El poder de la palabra es enorme, pues lo que decimos crea diferentes estados emocionales y diferentes realidades. Cualquier ser humano, por fuerte que parezca, puede romperse en cualquier momento. Trátate siempre bien, con respeto, y trata con cariño a todas las personas con las que interactúas, dándote cuenta de que en todos los seres humanos reside la misma esencia sagrada.
Di cosas bonitas a las personas que amas siempre que puedas, y dítelas a ti mismo. Sé amable y cariñoso con los demás. En persona o al otro lado del teléfono, con lenguaje oral o escrito, hay un ser humano que recibe tu mensaje y se ve afectado por él. Sé consciente de que puedes emplear las palabras para la grandeza o la oscuridad y decide siempre utilizarlas para lo primero.
Recuerda que las debilidades de los demás y sus dificultades muchas veces son invisibles para el ojo humano, pero que todo el mundo lo pasa mal. Todas las personas que te rodean están tratando de sacar su vida adelante. Si eres amable con las personas con las que interactúas, las estás ayudando muchísimo. A veces basta con una sonrisa sincera o decir: “¡Qué guapo/a estás!”. Prueba a felicitar a un camarero por su trabajo y verás cómo se ilumina su rostro.
Alégrate siempre del éxito de los demás: un ser humano que ha logrado sacar su vida adelante es siempre motivo de alegría.
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