Todas las entradas que he hecho para mis cumpleaños han sido, de alguna manera, una confesión en la que he reflexionado sobre mi vida y sobre las cosas que he aprendido en este camino que ya está empezando a ser largo. Este año no quiero que sea menos...
Hoy cumplo 59 años y, tal vez, si Dios lo quiere, no se me escapa que hay una perspectiva superior, este sea el último año que esté en la escuela.
El año pasado, todavía me pregunto por qué, quise celebrar mi cumpleaños con lo que yo llamo mi “clan familiar”. Pudimos reunirnos dieciséis personas de tres generaciones y, sencillamente, fui feliz. A causa de la pandemia, no hemos podido volver a estar todos juntos. Agradezco a Dios que estemos bien y deseo con todo mi corazón que nos permita volver a juntarnos, más temprano que tarde, para celebrar algún feliz acontecimiento.
Fuentes: “Escúchate” de Prem Rawat y “Cómo hacer que te pasen cosas buenas” de Marian Rojas Estapé.La vida, que es un regalo con fecha de caducidad, es el activo más grande que poseerá jamás cualquier ser humano.
Cada mañana, al levantarme, suelo decir: “¡Estoy viva, gracias!” y veo con claridad la oportunidad que se me da de vivir en este asombroso planeta, con todas las posibilidades que ello conlleva. Siento la fuerza vital latiendo en mí y suena dentro de mi corazón una canción de gratitud única e irrepetible como lo son cada una de los miles de millones de personas sobre la faz de la Tierra.
Mi gratitud por la vida es el punto de encuentro de mi pasado y mi presente. Doy las gracias por lo que tengo y siempre elijo aceptar, experimentar y apreciar las cosas como son. Eso no significa que no tenga aspiraciones, deseos y sueños.
No suelo perder mucho tiempo haciendo cuentas de mis males y de las cosas que me hacen sufrir. Suelo hacer inventario de mis bienes y agradezco lo mucho bueno que poseo viviendo, así, con mayor alegría y optimismo.
¿Debería estar agradecida por el sufrimiento? ¿Y si te dijera que mi sufrimiento ha sido la vía de entrada a mi felicidad y que me ha hecho ser mejor persona?
Cuando, a lo largo de mi vida me he topado con el sufrimiento, me han surgido, como a cualquier persona, las preguntas: ¿qué malo he hecho yo para merecer esto?, ¿por qué lo permite Dios?... No creas que me ha resultado fácil reconocer el sentido de mi sufrimiento.
El sufrimiento me ha empujado a clarificar el sentido de mi vida, de mis convicciones más profundas y, al diluir mis máscaras y apariencias, ha hecho que surja mi verdadero yo. Me ha hecho caer del pedestal y reconocer que necesito la ayuda, el cariño y apoyo de otros; que sola no puedo. Gracias al sufrimiento, reconozco mis limitaciones y he emprendido el camino hacia la sencillez.
El sufrimiento ha reforzado mi solidaridad, la empatía con el dolor ajeno, el acercamiento al alma de otras personas liberándome, así, de mucho de mi egoísmo. Me ha conducido a la madurez de mi personalidad, a la entrega a los demás, al conocimiento de mí misma y me ha llevado a crear a mi alrededor un lugar acogedor para vivir.
El sufrimiento ha transformado mi corazón y cuando descubres que el amor es el único antídoto para el sufrimiento, tu vida cambia, se ilumina… y esa luz se transmite.
- Al otro lado de mi “caja de cristal” (2020)
- Mis personajes y yo (2019)
- Vivir en otra dimensión (2018)
- Yo confieso... (2017)
- No me canso de buscarte (2016)
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