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miércoles, 26 de noviembre de 2025

Lidiar con el ego ajeno

“Dos no se pelean si uno no quiere”.
Proverbio español



Fuente: “Ser feliz es fácil” de Borja Vilaseca.

Más allá de cuidarte a ti mismo, para ser feliz es fundamental que aprendas a relacionarte sabiamente con los demás. Sería maravilloso que solamente nos rodeáramos de personas conscientes, felices y amorosas con quienes mantener vínculos plenamente satisfactorios, pero la realidad es muy distinta y en muchas ocasiones tenemos que lidiar con “personas descentradas”, es decir, seres humanos excesivamente identificados con el ego, atrapados en sus neurosis mentales, gobernados por emociones reactivas y presos de comportamientos disfuncionales que los condenan a malvivir. Son las personas que, al definir su personalidad, etiquetamos como “difíciles”, “complicadas”, “tóxicas” o “narcisistas”.

Debido a sus conflictos internos no resueltos estas personas buscan provocarte para hacerte reaccionar y tener así excusas para canalizar contigo su malestar. Recuerda que, al estar cegadas por el yo, es imposible que hagan autocrítica y asuman su parte de responsabilidad y mucho menos que estén abiertas para dialogar y razonar contigo de forma madura y constructiva.

Lo único que puedes hacer es, sin que se dé cuenta, torear su ego, es decir, lidiar con estos individuos de tal manera que no te ofendas por lo que digan o hagan y, a su vez, no hacer ni decir nada que pueda ofenderlos. Para ello, es fundamental que lleves a cabo tres estrategias de imperturbabilidad:

- La primera consiste en evitar tomarte lo que diga de forma personal. Tu mayor reto es no sentirte atacado ni agredido, que es precisamente el objetivo de la persona descentrada. No te quedes con el contenido de lo que dice ni con su forma de expresarse. Parece que quiere hacerte daño, pero, en el fondo, está siendo víctima y verdugo de su malestar interior. Son seres humanos heridos y en guerra consigo mismo. Al escuchar de este modo no solo muestras compasión, sino que evitas ser arrastrado por su turbulencia emocional.

Es absurdo tratar de tranquilizar a la persona descentrada, darle tu opinión, entrar en discusión u ofrecerle algún consejo. Guarda silencio y respira conscientemente. Deja que el otro exprese su frustración mientras tú permaneces sereno e impasible.

Cualquier cosa que digas la recibirá de malas formas y acabará usándola en tu contra. Como mucho, valida sus emociones de manera neutral, aunque no estés de acuerdo con lo que dice. Sorprendentemente, cuando la otra persona siente que su desahogo es escuchado y aceptado —sin resistencia ni juicio—, su tormenta emocional empieza a calmarse. Así es como se alivia su sufrimiento.

- La segunda estrategia consiste en darle pases para que el otro hable de lo que le haga sentir bien. Ni se te ocurra sacar algún tema que pueda incomodarlo, cuestionarlo o confrontar su sistema de creencias. Eso tan solo provocaría una reacción airada por su parte, poniéndote en una delicada situación. Las personas descentradas suelen ser muy dogmáticas e intransigentes: están convencidas de que su forma de pensar es la forma de pensar correcta y que quien piensa de manera diferente está equivocado. Son incapaces de respetar cualquier opinión o punto de vista distinto al suyo. Tienden a tomárselo como un ataque personal y no dudan en volcar toda su ira contra ti.

- La tercera estrategia consiste en no compartir información que sepas puede despertar el ego de tu interlocutor. A ti te gustaría mostrarte honesto, vulnerable y auténtico porque sabes que es la única forma de conectar genuinamente con otro ser humano, sin embargo, actuando de este modo solo vas a conseguir entrar en conflicto con la persona descentrada, la cual es incapaz de aceptar y sostener cualquier idea que difiera de su neurótica narrativa mental. Así es como te ahorras un conflicto que no beneficiaría a ninguno de los dos.

Salir airoso de un encuentro con una persona descentrada no es fácil. Implica domar al propio ego, que suele tener la pulsión de sentirse juzgado, expresar lo que piensa y tener la razón. Cada vez que consigues no perturbarte ni entrar en conflicto con este tipo de individuos es una victoria sobre ti mismo. Eso sí, en caso de sucumbir, no te machaques y sigue practicando. Llegará un día en el que incluso disfrutarás de torear el ego ajeno, sabiendo que nada ni nadie pueden hacerte perder tu paz interior.


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