Este cuento está incluido en el libro “Gracias, maestros” de Juan Carlos López Rodríguez.
Se hablaba de construir un reformatorio para muchachos y se solicitó el parecer de un célebre experto en educación. Éste hizo un apasionado alegato en favor de unos métodos educativos humanos en el reformatorio, urgiendo a los fundadores a no escatimar medios para conseguir los servicios y concluyó diciendo:
“Con lograr salvar a un solo muchacho de la depravación moral, ya habrán quedado justificados los gastos y los esfuerzos que se invierten en una institución de este tipo”.
Posteriormente, un miembro de la junta directiva le dijo:
“¿No ha estado usted ligeramente exagerado? ¿cree de veras que el salvar a un solo muchacho justificaría todos los gastos y esfuerzos?”.
“¡Si se tratara de mi hijo, sí!” fue la respuesta.
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