“Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también unos a otros”.
Juan 13, 34
Fuente: “Ser feliz es fácil” de Borja Vilaseca.
A lo largo de la historia todos los grandes sabios están de acuerdo en que el amor es la manifestación más elevada de lo que es verdadero en la vida.
Los filósofos de la Antigua Grecia identificaron tres formas distintas de vivir y manifestar el amor: “philia” (amor fraternal) “eros” (amor romántico y pasional) y “agápē” (amor puro, altruista e incondicional).
En latín la palabra “caritas”, aunque se usa para referirse al amor cristiano, se considera un equivalente de “agápē” y se refiere al amor espiritual que Dios tiene hacia la humanidad y el que los cristianos aspiran a tener hacia Dios y hacia los demás.
El amor ágape se caracteriza por ser un amor desinteresado y altruista que no busca beneficios propios, sino el bienestar de la persona amada.
Este tipo de amor no depende de la conducta o el comportamiento del otro, sino que se basa en la aceptación incondicional, incluso en presencia de imperfecciones. Implica una entrega total y no busca reciprocidad. Se enfoca en la acción de amar, independientemente de la respuesta.
Esta entrada es una invitación para que cultives el amor ágape porque este es el amor que te lleva a salir de ti mismo, del encarcelamiento del yo. Cuando amas de este modo, el ego desaparece desvaneciéndose la frontera ficticia que crees que existe entre tú y todo lo demás. Es entonces cuando comprendes el porqué de “amar al prójimo como a ti mismo” y experimentas una dicha indescriptible.
“El amor es paciente, es servicial;
el amor no tiene envidia,
no es presumido ni orgulloso,
no es grosero ni egoísta,
no se irrita, no lleva cuentas del mal;
el amor no se alegra de la injusticia,
sino que goza con la verdad.
Todo lo excusa, todo lo cree,
todo lo espera, todo lo tolera.
El amor no falla nunca”.
1 Corintios 13, 4-8.
En la medida en que profundizas en tu desarrollo espiritual, terminas dándote cuenta que el amor es tu verdadera naturaleza. Es lo que eres en esencia. Fundamentalmente estás hecho de amor. El verdadero propósito de la vida es aprender a amar de esta manera.
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