explotación infantil. España, por ejemplo, es un país de tránsito y destino de niños, niñas y adolescentes víctimas de trata con fines de explotación para la comisión de hurtos menores y robos con violencia e intimidación.

Lejos de mejorar, se prevé un empeoramiento en las cifras debido al impacto de la crisis económica. Habrá más niños que abandonen la escuela para trabajar. Cuando los padres pierden el empleo, muchas veces los niños y niñas se ponen a trabajar para compensar esa falta de ingresos.

El objetivo de la OIT de conseguir la erradicación del trabajo infantil para el 2016, es algo, según los datos, poco probable. Sin embargo, es necesario erradicar este abuso.

Ahora me gustaría que vierais tres vídeos que forman parte de los documentales “Cuentos de niños” con los que Global Humanitaria emprendió la campaña “El trabajo no es cosa de niños” en 2006.

Son una producción de Rec, Stop y Play para Global Humanitaria, que se confió al director argentino Marcelo Bukin.

“Bienvenidos a Poptún”, sitúa al espectador en los testimonios de un grupo de limpiabotas de esta ciudad norteña de Guatemala y en sus circunstancias personales y familiares, marcadas por el maltrato y la carencia de recursos.

“Fuego de Ángel” está filmado en la ladrillera de Salcedo, en el altiplano de Perú. En esta comunidad, centenares de niños se dedican a fabricar ladrillos en crudo: arrancan el fango de la tierra, lo mojan y pisan para compactarlo. Después de secar cada molde, cortan los ladrillos y los apilan.

“Mauris del Titicaca”, narra la historia de una familia de cinco niños pescadores que trabajan, solos, en una barca en el Lago Titicaca. Allí subsisten gracias a la pesca del mauri, uno de los peces del lago. Después del día de trabajo, los niños limpian y venden el pescado.



¿Cómo podemos mirar a otro lado?


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