Adaptación de la historia que circula por Internet de la que desconozco su autor/a.
En un pequeño pueblo vivían un hombre rico, un panadero y un carnicero.
Cada domingo, el panadero y el carnicero iban de casa en casa repartiendo, gratis, panes y carne a todas las familias del pueblo.
Con el paso del tiempo se hicieron viejos. Murió el carnicero y unos meses después el panadero. Todos los vecinos del pueblo, tristes y agradecidos, fueron a su entierro. Los hijos de ambos continuaron con el oficio y siguieron repartiendo entre los vecinos pan y carne, gratis, los domingos.
Al año siguiente, el hombre rico enfermó. Ningún vecino del pueblo fue a visitarlo, pues, siendo el más rico del pueblo, nunca había hecho nada por ellos. Su estado de salud se fue deteriorando y, finalmente, murió. Salvo sus familiares más cercanos, nadie fue a su entierro.
Pasado un mes del fallecimiento del hombre rico, los vecinos dejaron de recibir el pan y la carne que recibían gratis. Extrañados, fueron a pedir explicaciones. Los hijos del panadero y del carnicero les hicieron saber que había sido el hombre rico el que había pagado, durante tantos años, el pan y la carne que repartían los domingos y que, incluso, unos pocos días antes de morir, había pagado un mes por adelantado. Ahora, como ya no había nadie que les pagara, habían dejado de hacerlo.
Al conocer la verdad, los vecinos del pueblo se fueron pesarosos y tristes para sus casas. Ahora, ya no podían hacer nada para mostrar al hombre rico ni su gratitud ni su arrepentimiento.
Porque tenemos la mente llena de prejuicios, convencionalismo y toda clase de ideas preconcebidas, se perturba nuestra visión y se distorsiona nuestro discernimiento.
- Conocer antes de juzgar
- Deja de juzgar
- Deja de juzgar (II)
- El cooli de Calcuta
- El paquete de galletas
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