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lunes, 2 de mayo de 2022

La alegría castigada

“Mentes Expertas” es una compañía que, dirigida por Marina Zambrana y Pedro Cornejo, se dedica, desde 2010, a organizar conferencias de motivación, tanto en el ámbito personal como laboral, impartidas por ponentes referentes en coaching, éxito profesional, mindfulness y educación como, por ejemplo, Víctor Küppers, Mario Alonso Puig, Emilio Duró, Marian Rojas, Javier Iriondo, Luis Galindo, Pedro García Aguado y Mar Romera, entre otros.

En esta entrada voy a incluir la reflexión de Mario Alonso Puig, en una entrevista que le hace Marina Zambrana para “Mentes Expertas”, sobre cómo, hoy en día, la alegría parece estar castigada.

No es una transcripción literal. Hago algunas modificaciones para adaptar la entrevista al lenguaje escrito. No obstante, adjunto el enlace a la entrevista original.

«Yo creo que la alegría y el entusiasmo están profundamente castigados. Hoy en día, hay que tener un enorme coraje para moverse por la vida con alegría y entusiasmo, sencillamente por celebrar que estás vivo. Si vas así por la vida, todo el mundo pensará que te ha tocado la lotería porque si no, ¿para qué vas a estar tan contento?

Hay personas que se sienten ofendidas e intimidadas cuando ven a alguien alegre. Esto sucede así y, curiosamente, en la inautenticidad en la que vivimos, decimos:

- ¡Hay que estar alegres! ¡Hay que ser entusiastas!

Las personas que expresan su alegría y entusiasmo, parece que están haciendo algo inadecuado y, sin embargo, es todo lo contrario. Por eso, no deben dejar de hacerlo. Somos los que miramos enjuiciando a estas personas, los que tenemos que cuestionarnos nuestra inadecuada forma de mirarlas.

Ya lo dijo Marianne Williamson: Nuestro miedo más profundo no es que no seamos capaces. Nuestro miedo más profundo es que somos inmensamente poderosos. Es nuestra luz, no nuestra oscuridad, lo que más nos asusta.

Y de esta manera, poco a poco, para ser aceptados por los demás, esa luz interior que todos tenemos y que se expresa en forma de entusiasmo y alegría, se va apagando.

El ser humano no fue puesto en esta tierra para vivir con tristeza, sino para celebrar la vida, pero, al parecer, se nos ha olvidado y cuando la alegría de alguien nos recuerda la luz que hay en nosotros, nos intimida, nos desborda y nos parece demasiado bonito para ser real».


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