Anxo Pérez
Siempre tengo palabras de ánimo para los que me rodean, pero reconozco que otra de mis asignaturas pendientes, empiezo a pensar que como aprendiza de la vida dejo mucho que desear, es expresar, más a menudo, elogios a cuantos me rodean. Es esto algo que me he propuesto conseguir y me he prometido a mí misma.
Una vez más, como en tantas otras cosas, sigo recibiendo lecciones de mi padre, pues su gran generosidad lo convirtió en un maestro del elogio hasta el final de sus días. A diario, fui testigo de ello, “piropeaba” a todas las personas que lo visitaban en el hospital y murió elogiando a todos y cada uno de los miembros de su familia.
No sé por qué estas cosas no se heredan.
Fuente: “Los 88 peldaños del éxito” de Anxo Pérez.
«Piropea más. Y hazlo por dos motivos: porque le alegras la vida a otro, y porque te la alegras a ti mismo.
Toma la palabra “piropear” no solo como sinónimo de “decir un cumplido”, sino como sinónimo de “dar ánimos”. Cuando entres en contacto con alguien que conoces, piensa en todas aquellas cosas sobre esa persona que te resulten bonitas o agradables: sus virtudes, sus aptitudes, sus talentos, sus zapatos, su forma de pensar, su forma de vestir, su forma de caminar, hablar o sonreír, su amabilidad, o algo que ella hizo anteriormente que hubiese llamado tu atención y que puedas comunicarle al encontrártela. Luego sonríe y sencillamente transmítele abiertamente esas palabras mágicas de elogio y ánimo. No hay ninguna persona que, al oír tus palabras, no note un aumento de su felicidad interior de manera casi inmediata.
Si es así y algo tan sencillo tiene un efecto tan instantáneo y positivo, ¿por qué no hacerlo más a menudo? Elogiar es usar la llave que activa la felicidad de los demás. Es bonito tener ese poder, pero solo lo obtienes en función de cuánto lo usas. No usarlo equivale a no tenerlo.
Las críticas te corrigen un defecto. Los ánimos te corrigen diez.
Tan solo ten en cuenta estas dos reglas:
Sé honesto.
Nunca digas un piropo que no creas. Por una parte, es una falta de respeto hacia el otro porque él o ella tiene derecho a exigir tu sinceridad. Por otro, nunca hace falta mentir porque siempre hay algo bonito que decir. Por mucho que tuvieses que buscar, siempre puedes encontrar algo de la otra persona que no te disgusta e incluso te gusta. Céntrate solo en esa parte más positiva y comunícasela sin maquillaje.
Sé creativo.
Los piropos menos comunes son los más recordados.
La virtud de regalar cumplidos está en que su efecto es bidireccional. No solo alegras la vida a los demás, sino también lo haces con la tuya, ya que es otra forma de programar la mente.
Si te conciencias para que, a lo largo del día, en cada situación, a cada persona con la que entables conversación le regales al menos un cumplido honesto, estarás obligando a la mente a convertirse en un radar que no deja de buscar cosas bonitas que decir, y eso la obliga a pensar en positivo, lo cual tiene un beneficio que cierra el círculo y te salpica de nuevo a ti al hacer que tu vida cambie a positivo».
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Yo las uso mucho,pero la gente en general no ¿por qué será?
ResponderEliminarComparto tus ideas sobre el elogio y también la necesidad de que sea sincero. Hay un problema y es el difuso límite entre elogio y adulación. En este sentido el problema también reside en quien lo recibe. Si eres una persona recelosa, desconfiada o castigada por la vida, puedes pensar que te están adulando buscando un beneficio. Algo así se puede resumir en ese pensamiento de "¿qué querrá éste o ésta?. A veces nuestro positivismo y buena intención puede chocar contra esas mentalidades y ser contraproducente. En fin, en la vida todo lo positivo tiene su parte negativa, ahí está la gracia, sin esos polos que se complementan y compensan, la vida demasiado positiva sería aburrida por exceso de felicidad, demasiado almibarada. Una abrazo.
ResponderEliminarSaludos, Chelo. Creo que es tu primer comentario en el blog. Gracias.
ResponderEliminarNo sé por qué la gente, en general, no tiene palabras de elogio con los demás. Yo puedo decirte que a mí me cuesta trabajo, pero, como digo en la entrada, estoy en ello… En mi caso, supongo, es porque tengo un ego más grande que la catedral de Jaén (como ves, haciendo patria…)
¡Cuánto bueno por el blog…! Echaba en falta los agudos comentarios de don Lope…
ResponderEliminarHace tiempo que, en ese sentido, no tengo muy en cuenta a los demás. Si eso es lo que piensan, es problema suyo… y si por esas personas cambio mi forma de actuar, entonces es también problema mío.
En cincuenta y tres años, yo no he conocido a nadie que haya tenido una vida almibarada… No creo que haya un ser humano con una vida demasiado positiva, pero conozco a personas, no muchas, que, cada uno a su manera, intentan disfrutar de la vida, a ser posible con alegría.
Sé que no está de moda decir lo que voy a decir, pero al fin y al cabo son dos frases hechas: para vivir tienes que ser torero y, a veces, coger al toro por los cuernos. Ea, pues que Dios reparta suerte…
Me alegra mucho tu paso por el blog. Un abrazo.