—Cuando hablas de la Realidad —dijo el Maestro—, intentas expresar con palabras lo Inexpresable, de manera que lo más seguro es que tus palabras no se entiendan. Del mismo modo, las personas que leen esa expresión de la Realidad que llamamos “Escrituras” se vuelven estúpidas y crueles, porque no siguen la lógica de las Escrituras, sino lo que ellas piensan que dicen las Escrituras.
Y lo ilustraba con una parábola:
«El herrero del pueblo contrató a un aprendiz dispuesto a trabajar duro por poco dinero, y se puso a instruirlo:
—Cuando yo saque la pieza del fuego, la pondré sobre el yunque; y cuando te haga una señal con la cabeza, golpéala con el martillo.
El aprendiz hizo exactamente lo que creía que le habían dicho, y al día siguiente se había convertido en el nuevo herrero del pueblo».
- Enmienda las escrituras
- El empleo de sarcasmos
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- El poder de las palabras
- El problema de las palabras
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