«Lo que te voy a decir no será fácil de escuchar, pero, si estás pasando por esto, lo necesitas.
No puedes salvar a tus padres ni a tus hermanos. No puedes cambiar sus hábitos y hacer que vean lo que no quieren o no pueden ver. Entiende que no todos quieren cambiar, aunque estén en una mala situación según tu parecer. No puedes ayudar a alguien que no quiere cambiar, pero sí puedes arruinar tu vida intentándolo.
Tú decidiste cambiar y eso está muy bien. Crea tus propias relaciones saludables, un hogar saludable con hijos saludables y así romperás el ciclo. Esa es la mejor forma de honrar a tus padres. Podemos respetar a nuestros parientes aceptándolos en el lugar en el que se encuentran y podemos también amarnos y respetarnos a nosotros mismos conociendo nuestros límites y dejando ese deseo de salvarlos.
La sangre solo hace parientes. El amor hace familias. Un pariente tóxico puede hacer mucho daño solo con la única intención de que no avances.
No es la sangre, es el respeto, el apoyo, la confianza, el sacrificio, la honestidad, el compromiso, el amor y la lealtad lo que te hace familia».
En la publicación, clr.emilcesuarez hace el siguiente comentario:«Es cierto que a veces nos encontramos en situaciones en las que deseamos ayudar a alguien, pero esa persona no está dispuesta o no puede recibir nuestra ayuda. A veces, incluso cuando tenemos una relación cercana con alguien, debemos reconocer que hay límites en nuestra capacidad de empatía. Es natural sentir dolor al ver a alguien que se está dañando o perjudicando, pero también debemos recordar que nuestro propio cuidado y bienestar son fundamentales.
El amor propio es crucial en estas circunstancias. Debemos ser empáticos con nosotros mismos y reconocer que no podemos salvar a todos. A veces, la mejor manera de ayudar es cuidar de nosotros mismos y establecer límites saludables.
Siempre es válido corregir y mejorar nuestras acciones si es necesario. Aprender y crecer es parte de la experiencia humana».
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