El sufí Bayazid dice acerca de sí mismo: De joven yo era un revolucionario y mi oración consistía en decir a Dios: “Señor, dame fuerzas para cambiar el mundo”.
A medida que fui haciéndome adulto y caí en la cuenta de que me había pasado media vida sin haber logrado cambiar a una sola alma, transformé mi oración y comencé a decir: “Señor, dame la gracia de transformar a cuantos entran en contacto conmigo. Aunque sólo sea a mi familia y a mis amigos. Con eso me doy por satisfecho”.
Ahora, que soy un viejo y tengo los días contados, he empezado a comprender lo estúpido que yo he sido. Mi única oración es la siguiente: “Señor, dame la gracia de cambiarme a mí mismo”.
Si yo hubiera orado de este modo desde el principio, no habría malgastado mi vida.
Todo el mundo piensa en cambiar a la humanidad. Casi nadie piensa en cambiarse a sí mismo.
- Cambia, mejora el mundo
- El deseo de cambiar
- El “interés” de cambiar al otro
- El poder de cambiar
- Gestionar los cambios
El pensamiento de este supuesto, o real, místico turco, se podría calificar hoy día como el conservadurismo que otorga la madurez. Yo creo que no es una postura conservadora sino derivada del auto-conocimiento al que podemos acceder con los años. No es escepticismo sino reconocimiento de nuestras propias limitaciones. No se si esto nos ayuda a cambiar antes del ineludible final, tampoco sin nos hace más felices. Lo que si es seguro es que nos conoceremos mejor y eso siempre produce paz y sosiego.
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