“El banquete” es un diálogo de Platón escrito hacia el 380 a. C. que trata sobre el amor.
Esta obra nos muestra a un grupo de amigos, entre ellos el filósofo Sócrates, reunidos en un banquete organizado por el poeta trágico Agatón para celebrar su victoria en las fiestas Leneas del 416 a.C.
Entre comida y bebida los comensales deciden realizar una exposición de lo que cada uno concibe acerca del Amor. Y así, lo que se supone debería ser una velada festiva de amigos, se convierte en un debate filosófico sobre el Amor. Cada uno de los invitados expone sus ideas interviniendo ordenadamente con un discurso.
Gran parte de la fama de la que goza “El banquete” se debe al discurso de Aristófanes. En él se introduce un mito según el cual hubo un tiempo en que la tierra estaba habitada por personas esféricas con dos caras, cuatro piernas y cuatro brazos. Existían entonces tres sexos: el masculino, descendiente del sol, el femenino, descendiente de la tierra y el andrógino, descendiente de la luna, que participaba en ambos. La arrogancia de estos seres provocó la ira de Zeus que para someterlos los dividió con su rayo, convirtiéndolos en seres incompletos y condenándolos a anhelar siempre la unión con su mitad perdida.
Antonio Gala en su obra “La pasión turca” hace el siguiente resumen del discurso de Aristófanes en El banquete de Platón:
«Cuando amaneció el mundo, los sexos de los seres humanos eran tres: hombres, mujeres y andróginos; los andróginos eran hombre y mujer a un tiempo. Entonces los humanos tenían forma esférica, como si fueran dos de los de ahora unidos por el pecho, con la espalda y los costados en redondo y con cuatro brazos, cuatro piernas y dos caras. Los dos sexos, idénticos salvo en el caso de los andróginos, estaban situados en las partes exteriores de la esfera.
Pero esas criaturas no se portaron bien, y los dioses decidieron castigarlas disminuyendo su vigor. Las partieron por el eje, en el estricto sentido: de aquel hombre salieron dos hombres de hoy; de aquella mujer, dos mujeres, y del andrógino, una mujer y un hombre. Zeus y Apolo tuvieron que realizar unas complicadas operaciones de cirugía plástica para reducir lo que sobraba: crearon el ombligo como un corcusido que recogiera la piel y le dieron la vuelta a la cabeza. Pero, al quedarse aquella naturaleza cortada en dos, se abrazaba una mitad a la otra y se morían de hambre y de inactividad al no querer hacer nada por separado. Esto obligó a Zeus a compadecerse, y trasladó los órganos sexuales desde la espalda a donde hoy los vemos.
Desde ese punto y hora, cada mitad busca con gozo su mitad complementaria; igual que dos medias naranjas.
En consecuencia, los que eran andróginos, buscan el sexo diferente; pero los que eran sólo un hombre, es decir, más hombres que los otros, y los que eran sólo una mujer, es decir, más mujeres, buscan la mitad del mismo sexo que les falta».
En el siguiente vídeo de Pascal Szidon podemos ver representado este mito.
Yo no me atrevería a descalificar, por no ser hombres o no ser suficientemente mujeres, a quienes lo que les pasa es que son distintos, precisamente, por lo contrario.
- Diógenes
- Diógenes (II)
- El triple filtro
- La naturaleza madre desnaturalizada con el ser humano
- Regreso a Ítaca
No hay comentarios
Publicar un comentario en la entrada