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viernes, 9 de agosto de 2019

Poner palabras al sentido del humor

“Todos los botiquines de urgencias deben incluir una dosis de humor”.


Fuente: “Somos lo que hablamos” de Luis Rojas Marcos.

Echarle un poco de sal a nuestro lenguaje, tanto social como privado, o infundir una dosis de humor y ocurrencia a nuestras palabras son herramientas muy sanas y eficaces para conectarnos con nuestros semejantes y también para proteger nuestro equilibrio emocional en tiempos de crisis.

La función del humor es ayudarnos a percibir la comicidad en nosotros mismos y en las circunstancias confusas o adversas. Ejerce un efecto calmante a la hora de explicarnos situaciones incoherentes o compartirlas con los demás. De hecho, la perspectiva humorística constituye una estrategia para defendernos de la tensión emocional, del miedo y de la ansiedad. Las personas que explican los malos momentos en un lenguaje jocoso los toleran mejor. No cabe duda de que el sentido del humor fomenta las relaciones beneficiosas entre las personas en muchas circunstancias difíciles.

El humor toma a menudo la forma de chistes, esas historias breves, ocurrentes y graciosas que se cuentan para provocar sorpresa y risa en quienes las escuchan. Suelen ser juegos de palabras o conceptos con connotaciones cómicas, con argumentos de doble sentido y una cierta dosis de incoherencia.

Cada cultura tiene su estilo de humor o comicidad, por lo que chistes que se consideran graciosos en una sociedad no lo son en otra. Estos chascarrillos tienen una función social y buscan conectar a la persona que los cuenta con su audiencia provocando hilaridad y risa, ese fruto saludable del sentido del humor.

El beneficio principal del lenguaje del buen humor es que nos alegra la vida y, de paso, también la alarga. Científicamente está demostrado que el sentido del humor ayuda a las personas a afrontar mejor las enfermedades crónicas y, por consiguiente, incrementa su esperanza de vida.

La alegría y la risa se conectan en ambas direcciones: del mismo modo que la alegría produce la risa, la risa también produce en nosotros emociones alegres. De ahí la risoterapia, una práctica muy antigua que busca producir beneficios emocionales por medio de la risa y aprovecha, además, su poder contagioso.


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