Actualmente se habla mucho del “síndrome de Peter Pan” para hacer referencia a personas con dificultades para crecer. Fuimos creados para desarrollarnos, crecer y avanzar. No crecer es morir antes de tiempo.
La evolución de la vida del ser humano podríamos compararla con un arco que incluye la niñez, la adolescencia, la juventud, la edad adulta y la vejez. La mayoría de las personas piensa que hay una etapa óptima en sus vidas, que es la juventud, y que después viene, indefectiblemente, el declive. Son personas que siembran en la primera mitad de su vida para luego cosechar y se imaginan de mayores con una caña y pescando.
Sin embargo, también es posible ver la vida desde otra perspectiva: como una escalera. Imaginemos que somos como una luz que va en aumento. Es decir, que vamos creciendo a medida que pasan los años. Esta visión nos transmite el mensaje de que, más allá del deterioro físico que todos tengamos a partir de los cuarenta años, interiormente podemos seguir creciendo.
Uno de los principios fundamentales para crecer y desarrollar nuestra fuerza interior es la capacidad de mirarnos a nosotros mismos, conocida como introspección. Mirarme a mí mismo me permite saber qué estoy pensando, cómo estoy funcionando, en qué áreas me está yendo bien y en cuáles me está yendo mal.
Esa capacidad de mirar hacia dentro nos conduce a un gran descubrimiento: que en nuestro interior existe una caja llena de recursos extraordinarios y fortalezas, que, seguramente, ya empleamos en alguna situación de crisis que atravesamos en el pasado. Esos recursos están allí. Solo tenemos que reconocerlos y volver a hacer uso de ellos para adquirir fuerza interior y disfrutar de la apasionante aventura de la vida, lo cual significa seguir creciendo.
- El poder de regeneración
- El camino despejado
- El poder está en tu interior
- El poder reside en ti
- El valor de la resiliencia
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