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miércoles, 26 de octubre de 2011

Propiedades del dinero

Para esta entrada, he seleccionado dos fragmentos de la obra de dos grandes genios de la literatura española: Juan Ruiz, Arcipreste de Hita y Francisco de Quevedo.

Ambos describieron con su afilado ingenio el poder del dinero. Mucho ha llovido desde entonces y, sin duda, se han producido grandes cambios en el mundo, pero, por los siglos de los siglos, el “tanto tienes, tanto vales” sigue totalmente vigente.

Juan Ruiz, arcipreste de Hita, escritor del “Libro de buen amor”, es la figura capital del Mester de Clerecía en el siglo XIV. Los datos que de él se conocen, vienen principalmente de las propias estrofas de su obra.

Parece ser que Juan Ruiz nació en el año 1283 en una localidad llamada Alcalá, suponiendo algunos que se trata de Alcalá de Henares (Madrid) y otros Alcalá la Real (Jaén).

Ocupó el cargo de Arcipreste en Hita, una población situada actualmente en la provincia de Guadalajara.

Se cree que pudo estar en prisión entre 1330 y 1343 por mandato del Arzobispo de Toledo, Don Gil de Albornoz, como así se indica en sus propios textos.

Fue en la cárcel en donde Juan Ruiz redactó el famoso “Libro del buen amor”, una obra escrita mayoritariamente en cuaderna vía (cuatro versos de 14 sílabas que riman entre sí). Se trata de un libro escrito casi todo él en primera persona, de carácter muy heterogéneo. Alternan las partes líricas con las narrativas y las sagradas con las profanas.

Por sus versos, suponemos que Juan Ruiz debió ser un hombre jovial, de gran vitalidad que debió llevar una vida desordenada y que fue amigo de actividades poco en consonancia con su condición eclesiástica.

A través de estas diversas peripecias autobiográficas, se aprecia su amplia cultura y su perspicaz sátira, convirtiendo a este libro en una de las cimas de la literatura española.

La fecha exacta de su fallecimiento se desconoce, pero se supone que debió de morir en 1350, ya que en ese año ocupó el cargo de Arcipreste de Hita un clérigo llamado Pedro Fernández.

El fragmento seleccionado del “Libro de Buen Amor”, desde la estrofa 490 a la 514, fue editado en la colección “Odres Nuevos” —clásicos medievales en castellano actual— de la editorial Castalia.

Paco Ibáñez le puso música y la canción se grabó con el título “Lo que puede el dinero” en 1969 en su disco “Paco Ibáñez 3”.

 “Lo que puede el dinero”. Paco Ibáñez.

«Hace mucho el dinero, mucho se le ha de amar;
al torpe hace discreto, hombre de respetar,
hace correr al cojo, al mudo le hace hablar;
el que no tiene manos bien lo quiere tomar.

Aun al hombre necio y rudo labrador
dineros le convierten en hidalgo doctor;
cuanto más rico es uno, más grande es su valor,
quien no tiene dineros no es de sí señor.

Si tuvieres dinero tendrás consolación,
placeres y alegrías y del Papa ración,
ganarás Paraíso, ganarás salvación:
donde hay mucho dinero hay mucha bendición.

Yo vi en corte de Roma, do está la Santidad,
que todos al dinero tratan con humildad,
con grandes reverencias, con gran solemnidad;
todos a él se humillan como a la Majestad.

Creaba los priores, los obispos, abades,
arzobispos, doctores, patriarcas, potestades;
a los clérigos necios dábales dignidades,
de verdad hace mentiras; de mentiras, verdades.

Hacía muchos clérigos y muchos ordenados,
muchos monjes y monjas, religiosos sagrados,
el dinero les daba por bien examinados:
a los pobres decían que no eran ilustrados.

Ganaba los juicios, daba mala sentencia,
es del mal abogado segura mantenencia,
con tener malos pleitos y hacer mala avenencia:
al fin, con los dineros se borra penitencia.

El dinero quebranta las prisiones dañosas,
rompe cepos y grillos, cadenas peligrosas;
al que no da dinero le ponen las esposas.
¡Hace por todo el mundo cosas maravillosas!

He visto maravillas donde mucho se usaba:
al condenado a muerte la vida le otorgaba,
a otros inocentes, muy luego los mataba;
muchas almas perdía, muchas almas salvaba.

Hace perder al pobre su cabaña y su viña,
sus muebles y raíces, todo lo desaliña;
por todo el mundo anda su sarna. y su tiña;
donde el dinero juega allí el ojo guiña.

El hace caballeros de necios aldeanos,
condes y ricos hombres de unos cuantos villanos,
con el dinero andan los hombres muy lozanos,
cuantos hay en el mundo le besan hoy las manos.

Vi que tiene el dinero las mayores moradas,
altas y muy costosas, hermosas y pintadas;
castillos, heredades y villas torreadas
al dinero servían, por él eran compradas.

Comía los manjares de diversas naturas,
vestía nobles paños, doradas vestiduras,
muchas joyas preciosas, bagatelas y holguras,
ornamentos extraños, nobles cabalgaduras.

Yo he visto a muchos monjes en sus predicaciones
denostar al dinero y a las sus tentaciones,
pero, al fin, por dinero otorgan los perdones,
absuelven los ayunos y ofrecen oraciones.

