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sábado, 1 de abril de 2023

La fe de mis mayores

Todas las culturas son, sin duda, el reflejo inagotable de la vida humana. Es bueno ampliar la mirada hacia otras culturas y dejarse enriquecer por ellas, pero sin renunciar a la propia. Hundir las raíces en nuestra tierra y en su historia, aparte de evitar el desarraigo, nos hace caminar con los pies en el suelo mirando al infinito.

En Jaén, mi ciudad, en Semana Santa, tienen lugar numerosas muestras de religiosidad popular y salen a la calle procesiones que conmemoran la pasión, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret. Declarada “Bien de Interés Turístico-Cultural Andaluz” y “Fiesta de Interés Turístico Nacional” está considerada, no porque yo lo diga, una de las más bellas de Andalucía y de España.

Cada cual vive este tipo de manifestaciones a su manera y yo, a pesar de sus connotaciones religiosas, las vivo, desde mi cultura, gozando con todos los sentidos, de las antiguas tradiciones de un pueblo al que siento que pertenezco.

Y así, paso la Semana Santa disfrutando de la belleza, casi siempre barroca, de las imágenes paseando por sus calles, mecidas al compás de marchas procesionales interpretadas por las bandas de música; del “quejío” de las saetas; de los relieves y esculturas de los tronos dorados, plateados o tallados en nobles maderas; de los minuciosos trabajos de orfebrería de los enseres; de las filigranas bordadas en los terciopelos, sedas y rasos; de los delicados encajes; de los aromas de los arreglos florales, la cera ardiendo y el incienso, entremezclados con un aire que ya huele a azahar; de las torrijas, la leche frita, los pestiños y los hornazos y, sobre todo, disfruto de la gente. Gente que se apasiona, que llora, que reza y que, como “cantara” Antonio Machado, sigue pidiendo escaleras para subir a la cruz y echando flores al Jesús de la agonía, que es la fe de mis mayores.

Vídeo promocional de la Semana Santa de Jaén 2023

¿Y cuál es mi fe? Yo no creo en imágenes de madera policromada...

Jesús no se encarnó en la Tierra para redimirnos. No fue crucificado por nuestros pecados. ¿Redimirnos por nuestros pecados contra Dios? Ofender al Padre desde los mundos del tiempo y del espacio es inviable. ¿De qué podría, por ejemplo, redimir el Hombre-Dios a un niño pequeño?

El Hijo del Hombre vivió su propia experiencia en el tiempo y el espacio, una experiencia única, irrepetible e intransferible (como todas). Fue Él quien seleccionó un territorio y una época concretos (como todos) y vivió conforme a esos parámetros terrenales. Se encarnó, entre otras razones, para borrar la oscuridad mental de un tiempo y de futuros tiempos y “recordarnos” que todos somos hijos de un mismo Dios y hemos recibido el inviolable patrimonio de la inmortalidad. Dios es un Padre amoroso que no necesita leyes escritas, ni prohibiciones, ni castigos; que no lleva la cuenta de nuestras obras y al que podemos hablar de tú a tú. Nadie escapa al amor de Dios. Nadie puede ofender a Dios. Somos los humanos los que nos empeñamos en salvar y condenar.


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