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sábado, 20 de enero de 2024

Las sandalias negras

La autora del relato conocido como “Las sandalias negras” es la puertorriqueña Marisel Hilerio Rivera. El 29 septiembre de 2018 lo publicó en su página personal de Facebook. Lo que, en principio, era un escrito sobre una experiencia personal que ni siquiera tenía título, se hizo viral y se extendió con una rapidez vertiginosa por todas las redes sociales. La gente le puso título, hizo vídeos con el relato y lo atribuyó, durante un tiempo, a Gabriel García Márquez hasta que, finalmente, se reconoció su autoría.

Se trata de una conmovedora historia sobre la necesidad de vivir disfrutando del presente sin dejar para mañana lo que se pueda hacer hoy. Las reflexiones surgen cuando la autora acude al entierrro de un familiar en el cementerio.

Para esta entrada he hecho una adaptación del relato original que puede verse, siguiendo el enlace, en su página personal de Facebook.

La última vez que le regalé unos zapatos a mi madre fueron unas sandalias negras. Las estrenó al día siguiente. Cuando la vi me sorprendí, pues yo se las había comprado para “un día especial”. Le pregunté que por qué las había estrenado tan pronto y me dijo: “¿Y si me muero mañana? Las estrenaría otra persona… ¡Son para usarlas ahora!”.

Dos meses después, mi madre falleció.

Pasamos la vida esperando el día especial y el momento adecuado para estrenar algo, pero, como solo se vive una vez, en realidad, todos los días son especiales.

Hoy he vuelto a acordarme de las sandalias negras de mi madre y me he ido enredando en un mar de preguntas:

¿Cuánta gente murió sin decir y hacer lo que quería, sin pedir perdón, sin regresar a algún lugar?

¿Cuántos amores no se llevaron a cabo por esperar a decir “te quiero”?

¿Cuántos matrimonios se rompieron porque ninguno fue el primero en pedir perdón?

¿Cuántos amigos dejaron de hablarse por un mal entendido?

¿Cuántas familias dejaron de reunirse porque no encontraron un día para hacerlo?

¿Cuántos sueños dejaron de realizarse esperando una mejor ocasión?

¿Cuántas personas honestas alejamos de nuestra vida porque fueron sinceras con nosotros y no nos gustó lo que nos dijeron?

Y si no llegara mañana…

¿Qué dejamos sin estrenar?

¿Qué palabras dejamos sin pronunciar?

¿Con qué perdón nos quedamos en el corazón?

¿A quién le debemos una explicación?

¿A quién debemos dar una oportunidad?

¿A quién debemos cerrarle la puerta sin mirar nunca hacia atrás?

¿Qué aventuras dejamos sin vivir?

Guardamos sin estrenar palabras, sentimientos, sueños… Por miedo a fracasar, por vergüenza, por orgullo…

Y, así, esperando a mañana, vamos acallando los latidos de nuestro corazón, pero mañana es solo una esperanza que quizás no llegue. Solo tenemos el hoy.

Hoy hay que estrenar los zapatos, luchar por lo que amamos, por nuestros sueños. Cada mañana, cuando abrimos los ojos al nuevo día, se nos brinda la oportunidad de luchar por lo que amamos, por nuestros sueños y, aunque nos equivoquemos, siempre podemos intentarlo de nuevo.

Hoy estuve en el cementerio y pasé, de lejos, sin detenerme para no llorar, por la tumba de mi madre. Hoy iba a estrenar unos zapatos, pero, como estaba lloviendo, no me los puse para que no se mojaran… y me acordé de sus sandalias negras…

–¿Y qué si se mojan los zapatos? ¡Que se sequen!

–¿Y qué si se rompen? ¡Los usé!

Hoy, ahora, es un buen día para estrenar los zapatos, para comenzar a hacer realidad mis sueños.

–¿Y qué si no funciona? ¡Lo intenté!

¿Qué estamos dejando de estrenar? ¿Qué estamos esperando para hacerlo?


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