Un discípulo llegó a lomos de su camello ante la tienda de su maestro sufí. Desmontó, entró en la tienda, hizo una profunda reverencia y dijo:
“Tengo tan gran confianza en Dios que he dejado suelto a mi camello ahí fuera, porque estoy convencido de que Dios protege los intereses de los que le aman”.
“¡Pues sal afuera y ata a tu camello, estúpido!”, le dijo el maestro. “Dios no puede ocuparse de hacer en tu lugar lo que eres perfectamente capaz de hacer por ti mismo”.
Un hombre se perdió en el desierto. Y más tarde refiriendo su experiencia a sus amigos, les contó cómo absolutamente desesperado, se había puesto de rodillas y había implorado la ayuda de Dios.
“¿Y respondió Dios a tu plegaria?”, le preguntaron.
“¡Oh, no! Antes de que pudiera hacerlo, apareció un explorador y me indicó el camino”.
- Buscar en lugar equivocado
- Dios no necesita intermediarios
- Estoy ahí fuera
- La mejor oración
- Peregrinar al propio corazón
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