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domingo, 6 de mayo de 2012

Qué no daría yo

Cuando mi memoria, no sé por qué, aunque aparentemente lo hace de forma caprichosa, rescata del olvido expresiones o gestos que identifico con personas a las que he amado, o mejor, que sigo amando, pero que ya no están conmigo, siento una gran alegría: me recreo desempolvándolos junto a mis recuerdos y los hago míos introduciéndolos en mi lenguaje cotidiano y al hacerlo, es como si conectara con mis raíces y fluyera una red de energía que acaricia mi alma y me une a ellas.

Tal vez tú lo entiendas. ¡Qué no daría yo…!

Hay un correo electrónico que conservo de forma muy especial, porque, desde la nostalgia, siempre que lo leo arranca en mí una sonrisa: se trata de frases que hemos escuchado de boca de nuestras madres y que con el paso de los años nos hemos sorprendido pronunciándolas en más de una ocasión.

«Mi madre me enseñó a apreciar un trabajo bien hecho:

“Si os vais a matar, hacedlo fuera que acabo de terminar de limpiar”.

Mi madre se preocupó por mi formación religiosa:

“Reza para que esta mancha salga de la alfombra”.

Mi madre me enseñó a razonar:

“Porque yo lo digo, por eso… y punto”.

Mi madre me enseñó el camino hacia la rectitud:

“Como te dé un tortazo te voy a poner más derecha que una vela”.

Mi madre me enseñó a ser ahorrativa:

“¡Guárdate las lágrimas para cuando yo me muera!”.

Mi madre me enseñó a tener fuerza de voluntad:

“Te vas a quedar sentada hasta que te comas todo”.

Mi madre me enseñó a ser comedida al hablar:

“¡Te he dicho un millón de veces que no seas exagerada!”.

Mi madre me enseñó lo que era la ironía:

“Tú sigue llorando y verás cómo te voy a dar una razón para que llores de verdad”.

Mi madre me enseñó un montón de habilidades:

- Contorsionismo:

“¡Mira qué sucio tienes el cogote!”.

- Ósmosis:

“Cierra la boca y come”.

- Ventriloquia:

“Cállate y dime: ¿por qué lo hiciste?”.

Mi madre me enseñó a modificar mis patrones de comportamiento:

“Eres igual que tu padre...”.

Mi madre me enseñó Geografía de España:

“¡Como sigáis así, a ti te voy a mandar a Cádiz y a tu hermano a La Coruña!”.

Mi madre me enseñó Lógica:

“Mamá, ¿qué hay de comer? —¡Comida!”

Mi madre me enseñó Biología:

“¡Tienes menos cerebro que un mosquito!”.

Mi madre me enseñó a descifrar el lenguaje encriptado:

“No me, no me… que te, que te...”».

“Qué no daría yo”. Pastora Soler


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