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sábado, 30 de julio de 2016

Limpieza emocional

Desde que inicié el blog, especialmente por algunas de sus entradas, soy consciente de que he ido adquiriendo reputación de persona rara. Esta entrada contribuirá a consolidarla, pero sé que debía hacerla. Una vez más, que llegue a su destino no es cosa mía.

 “Hymne a la vie”. Michel Pépé.

Gabriel, por favor, ayúdame a que mi verdad interior encuentre la adecuada forma de expresión. Gracias.


Fuente: “Lo que nos dicen los ángeles” de Doreen Virtue.

Cuando nos encontramos atrapados en alguna situación, solemos albergar en nuestro interior sentimientos negativos como ira, culpa o vergüenza, que son fuente de muchos problemas y hace que levantemos ante nosotros una barrera que nos bloquea y de la que no somos conscientes, pues tenemos estos sentimientos negativos en las profundidades de nuestro ser. Si no emergen espontáneamente, debemos tomarnos un momento para la introspección. Hemos de despejar el camino. Es lo que se llama limpieza emocional.

La limpieza emocional, a diferencia de la psicoterapia, no hace complejos análisis de las causas de los sentimientos negativos. Es un ejercicio de meditación que nos permite liberar la ira, la incapacidad de perdonar, el resentimiento, los celos, el dolor y otras emociones perjudiciales que existen en nuestra vida.

En esta entrada quiero mostrar cómo los ángeles pueden ayudarnos a hacer una limpieza emocional. Ellos pueden liberarnos de estos bloqueos eliminando residuos emocionales tóxicos del pasado que hemos ido generando y acumulando. Los ángeles puedan entrar en ese lugar donde las personas tenemos guardado el dolor y eliminar los recuerdos amargos, los sentimientos de culpabilidad…

A los ángeles no se les permite imponernos su ayuda, pues estarían violando la libre voluntad que Dios ha concedido a todos los seres humanos. Ellos no toman decisiones sobre la vida de los seres humanos. Por esta razón es muy importante solicitar su ayuda. Hay que pedirla conscientemente (en voz alta o en silencio) y permanecer luego abiertos y receptivos.

No es necesario hacer invocaciones formales para pedirles ayuda ni encontrarse en un templo o en casa. Solo hace falta llamarles. Basta un pensamiento, una palabra, una imagen… Da igual que seas agnóstico o ateo, que pertenezcas a una religión o a otra… Lo que realmente cuenta es que pidas su ayuda. Lo único que cuenta es que hagas tu petición con el corazón.

Es conveniente dedicar al menos media hora de soledad ininterrumpida a la realización de una limpieza emocional.

Sentado o tumbado en una posición confortable, inspira tres veces tan lenta y profundamente como te sea posible.

Diles mentalmente o en voz alta que les das permiso para entrar en tu corazón y hacer una limpieza emocional.

Pídeles que limpien tu corazón de cualquier sentimiento de ira al que te encuentres aferrado. Quédate unos momentos en silencio, sintiendo cómo los ángeles trabajan en tu corazón. No contengas la respiración. Respira lentamente.

Cuando tu mente, tu cuerpo y tu corazón se encuentren tranquilos, pide que liberen tu corazón de cualquier dolor que puedas albergar. Respira lentamente. Espera unos momentos.

Pide que limpien tu corazón de cualquier resentimiento que puedas tener. Hacia ti mismo, hacia tu vida, hacia otras personas o circunstancias, hacia el resto del mundo… Respira profundamente para que los ángeles tengan libre acceso a tus emociones. Descansa unos momentos.

Pide que limpien tu corazón del sentimiento de haberte traicionado a ti mismo o de haber sido traicionado por otras personas… Respira profundamente.

Pide que limpien tu corazón de cualquier temor que puedas tener.

Pide que limpien tu corazón de la carga emocional que te impide perdonar (a miembros de tu familia, amigos, compañeros, circunstancias…). Repite esta frase hasta que tengas la sensación de que tu cuerpo se va calmando. El perdón es un remedio capaz de sanarnos… Recuerda que no tienes que perdonar los actos; es a la persona a quien debes perdonar.

Tal vez, la primera vez que pedimos ayuda a los ángeles nos sentimos raros o torpes. Si nuestra intención es ponernos en contacto con Dios y con los ángeles, no existe posibilidad de cometer errores y aunque tengamos la sensación de que los ángeles no nos oyen podemos quedarnos tranquilos, porque el cielo siempre escucha.

Todos tenemos un sexto sentido. Hablo de personas normales y corrientes. Ese sexto sentido no es otra cosa que la presencia de Dios en nuestro interior. Se trata, por tanto, de contactar con algo que ya se encuentra en nuestro interior. Es algo que todos podemos hacer o aprender a hacer.

Algunas personas se quejan de que el cielo nunca ha atendido sus peticiones de consejo y dicen sentirse defraudadas por este silencio. De forma ininterrumpida el cielo les está enviando mensajes, pero ellas los bloquean inconscientemente. Puede ser algo tan simple como un repentino sentimiento de alegría, paz y bienestar; un sueño que sea significativo para nosotros y nos haga sentir seguros; un amigo que nos diga las palabras que necesitábamos oír para sentirnos mejor; en ocasiones se trata de una señal que solo tiene un significado especial para nosotros (una canción, un arco iris, una mariposa, una pluma que cae a nuestros pies…); algunas veces aparecen soluciones que no son producto de nuestro esfuerzo, sino la consecuencia de una serie de acontecimientos “fortuitos”; pueden llegarnos soluciones a través de un artículo, de un programa de televisión, de la mano de un compañero que nos da cierta información…; otras veces la solución aparece al poco tiempo en nuestra mente, con total claridad… es como si se hubiera cargado en nuestra mente un archivo informático con la solución del problema…

Dios no hace oídos sordos a nuestras palabras, nosotros hacemos oídos sordos a los mensajes divinos. Esto ocurre porque en lo más profundo de nuestro ser inferior, donde se encuentra el ego, desconfiamos de los ángeles o tenemos miedo a hacer un cambio importante en nuestra vida. El ego está continuamente generando miedos. A nuestro ego le da miedo todo: el amor, la felicidad, Dios, los ángeles… pero por encima de todo, teme que cambiemos y perdamos nuestros miedos ya que entonces él desaparecería.

Cada día pido conscientemente a los ángeles que se involucren en todos los aspectos de mi vida. Me siento querida, protegida y ello se traduce en un sentimiento interno de seguridad que atrae hacia mi vida gente, experiencias y oportunidades maravillosas, amén de solucionarme situaciones conflictivas y potenciar mi crecimiento personal.

Confía, déjate guiar por este equipo de consejeros divinos que están permanentemente a nuestro lado.


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