Una bella historia cuenta que el sabio Confucio invitó a uno de sus discípulos a caminar por el bosque. Mientras el maestro paseaba grata y distraídamente, observando árboles, plantas y animales, su joven discípulo se mostraba inquieto, pues no tenía ni idea de adónde se dirigían. Nervioso, rompió su silencio y le preguntó: “Pero ¿adónde vamos?”. Confucio, con una sonrisa y con amabilidad, le contestó: “Ya estamos”.
Continuaron paseando. Mientras el maestro cogía moras silvestres y las degustaba en silencio, el discípulo le preguntó si había espíritu o no y si cuando alguien muere sigue existiendo en alguna parte. El maestro le dirigió una severa mirada y dijo: “Yo estoy en el presente comiendo estas jugosas moras y tú, cual estúpido, más allá de la muerte”.
Avanzaron y el discípulo volvió a preguntar: “Maestro ¿hay un ser supremo que creó el mundo o todo es producto de la casualidad?”. El maestro contestó: “¿Estás escuchando el rumor del arroyo?”. El discípulo reconoció que no lo estaba haciendo. Entonces Confucio le indicó que se dirigiera a alguien que le llenara de ideas la cabeza y le permitiera a él seguir escuchando el rumor del arroyo.
- Cerrando círculos
- Coleccionar buenos recuerdos
- Cómo recordar el pasado
- Las dos bolsas
- Libérate de las cadenas del pasado
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