Cuando me despierto por la mañana con el cuerpo descansado y la mente serena, respiro profundamente y doy las gracias por el nuevo día, por la nueva oportunidad. Son momentos en los que soy yo y solamente estoy yo.
Observo por la ventana el día que se me ofrece y decido que será un gran día en el que se manifestará la armonía y la paz en mi comportamiento, en el trabajo, en el hogar… y me propongo tratar con serenidad a las personas que comparten mi vida.
Me aseo, desayuno, organizo las tareas del día, salgo a la calle… y siento, con alegría, la certeza de que todo está bien, que estoy haciendo las cosas de la manera correcta.
La Armonía (con mayúscula) interna es sinónimo de paz, de calma, de satisfacción, de plenitud, de tranquilidad…
No es la ausencia de problemas ni de las emociones negativas asociadas a ellos; tampoco es la demostración continua de entusiasmo o de buen humor.
La Armonía interior nos permite vivir en calma y actuar con serenidad, aun en medio de situaciones difíciles. Cuando las contrariedades aparecen, nos permite desplegar nuestras habilidades para solucionarlas o, si los problemas carecen de solución, aceptar serenamente la realidad.
Lograr la armonía interior hará que nuestra felicidad no esté condicionada por factores externos. Nos permite ser felices no en función de lo que tenemos o dejamos de tener afuera, sino de lo que tenemos dentro, de esa luz que nos calienta e ilumina y que tiene la maravillosa propiedad de ser transmitida a los demás.
- Desiderata
- En la ribera del Oka
- La madurez espiritual
- La paz perfecta
- No estás deprimido, estás distraído
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