Cuando un cuerpo extraño (un parásito, un gusano o cualquier otro organismo perforador) se introduce en el órgano del interior de la ostra denominado manto y no puede ser expulsado, éste reacciona, para protegerse de la agresión, “encapsulando” al invasor y recubriéndolo con una sustancia, mezcla de cristales de carbonato de calcio y una proteína llamada conchiolina, conocida como nácar. Al cabo de un período variable, el cuerpo extraño termina cubierto por capas de nácar formando una perla.
Existe el mito de que esta reacción puede provocarla un grano de arena, pero es totalmente falso pues la conchiolina y el nácar no se adhieren a sustancias inorgánicas.
Una perla, considerada una joya de gran valor, es el producto de un “problema” contrarrestado con un proceso natural. Aquello que nos agrede y nos “irrita”, puede ser envuelto con capas de aprendizaje que no solo neutralizan el problema, sino que nos enriquecen como seres humanos.
Las perlas
Fuente: “Reflexiones para el alma” de José Luis Prieto.
«Qué hermosas son las perlas... aun así, debemos saber que son producto del dolor.
Toda perla es la consecuencia de una ostra que ha sido herida por un grano de arena que ha entrado en su interior. Una ostra que no ha sido herida no puede producir perlas.
En la parte interna de la ostra se encuentra una sustancia llamada “nácar” y cuando un grano de arena penetra en la ostra, ésta lo recubre con capas de nácar para protegerse. Como resultado, se va formando una hermosa y brillante perla.
¿Te has sentido herido por las palabras, o actitudes de alguien?
¿Has sido acusado de decir cosas que nunca has dicho?
¿Han sido tus ideas rechazadas o ridiculizadas?
¿Te han culpado de haber hecho algo que jamás hiciste?
¿Tu actitud frente a ciertas situaciones, se malinterpreta?
¿Has sufrido alguna vez los golpes de la indiferencia?
¿Te han herido precisamente aquellas personas que menos esperabas?
¿No te valoran como realmente lo mereces?
Entonces, perdona y haz de tu herida una perla. Cubre tus heridas con varias capas de amor, recuerda que cuanto más cubierta esté tu herida, menos dolor sentirás.
Por el contrario, si no la cubres de amor, esa herida permanecerá abierta, te dolerá más y más cada día, se infectará con el resentimiento y la amargura y peor aún, nunca cicatrizará.
En nuestra sociedad, podemos ver muchas “ostras vacías” no porque no hayan sido heridas, sino porque no supieron perdonar, comprender y transformar el dolor en una perla».
Una perla es... una herida sanada por el amor.
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