Fuente: “El monje que vendió su Ferrari”. Robin S. Sharma.
No somos seres humanos con una experiencia espiritual. Somos seres espirituales con una experiencia humana. Nuestra vida es una pequeña marca en el lienzo de la eternidad.
Todos estamos aquí por alguna razón especial y se nos han concedido unos dones que pueden ayudarnos a realizar ese propósito. Cada uno de nosotros es un héroe, de un modo u otro.
Tienes un potencial infinito dentro de tu mente. Atrévete a apelar a tu grandeza. Es tu derecho natural.
Serás feliz tan pronto descubras tu propósito y dirijas hacia él todas tus energías. Una vez estés conectado con esta misión, tus deseos se colmarán sin esfuerzo.
Del mismo modo que viniste al mundo sin nada, tendrás que irte de él sin nada. La única cosa que podrás llevarte al final de tu vida es tu conciencia. Escúchala. Ella sabe quién eres y cuál es el propósito de tu vida. Deja que ella te guíe… Ella te dirá que tu vocación es en definitiva servir a los demás de una manera u otra.
Cuando empiezas a esforzarte por hacer del mundo un lugar más habitable, la vida se mueve hacia una dimensión más mágica: las palabras sinceras de elogio para quienes menos lo esperan, los gestos de afecto a amigos que lo necesitan, las pequeñas muestras de cariño hacia tu familia… todo eso sumado cambia la manera de vivir.
La felicidad es un viaje y no un destino. Es también una elección.
Disfruta de la belleza de todo cuando te rodea. Te lo debes a ti mismo/a.
La vida no siempre te dará lo que pides, pero si te dará lo que necesitas.
Da gracias cada día por lo que tienes.
No renuncies a tu destino divino: lo que está detrás de ti y lo que está delante de ti importa poco comparado con lo que está dentro de ti.
- Encontrar otra Navidad (2011)
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