Todo el mundo está de acuerdo en reconocer la importancia del alimento, de su calidad, de su frescor, pero ¿cuántos saben que todavía es más importante saber cómo comer? La mayoría se pasan las comidas discutiendo, gesticulando, peleándose, y en medio de todo eso, de vez en cuando se llevan un bocado a la boca. No ven en eso nada anormal, creen que en cualquier condición su organismo se encargará de recibir y de seleccionar los elementos necesarios para su buen funcionamiento. Pues no, se equivocan: todo tipo de problemas de hígado, de estómago, de intestinos o del sistema nervioso provienen de las condiciones en las que estamos habituados a comer. Alguno dirá: “¡Pero yo siempre he tenido una excelente digestión!”. Tanto mejor, ¿pero cuánto tiempo va a durar eso?...
Y hay que saber también que el alimento contiene unas fuerzas y unos elementos sutiles que solo una nutrición consciente nos permite recibir. Estos elementos, que pertenecen al plano etérico, al plano astral e incluso al plano mental, pueden ayudarnos a mejorar nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, todo nuestro comportamiento. Pero solo si asociamos la conciencia al acto de comer.
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