El siguiente cuento tiene como protagonista a Birbal, consejero de confianza e íntimo amigo de Akbar, emperador mongol de la India desde 1556 hasta 1605.
Birbal es uno de los personajes más famoso y querido de la India. Es un claro ejemplo de lo que se puede alcanzar en la vida gracias al ingenio. Inteligente, sabio, agudo, astuto y sagaz, tenía el don de resolver todo tipo de enigmas y problemas. Para todo tenía una respuesta.
Birbal es el protagonista de ingeniosos cuentos populares, a menudo humorísticos, de tradición oral, transmitidos de generación en generación, que acaban con una moraleja que nunca deja indiferente. Vendría a ser el equivalente hindú del Nasrudín sufí.
Adaptación del cuento incluido en el libro “Escúchate” de Prem Rawat.
Un día, el emperador Akbar mandó llamar a Birbal, su ministro favorito, porque necesitaba ayuda:
—Birbal, necesito que me busques a cinco idiotas.
—Sí, majestad —contestó el consejero.
Mientras salía de palacio, Birbal iba pensando:
—He dicho que sí a su petición, pero ¿cómo voy a encontrar a cinco idiotas? ¿Por qué he accedido a hacerlo? ¡No va a ser nada fácil!
Birbal dejó a un lado las demás obligaciones y fue a la calle en busca de idiotas. Se preguntaba cómo abordar la tarea, cuando vio a un hombre tendido en el suelo, moviendo las piernas frenéticamente mientras tenía muy separadas las manos.
—¿Qué estás haciendo? —Preguntó Birbal.
—Mi mujer va a cambiar las cortinas del comedor y ha medido la ventana para ver cuánta tela necesita. Me ha pedido que vaya al mercado y compre exactamente esta cantidad —dijo, señalando con la cabeza la distancia que había entre sus manos—, pero me he caído y llevo tiempo en el suelo intentando levantarme sin ayudarme con las manos.
—Creo que he encontrado al primer idiota —pensó Birbal.
Al cabo de aproximadamente una hora, vio a un hombre montado en un burro con un enorme cesto en la cabeza.
—¿Qué está haciendo? —preguntó Birbal.
—Quiero mucho a mi burro y no quiero ponerle encima esta pesada carga, así que la llevo yo en la cabeza.
Birbal estaba encantado. Había encontrado otro idiota.
Empezó a oscurecer y Birbal vio a un hombre a cuatro patas, buscando algo en el suelo.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó Birbal.
—Esta tarde estuve con mis amigos en el bosque —explicó el hombre— y se me perdió el anillo.
—¿Y no debería buscarlo en el bosque? —dijo Birbal.
—¿Está loco? —dijo el hombre—. ¡No hay luz en el bosque a estas horas!
Birbal, muy contento, se frotó las manos.
Al día siguiente, Birbal llevó a los tres hombres ante el emperador y le explicó lo que estaban haciendo cuando se los encontró.
—Birbal, pero yo pedí cinco idiotas —dijo Akbar.
—Señor, el cuarto idiota soy yo por desperdiciar el día de ayer buscando idiotas —respondió Birbal.
—¿Y quién es el quinto idiota? —preguntó el emperador.
Birbal se limitó a sonreír.
Perdemos el tiempo juzgando a otras personas cuando no nos miramos a nosotros mismos.
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