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viernes, 17 de mayo de 2013

El perdón y el olvido

  “La lista de Schindler”. John Williams. (Violín de Itzhak Perlman).

«Un ex-convicto de un campo de concentración nazi fue a visitar a un amigo que había compartido con él tan penosa experiencia.
“¿Has olvidado ya a los nazis?” le preguntó a su amigo.
“Sí”, dijo éste.
“Pues yo no. Aún sigo odiándolos con toda mi alma.”
Su amigo le dijo apaciblemente:
“Entonces, aún siguen teniéndote prisionero”».
Anthony de Mello



Fuente: “La respuesta” de Mario Alonso Puig.

Perdonar no es sinónimo de olvidar. Olvidar implica borrar un registro en la memoria. No se puede coger una goma de borrar, buscar un registro en el hipocampo o en la corteza cerebral y eliminarlo. Por eso, es antinatural pedir olvidar a otros o a nosotros mismos.

Lo que sí se puede conseguir es que ese registro no tenga un peso mayor de lo que le corresponde. De lo contrario, la vida puede quedar esclavizada por ese recuerdo.

El perdón reduce, o incluso anula, el peso negativo de las malas experiencias de la vida. Puedo perdonar a una persona y no querer volver a verla nunca más. Pensaré: “Aquello ocurrió. Te perdono, no siento ira contra ti, no tengo ningún deseo de venganza, pero tus valores y los míos no son compatibles, no tengo por qué vivir contigo”.

Olvidar no es necesariamente bueno. Hay que recordar y, aun así, perdonar. El perdón libera mucho más al que perdona que al perdonado. El perdón ayuda a construir un futuro que no sea una simple prolongación del pasado.

¿Es posible cambiar nuestros recuerdos?

El recuerdo tiene tres elementos. El primero es un dato objetivo que ocurrió. El segundo elemento consiste en la emoción que se experimentó en el mismo instante en el que se producía el acontecimiento. Hay un tercer elemento que es clave y que consiste en la valoración, en la interpretación que se hizo de ese hecho. El conjunto es lo que crea la experiencia que nos queda.

Se puede transformar el registro de la memoria si se consigue que quien recuerda evalúe los acontecimientos y sus emociones de una manera diferente.

Nos pueden servir de ejemplo los casos de personas que manifestaban no poder perdonar a sus madres porque las habían abandonado en su infancia. Eso había condicionado sus vidas. Sin embargo, cuando descubrieron que la razón por la que habían sido abandonadas era porque no hubieran podido sobrevivir a causa de las dificultades económicas de sus madres y que la separación había supuesto un dolor intenso para ellas, su memoria se modificó radicalmente.

Cada uno hacemos nuestra particular evaluación de lo que nos ocurre y es a partir de un cambio de interpretación, de un cambio de perspectiva acerca de lo ocurrido, como podemos liberarnos de lastres generados en el pasado, que se sufren en el presente y que nublan nuestro futuro.


2 comentarios

  1. GRACIAS POR TU ARTICULO....LO COMPARTÍ CON MIS AMIGOS....FRESIA,CHILE

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  2. El perdón,es el aroma de la Iluminación... Aspiralo.

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