Aunque siempre lo insultan los monjes por las plazas,
guárdanlo en el convento, en vasijas y en tazas,
tapan con el dinero agujeros, hilazas;
más escondrijos tienen que tordos y picazas.

Dicen frailes y clérigos que aman a Dios servir,
mas si huelen que el rico está para morir
y oyen que su dinero empieza a retiñir,
por quién ha de cogerlo empiezan a reñir.

Clérigos, monjes, frailes no toman los dineros,
pero guiñan el ojo hacia los herederos
y aceptan donativos sus hombres despenseros;
mas si se dicen pobres, ¿para qué tesoreros?

Allí están esperando el más rico madero;
al que aún vive recitan responsos, ¡mal agüero!
Cual los cuervos al asno le desuellan el cuero:
—¡Cras, cras, le llevaremos, que ya es nuestro por fuero!

Toda mujer del mundo, aunque dama de alteza,
págase del dinero y de mucha riqueza,
nunca he visto una hermosa que quisiera pobreza:
donde hay mucho dinero allí está la nobleza.

El dinero es alcalde y juez muy alabado,
es muy buen consejero y sutil abogado,
alguacil y merino, enérgico, esforzado;
de todos los oficios es gran apoderado.

En resumen lo digo, entiéndelo mejor:
el dinero es del mundo el gran agitador,
hace señor al siervo y siervo hace al señor;
toda cosa del siglo se hace por su amor.

Por dineros se muda el mundo y su manera
toda mujer cuando algo desea es zalamera,
por joyas y dineros andará a la carrera;
el dar quebranta peñas, hiende dura madera.

Deshace fuerte muro y derriba gran torre,
los cuidados y apuros el dinero socorre,
hace que del esclavo la esclavitud se borre;
de aquel que nada tiene, el caballo no corre.

Las cosas que son graves hácelas de ligero;
por tanto, con la vieja sé franco y lisonjero,
ya sea poco o mucho, no vaya sin logrero:
no me pago de chanzas donde no anda el dinero.

Si no le dieras nada, cosa mucha ni poca,
sé franco de palabra, sin decir frase loca;
si no hay miel en la orza, que la haya en la boca;
mercader que esto hace vende bien y bien troca».

Francisco de Quevedo (1580–1645), fue un escritor español del Siglo de Oro. Se trata de uno de los autores más destacados de la historia de la literatura española. Su personalidad literaria resulta muy compleja: se unen en él el moralista riguroso, el satírico de afilado ingenio, el lírico de pureza exquisita, unas veces, y chocarrero otras, y el escritor político de visión clara.

Como poeta, compuso multitud de poemas filosóficos, burlescos y satíricos.

Como prosista, son eminentes su tratado político “Marco Bruto” y sus fantasías morales y satíricas tituladas “Los sueños”. Sólo escribió una obra narrativa: “El Buscón”, una novela picaresca.

Paco Ibáñez puso música al poema de Quevedo “Poderoso caballero es don dinero”. La canción se grabó con el título “Don dinero” en 1967 en el disco “Paco Ibáñez 2”.

 “Don dinero”. Paco Ibáñez.
«Madre, yo al oro me humillo,
él es mi amante y mi amado,
pues de puro enamorado
de continuo anda amarillo;
que pues, doblón o sencillo,
hace todo cuanto quiero,
poderoso caballero
es don Dinero.

Nace en las Indias honrado
donde el mundo le acompaña;
viene a morir en España
y es en Génova enterrado;
y pues quien le trae al lado
es hermoso aunque sea fiero,
poderoso caballero
es don Dinero.

Es galán y es como un oro;
tiene quebrado el color,
persona de gran valor,
tan cristiano como moro;
pues que da y quita el decoro
y quebranta cualquier fuero,
poderoso caballero
es don Dinero.

Son sus padres principales,
y es de noble descendiente,
porque en las venas de oriente
todas las sangres son reales;
y pues es quien hace iguales
al duque y al ganadero,
poderoso caballero
es don Dinero.

Mas ¿a quién no maravilla
ver en su gloria sin tasa
que es lo menos de su casa
doña Blanca de Castilla?
Pero, pues da al bajo silla
y al cobarde hace guerrero,
poderoso caballero
es don Dinero.

Sus escudos de armas nobles
son siempre tan principales,
que sin sus escudos reales
no hay escudos de armas dobles;
y pues a los mismos robles
da codicia su minero,
poderoso caballero
es don Dinero.

Por importar en los tratos
y dar tan buenos consejos,
en las casas de los viejos
gatos le guardan de gatos;
y pues él rompe recatos
y ablanda al juez más severo,
poderoso caballero
es don Dinero.

Y es tanta su majestad,
aunque son sus duelos hartos,
que con haberle hecho cuartos,
no pierde su autoridad;
pero, pues da calidad
al noble y al pordiosero,
poderoso caballero
es don Dinero.

Nunca vi damas ingratas
a su gusto y afición,
que a las caras de un doblón
hacen sus caras baratas;
y pues hace las bravatas
desde una bolsa de cuero,
poderoso caballero
es don Dinero.

Más valen en cualquier tierra
mirad si es harto sagaz,
sus escudos en la paz,
que rodelas en la guerra;
y pues al pobre le entierra
y hace propio al forastero,
poderoso caballero
es don Dinero».

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