«Cuando queráis ir por la mañana a ver la salida de sol, pensad en prepararos ya desde el día anterior. Y cuando os pongáis en camino, mantened muy presente en vuestra cabeza la convicción de que no solo vais al encuentro de la aurora, sino que vais también a participar en un acontecimiento formidable que se produce en el universo.
¿Hay algo más bello y más esencial que el nacimiento del día? Diréis que vuestra presencia no cambiará nada, que el sol saldrá tanto si estáis vosotros como si no. Es verdad, el sol no necesita de vosotros para aparecer en el horizonte. Pero sois vosotros los que tenéis necesidad de él, porque existe una relación entre los acontecimientos de la naturaleza y los de vuestra vida interior.
Cuando sepáis cómo mirar al sol cuando sale, en el instante en que brota el primer rayo, sentiréis todos los poderes puros y luminosos que entran en acción, y comprenderéis lo importante que es trabajar con ellos para que el día se despierte también en vuestra conciencia».
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